Buscar Iniciar sesión
Sección patrocinada por
Patrocinio Repsol

Putin frena la euforia de ARCO

Los compradores se alejan de las piezas más caras ante la incertidumbre del conflicto en Ucrania
MARISCALEFE
La Razón
  • Pedro Alberto Cruz Sánchez

    Pedro Alberto Cruz Sánchez

Creada:

Última actualización:

Me cuenta una de las galeristas presentes en ARCO que, mientras escuchaba las noticias en su habitación de hotel, se le erizaba el vello de pensar que, con una guerra a cuatro horas de avión, ella tenía que ir a una feria de arte. El contraste, en efecto, es brutal. Y convierte todo aquello que no sea estar concernido por lo que sucede en Ucrania en materia frívola. Pero, más allá de planteamientos morales –cuyos efectos no dejan de ser subjetivos–, la pregunta que cabe hacerse es: ¿tiene la guerra entre Rusia y Ucrania repercusiones reales y objetivas sobre el desarrollo de una feria de arte como ARCO? En este mundo globalizado e interconectado en todas sus esferas, cualquier alteración del orden establecido tiene consecuencias. Y si se trata de una guerra en pleno continente europeo, más todavía.
El miércoles –primer día de la feria–, ARCO vivió una jornada de euforia, de sentimiento de retorno a la vieja normalidad. Todos los expositores vendieron y, en algunos casos, consiguieron recuperar la inversión realizada y obtener beneficios. En comparación con la edición especial de julio del año pasado –en la que algunos galeristas patinaron y apenas cerraron ventas–, en esta ocasión el coleccionismo ha sacado pecho desde el principio y se ha dejado arrastrar por la sensación de que la pandemia está casi superada y de que toca volver a confiar en el arte como nicho de inversión.
Pero he aquí que, el jueves, el mundo se despertó con la noticia de que el imperialista Putin había pulsado el botón de la guerra y de que Ucrania había sido invadida y bombardeada. Por lo usual, el mercado del arte siempre se ha mostrado más resiliente que otros sectores económicos ante el estallido de crisis y la emergencia provocada por las catástrofes: o tarda en visualizar sus efectos o, directamente, estos son minimizados al punto de que apenas si poseen impacto alguno. Sin embargo, ¿qué sucede cuando el inicio de una guerra se produce con una feria de arte en pleno desarrollo? ¿Existe alguna diferencia entre el antes y el después? ¿Se retraerán los coleccionistas de comprar ante el inicio de un periodo de incertidumbre que implica a las mayores potencias económicas mundiales?
Tranquilidad en la clase media
Cuando estas mismas interrogantes son trasladadas a los expositores, las reacciones son diversas: unos se encogen de hombros y reconocen no saber lo que sucederá; otros tiran de optimismo y hablan de tirar hacia adelante a pesar del nuevo contexto abierto; y los hay que sostienen que, evidentemente, el conflicto bélico repercutirá negativamente en las ventas. Dentro de esta última línea de opinión, existe un acuerdo en diferenciar el impacto en función del precio de las obras expuestas. La mayoría de las galerías participantes en ARCO pertenecen a esa «clase media» que vende en un abanico de precios entre los 5.000 y los 30.000 euros. Con casi total seguridad, los efectos del pánico económico desatado por Putin no se dejarán sentir en esta zona baja de la pirámide. Otra cosa es lo que suceda con las obras de mayor precio, detrás de cuya adquisición se hallan fondos de inversión internacionales. En este caso, las turbulencias que se sienten en la esfera macroeconómica sí que serán lo suficientemente fuertes como para inhibir la inicial euforia adquisitoria. De hecho, ayer hubo varios casos de piezas que se apalabraron el miércoles y que, tras el estallido de la guerra, los compradores se desdijeron y no cerraron la operación.
En tanto que feria local y conformada, por tanto, por galerías que venden en la franja inferior de precios, ARCO no sufrirá una hecatombe por el conflicto ruso-ucraniano. Pero el contexto global del mercado del arte sí que se podría ver afectado en un plazo corto de tiempo, habida cuenta de que no pocos de los compradores de seis o siete cifras pertenecen a Asia y a la Europa del Este. Quiere esto decir que el coleccionismo de élite –el de las casas de subastas– corre riesgo de verse comprometido por las sacudidas de la geopolítica internacional. Desde este momento, todas las previsiones de futuro del mercado artístico quedan en suspenso y expensas del dimensionamiento final de la guerra.