La crisis
El aviso interno de los barones del PP: “Vamos al suicidio, esto no se aguanta”
Desconcierto y estupefacción. El partido cree que el «casadismo» está desnudando al líder. Hay llamadas y conversaciones cruzadas. «Esto no se aguanta meses»
El Congreso del PP andaluz ha dejado este fin de semana otra estampa de guerra suicida dentro del «casadismo», con la diputada Cayetana Álvarez de Toledo, que también se inscribió en el «casadismo», haciendo los coros desde la platea. Ha llegado un punto en el que dentro del PP nadie entiende nada de lo que está sucediendo en el equipo de los más próximos al líder. El entorno de Pablo Casado lo está desnudando, el ataque no le viene de las herencias del pasado, ni del «sorayismo» ni del «marianismo» ni tampoco, tan siquiera, del «aznarismo». Son los suyos, los más cercanos, los que se han levantado antes de tiempo, y entre unos y otros están desmontando absolutamente su figura ante la mirada estupefacta de la militancia y de los cuadros de la organización política.
Así, lo que ha sucedido este fin de semana en el Congreso del PP de Andalucía es la prueba del diez de hasta dónde ha llegado la sinrazón que mueve hoy los hilos en el partido.El cónclave debería haber servido para elevar la figura del presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, con vistas a la carrera electoral que ya se ha puesto en marcha en esa comunidad autónoma.
Pero en lugar de ser el foro para rendir tributo a quien rompió la inercia de las cuatro décadas de gobierno socialista, y de quien depende, además, el futuro de Casado, ha sido la «plaza pública» para que la Puerta del Sol y Génova vuelvan a ventilar sus trapos sucios, sin ni siquiera andarse ya con muchos rodeos.
El viernes, desde la comunicación oficial de la presidenta, se resumió la intervención de ella con el titular «Díaz Ayuso aconseja a Juanma Moreno que vuele libre y asegura que sólo se desgasta quien se comporta como una marioneta». La Prensa interpretó lo mismo que todo el partido, que la presidenta reivindicaba la bandera de la libertad frente al mando de su partido, igual que también se erigió en la libertadora frente al Gobierno de coalición.
La respuesta del secretario general, Teodoro García Egea, llegó ayer: Génova le dijo al presidente andaluz que es libre y que nadie tiene que venir de fuera a decírselo. Y Moreno también se proclamó «libre». «Siempre he sido libre y siempre seré libre», defendió, en pleno debate sobre si debe convocar elecciones anticipadas por el bloqueo de Vox en la Cámara legislativa.
El equipo de Ayuso está decidido a mantener el pulso a Génova hasta el final. Primero la guerra se ha jugado más en el terreno privado, pero ya se ha puesto delante de las luces y cuando más se expone más difícil es que haya una salida sin «muertos» en el camino. Y Génova, por su parte, tampoco está dispuesta a permitir que Ayuso se salga con la suya, y ya no es un problema de fechas de congresos ni de pactos de listas, si no de que pierda la batalla por el control del PP de Madrid como castigo a su «deslealtad» e «indisciplina».
Las sombras que se mueven llevan a equivocar también los personajes centrales de la pelea, se apunta a García Egea y al jefe de Gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, y los dos están, pero nada de lo que se hace en Génova puede salir adelante sin el beneplácito de Casado, y casi sería peor si realmente no fuera así, es decir, si en efecto tiene un «número dos» que actúa libremente y se mete en «peleas» que él no quiere librar. Lo que entienden en el partido es que García Egea obra y hace por acuerdo con Casado.
El líder nacional y la presidenta de Madrid han roto relaciones. Y de la misma manera que los más próximos susurran al oído del líder nacional que no puede permitir que Ayuso le doble el pulso, y que no puede dejarla ser la presidenta del PP de Madrid, los fieles a Ayuso también le dicen que tire adelante porque igual que le ganó la batalla a Sánchez, también se la ganará a Casado, sea o no sea la líder de la organización regional.
En el Congreso andaluz de este fin de semana se palpaba el desconcierto general. «Vamos al suicidio total. Están zumbaos, y están haciendo mucho daño a la figura de Pablo Casado». Los barones tantean el terreno y llaman a Génova para pedir que se reconduzca la crisis. Han advertido a Madrid de que el partido puede soportar una semana de esta tensión, pero meses, no. Y también están pidiendo a las dos partes que cedan y que entienda el diálogo como la cesión, y el acuerdo, como lo mejor.
«Hasta Sánchez lo hizo con la remodelación del Gobierno, del Gabinete y del partido». Estos toques de atención, y llamadas al orden, no han hecho mella en la crisis, y, de hecho, como ayer informó este periódico, en la dirección del partido están incluso convencidos de que no hay posibilidad de pacto cuando se enfrentan realmente a una «operación de desestabilización» de Casado en la que Ayuso, supuestamente, va de la mano de los mismos que en 2008 intentaron tumbar a Mariano Rajoy, y que en 2018 se hicieron «casadistas» de «pro». García Egea proclamó ayer que el PP está «fuerte y unido» en torno a Juanma Moreno, después de las discrepancias visualizadas en relación a si deben o no adelantar las elecciones andaluzas. «Lo primero es el interés de los ciudadanos», zanjó Egea.
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