Tomás Gómez

Pablo Casado, a examen

En el resultado de Castilla y León ya no se dilucida si Sánchez se mantiene o ha perdido al electorado, sino si Casado es o no el líder que necesita el PP

Lo habitual es levantarse por la mañana y ver publicada una encuesta que pronostica lo contrario que otra ayer. No se trata de que los electores sean tan volubles que cambian de opinión cada cinco minutos, sino de que los sondeos demoscópicos más que para predecir sirven para crear climas propicios o adversos a un partido.

Cuando Mañueco convocó elecciones, le vaticinaban un resultado próximo a la mayoría absoluta, sin embargo, el último trabajo publicado por el CIS da como vencedor al PSOE.

En los sondeos de los últimos días, los populares han ido bajando en favor de Vox, aunque nadie se ha atrevido a hacer una previsión como la de Tezanos, muy atrevida después del fiasco de Madrid hace diez meses.

Faltan unos días para saber lo que quieren de verdad los ciudadanos. Es posible que alguno se haya dejado influir por los pronósticos y sentirse cobijado dentro de la opción de la mayoría, sin embargo, cada vez los sondeos se equivocan más porque la sociedad les hace menos caso.

Independientemente de lo que pase el domingo, hay algo que han cambiado las encuestas: en el resultado de Castilla y León ya no se dilucida si Sánchez se mantiene o ha perdido al electorado, sino si Casado es o no el líder que necesita el PP.

Se ha invertido la carga de prueba. En un primer momento, era una reválida del líder socialista que debía demostrar que no ha perdido fuelle. Sánchez se alejó todo lo que pudo de la campaña para desvincularse del resultado.

Ahora, todo es diferente: el que se examina es Casado. Si el PP logra ganar, su líder habrá sobrevivido a una difícil situación. Si le va mal, se empezará a hablar de la consolidación de Sánchez y de la crisis de liderazgo en el PP.