Opinión
Blancos, grises y negros
España iba como una moto. Una semana después, algunos de esos datos comienzan a enturbiarse
Sánchez concurrió a las elecciones generales del pasado 23-J con tres buenos datos económicos encima de la mesa: estábamos creando mucho empleo, nuestro PIB crecía cinco veces más que la Eurozona y la inflación se hallaba bajo control y por debajo del 2%. Vamos, que nuestra economía iba como una moto. Una semana después, algunos de esos datos comienzan a enturbiarse.
Primero, y respecto al empleo, es verdad que la Encuesta de Población Activa constató un muy buen comportamiento del empleo durante el pasado trimestre: más de 600.000 nuevos puestos de trabajo que llevan a que la población ocupada supere por primera vez en nuestra historia los 21 millones de personas. Ahora bien, esta intensa creación de empleo va de la mano de un menos intenso incremento del número de horas de trabajo: según esa misma EPA, mientras la ocupación aumenta un 3% intertrimestral, las horas trabajadas lo hacen un 1,5%; y, de hecho, según los datos de Contabilidad Nacional del viernes, en el último año tan sólo aumentan un 0,5%.
Segundo, si bien los datos de empleo son matizables pero globalmente positivos, los de PIB empiezan a mostrar signos de cierta fatiga: por un lado, el PIB del primer trimestre de 2023 fue revisado a la baja (de crecer un 0,6% a un 0,5%) y, por otro, el del segundo trimestre creció menos de lo esperado, un 0,4%. Contrasta este último dato con el de la Eurozona, cuyo PIB se expandió un 0,3% en el segundo trimestre: no un 400% más (cinco veces más) sino apenas un 25%. Teniendo en cuenta que la segunda mitad de 2023 se anticipa peor que la primera, ésta desaceleración no es una buena noticia.
Y tercero, la inflación, medida por el IPC general, repuntó del 1,9% al 2,3% y la inflación subyacente del 5,9% al 6,2%: la razón es que durante el primer semestre del año nos beneficiamos del efecto base del segundo semestre de 2022 (en el que la inflación fue nula), pero ahora ese efecto base se está esfumando y cualquier pequeño aumento de los precios se traducirá en una tasa de inflación creciente (ni mucho menos tan alta como la de 2021 o 2022, pero probablemente por encima del 2%). El panorama dista, todavía, de ser malo, pero tampoco tan radiante como Sánchez nos auguraba.
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