Copa del Rey

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El Girona derriba al Atlético

El empate a tres en el Metropolitano deja al Atlético fuera de la Copa

Un jugador del Villarreal celebra el triunfo de su equipo / REUTERS
Un jugador del Villarreal celebra el triunfo de su equipo / REUTERSlarazon

La presencia de Griezmann es imprescindible para el Atlético, pero no siempre es suficiente. El francés veía el partido tranquilamente en el banquillo al lado de Lucas hasta que el resultado hizo necesaria su presencia. El Girona había conseguido dar la vuelta al gol inicial de Kalinic y el «7» acudió a salvar a su equipo una vez más.

Dio el pase de gol a Correa para el empate a dos y marcó el tercero en un lanzamiento sin apenas ángulo que Iraizoz fue incapaz de alcanzar. El pase, que había salvado a toda la defensa del Girona por arriba, había sido de Lemar, que hasta la salida de su compatriota había ejercido de falso Griezmann, jugando por detrás de Kalinic y bajando a recibir al centro del campo como hace el original.

Pero el Atlético, que ya se había dejado ir después del primer gol de Kalinic, volvió a dejarse ir. En contra de su esencia, el Atlético permitió que el Girona le marcara tres goles en su campo y fue incapaz de mantener su ventaja en dos ocasiones. La segunda, cuando apenas quedaban seis minutos de partido. Pero los brazos de Simeone se fueron hacia la grada para celebrar con los aficionados y allí se fue también la cabeza de sus futbolistas.

Al Atlético le faltó concentración para aguantar el resultado y la Copa se le escapó con un gol impropio, un remate de Borja García desde fuera del área que Doumbia desvió lo justo para que pasara por debajo de las piernas de Arias y lejos de las manos de Adán. El Atlético había hecho lo más difícil, lo que más le cuesta, y falló en lo esencial, en lo que siempre ha sido su marca desde que lo dirige Simeone.

Los rojiblancos eran felices con el gol de Kalinic. Al croata le piden goles y empiezan a llegar y los rojiblancos ganaban desde el comienzo sin necesidad de forzar a sus dos grandes estrellas, Oblak y Griezmann. El gol, además, lo había tenido todo, un pase largo de Godín que había superado a toda la defensa rival y que apenas necesitó un toque más para que Kalinic marcara.

Llevado por la inercia de la victoria momentánea, el tanto anulado a Kalinic por estar adelantado antes de recoger el rechace de Iraizoz a un disparo de Correa era un detalle sin importancia. La decisión del árbitro fue la correcta. Más dudoso parece el fuera de juego del colombiano Arias, aunque parecía adelantado por un pie, al marcar el que hubiera sido el 4-2 para el Atlético.Pero el Girona tiene fútbol y, además, no se rinde con facilidad. Igualó primero con un golazo de Valery, que domó la pelota con el pecho para rematar sin dejarla caer. Era una pelota de ésas que cualquiera espera con tantas ganas que lo más sencillo es sacarla del estadio, pero la pegó con la fuerza suficiente para superar a Adán sin correr demasiados riesgos.

El equipo de Eusebio no se conformaba con eso y tenía a su goleador en el campo. Stuani remató de cabeza una falta lanzada por Aleix García sin que las protestas de Godín por un empujón de su compatriota antes del remate hicieran cambiar de opinión al árbitro.Es un equipo bien armado el Girona. Eusebio ha sabido aprovechar la inercia del grupo que construyó Machín y, además, conserva a Stuani. La diferencia entre tener un goleador o no tenerlo pueden ser diez puestos en la clasificación de la Liga y pasar adelante o quedar eliminado en la Copa. Y si no está Stuani, que ya había sido sustituido por Borja García, está Doumbia. En el Atlético, sin embargo, parece que todo depende de Griezmann. Él cumple arriba y se esfuerza abajo. Pero el Atlético necesita más.