Economía
No al racismo contra China
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En un mundo global, poner freno a una alarma como la generada por el denominado “coronavirus de Wuhan” parece misión imposible. Pero es bueno hacer esfuerzos por evitar que un estado de psicosis general acabe desencadenando en situaciones de animadversión y racismo hacia China y los chinos.
“El enemigo es el coronavirus, no son los chinos”, ha llegado a decir esta semana con razón Yao Fei, primer secretario de la embajada de la República Popular en Madrid. Por desgracia, cada año tenemos un nuevo virus mutante que estremece al mundo y nos hace revivir escenas de miles de personas con mascarillas en aeropuertos y espacios públicos. Hemos pasado por la gripe aviar, por la porcina, por el SARS y por el MERS. La influenza común es generalmente peor que todas ellas, pero como nos visita cada año y es más o menos conocida, no alarma tanto a la población.
Se ha insistido esta semana desde diversos ámbitos en la necesidad de no agravar la situación con un alarmismo extremo, en ocasiones basado en noticias falsas. Este coronavirus asusta porque es nuevo y desconocido, pero de momento no ha sido peor que otros, que eran más contagiosos y causaban más víctimas mortales.
A estas alturas, los casos de curación superan visiblemente a los de fallecimientos, aunque sólo los expertos podrán decir cuándo el virus entra en una curva descendente.
Es fácil hablar mal de los chinos y atacar a China. Pero en pocas partes del mundo se pueden jactar de haber levantado dos hospitales en 10 días.
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