Relación

Sánchez busca erosionar a Feijóo con la corrupción y la relación con Vox

Los socialistas quieren minar la imagen de moderación del nuevo líder del PP

El declive de Sánchez y el nuevo PP
El declive de Sánchez y el nuevo PPAlberto R. RoldánLa Razón

«Con más incógnitas que certezas», así salió Pedro Sánchez de la reunión con Alberto Núñez Feijóo, según él mismo reconoció en una conversación informal con periodistas durante el viaje a Rabat. En Moncloa se mantienen a la expectativa, porque, aunque aprecian un «tono diferente» en el nuevo líder del PP, le demandan que las buenas palabras se materialicen en «hechos» que demuestren que existe una política de enmienda a la etapa de Pablo Casado. Mientras se aterrizan los temas concretos, a la espera de desbloquear la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) o certificar el apoyo de los populares al decreto de medidas contra la guerra, en el Ejecutivo ya le van acotando el camino a Feijóo y buscan debilitar su posición, cuestionando la imagen de «moderación» que busca proyectar hacia el electorado de centro: el gran nicho electoral pendiente por conquistar de Pedro Sánchez.

Desde Moncloa, se centran principalmente en lo que consideran los dos puntos flacos del nuevo PP: su «relación con la ultraderecha» y la gestión de un turbio pasado «envuelto en casos de corrupción». La investidura mañana de Alfonso Fernández Mañueco se torna en un filón para los socialistas, que explotarán al máximo el nuevo gobierno en Castilla y León para exhibir el Rubicón que han cruzado los populares en sus pactos con Vox. La entrada de los de Santiago Abascal por primera vez en un gobierno autonómico será la base de un argumentario que se extenderá en el futuro de cara a los próximos procesos electorales y que permitirá elevar el tono de alarma: desde la advertencia de que «viene la ultraderecha», hasta la certeza de que «ya está en el poder».

En este sentido, durante su reunión con Feijóo en Moncloa el pasado jueves, el presidente del Gobierno le hizo una reflexión al líder del principal partido de la oposición sobre el auge de los extremismos en Europa, a lomos del descontento y el contexto de crisis provocado por la guerra de Ucrania. Una reflexión que no tuvo respuesta, cuando el jefe del Ejecutivo le demandó al presidente del PP que compartiera su estrategia para pararle los pies a Vox. En un acto ayer en Madrid, Sánchez hizo explícita esta petición, pidiendo a Feijóo que «no ceda al chantaje de la ultraderecha». En este sentido, se refirió al contexto en Castilla y León sobre las cesiones que los populares puedan hacer en el ámbito legislativo. «Se llama violencia de género, no se llama violencia intrafamiliar», aseveró el presidente, sobre la intención de Vox de eliminar el reconocimiento específico a la violencia machista.

La otra pata de la estrategia de erosión al líder del PP se cimenta sobre los casos de corrupción que, con cadencia judicial, van golpeando al principal partido de la oposición. La última sentencia, la relativa a la pieza de Boadilla, que le condena como beneficiario a título lucrativo por las actividades ilícitas de la formación. En este sentido, fuentes de Moncloa aseguran que Feijóo tiene, en esta cuestión, un «reto muy considerable» para evitar que se deje de asociar la corrupción a las siglas del PP. El propio Sánchez le pidió ayer «que no vuelva a las andadas» y que sea «implacable» contra la corrupción. El presidente, que participó en un acto en Madrid, quiso ligar la actualidad judicial al escándalo sobre comisiones millonarias en la compra de material sanitario en la capital durante la primera ola de la pandemia. Esta hoja de ruta de paulatino debilitamiento del adversario político se envuelve, no obstante, con una oferta de colaboración y «mano tendida». El Gobierno lanza el guante al PP para abordar unidos y forjando consensos el desafío de aumento de desigualdad que se ha visto acrecentado con el conflicto bélico. Una oportunidad para no asumir en solitario las consecuencias económicas de la guerra.