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Con permiso de Dalí: el surrealismo fueron ellas

Fundación Loewe y PHotoEspaña conmemoran el centenario de la publicación del manifiesto escrito por André Bretón en 1924 con una muestra repleta de grandes nombres de la fotografía como Kati Horna, Berenice Abbott o Lola Álvarez Bravo
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CocteauPhillip
  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

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Apareció por primera vez en el grueso imaginado de las páginas que conformaban "Revolución surrealista", una revista en la que se publicaban textos sobre los sueños, la escritura automática y el suicidio, que eran las tres preocupaciones principales de la sociedad de los años veinte que caminaba por los márgenes liminales del deseo, el alimento masticado de los locos y el refugio perseguido de los intelectuales. El "Primer Manifiesto del Surrealismo", escrito por André Bretón en 1924, además de acotar conceptualmente el término de este movimiento que acababa de surgir con el asidero inspiracional de muchos de los postulados dadaístas anteriores y definir, en su rabioso afán fundacional libre y desencorsetado, la necesidad artística de ir más allá de lo real, consolida la teoría de lo irracional.
"Nombre masculino, automatismo, psiquismo puro con el cual se intenta expresar, verbalmente, por escrito o de cualquier otra manera, el funcionamiento real del pensamiento, en ausencia de cualquier control ejercido por la razón, al margen de toda preocupación estética o moral", define Bretón en el mencionado escrito al que ahora, coincidiendo con su centenario, la Fundación Loewe y PHotoEspaña conmemoran la composición liberada de algunos de los fotógrafos y fotógrafas más destacados de la época y de esta corriente artística libérrima y escénicamente teatral.
Comisariada por la historiadora del arte María Millán y compuesta por distintas fotografías de veinticuatro artistas y colectivos de Europa, América y Asia que revelan la amplitud de todo un siglo, la exposición "Centenario surrealista", que podrá disfrutarse hasta el 14 de septiembre en el espacio expositivo de Leica Gallery, recorre la perspectiva visual freudiana de un grupo amalgamado de representantes del movimiento -"aunque no todos los artistas expuestos en esta muestra pertenecieron al Surrealismo de manera limitante pero sí utilizaron las herramientas que este les proporcionaba", tal y como recalcó Millán durante la presentación celebrada ayer-, que ponen de manifiesto un fenómeno que, sin atisbo alguno de duda, enriqueció la composición, temática y estética de la práctica fotográfica.
Las imágenes de la coreógrafa Martha Graham realizadas por Imogen Cunningham y Barbara Morgan, están cargadas de una arrebatadora sensibilidad surrealista gracias al uso de primeros planos, trajes que alteran el cuerpo y poses atípicas, sensibilidad que también se palpa en los retratos del dramaturgo Jean Cocteau realizados por Berenice Abbott, Lucien Clergue, Philippe Halsman, Germaine Krull y la icónica Dora Maar. Reverbera mucho nombre femenino entre las filas de lo contemplado y por consiguiente, de lo mostrado.
Kati Horna, la celebrada y talentosa Leonora Carrington, Tina Modotti, Ana Mendieta y Francesca Woodman -dupla arrebatada de mujeres talentosas, salvajes y con almas creativas brumosas que se consumieron en el suelo, la primera tras una caída muy turbia y sospechosa en su apartamento del Greenwich Village neoyorquino y la segunda precipitándose de una ventana de manera voluntaria con solo 22 años-, la interesantísima Lola Álvarez Bravo y su relieve de surrealismo mexicano así como Rosa Covarrubias, María García o Graciela Iturbide, potente triada que midió el impacto del surrealismo en una región hispanoamericana que albergaba una imaginación creativa inclinada hacia lo maravilloso y lo fantástico, hacia el realismo mágico. Imágenes, perspectivas y movimientos intrincados que nos obligan de manera irresistible a contradecir el onanismo narcisista de Dalí y rotular lo evidente: el surrealismo fueron ellas.