Entrevista
Tony Rodríguez, el hombre de confianza de Rocío Carrasco: “Antonio David era un tiracañas, ligaba delante de Rocío para incomodarla”
Rompe su silencio 26 años después y relata que en una comida con amigos, el ex marido le tiró a Rocío Carrasco “una botella de agua encima”
Es la primera vez que Tony Rodríguez concede una entrevista. Nunca antes ha hablado de lo que él vivió durante casi tres años junto a Rocío Carrasco y Antonio David Flores en Argentona. Este hombre de 49 años fue durante todo ese tiempo la persona de confianza de la hija de Rocío Jurado. Estaba 24 horas disponible para lo que ella necesitara. Estuvo a su lado durante su ingreso tras el accidente de moto que sufrió en Mataró, también cuando se realizó su primera operación estética. Vivió en primera persona la complicada relación de pareja que ahora Carrasco ha sacado a la luz y que ha desatado la tempestad. Tony nos recibe en el despacho de su empresa de seguridad y eventos, AR Security & Service, que regenta en Mataró.
–¿Cómo comenzó su relación con Rocío y Antonio David?
–Fue en 1995, al poco tiempo de que ellos llegaran a Argentona, donde yo vivía. Los conocí a través de una amiga mía, Eva, que era novia de Marco, el entonces pareja de la Guardia Civil de Antonio David. Se unieron a nuestro grupo de amigos, quedábamos mucho, venían a mi casa, íbamos de discotecas. Solíamos frecuentar «El Chasis», un local de Mataró. Pronto congeniamos. Como yo ya trabajaba en temas de seguridad, un día, David me propuso que, como teníamos tan buena relación, me encargara de Rocío para llevarlas a los sitios, protegerla de la prensa, acompañarla, vamos para que ella tuviera alguien de referencia, porque aquí no conocían a nadie. Además, no tenían coche así que necesitaban también alguien que les hiciera los traslados. Acepté. A veces me pagaban, en otras ocasiones, lo hacía por amistad. La que me pagaba siempre era Rocío.
–Entonces, su relación fue tanto profesional como personal.
–Exacto. Yo compartía mucho tiempo con ellos, sobre todo con Rocío. Era una cría, una niña muy amable, pero con una autoestima muy baja.
–¿Y él también?
–Yo tenía buena relación con David, pero es una persona de fuerte carácter, te mira siempre por encima del hombro, como dando a entender que él es el mejor. Tenía un tono de superioridad con todo el mundo, con Rocío también. Siempre quería dejarla por debajo. La tenía dominada. Vi a Rocío llorar un montón de veces por lo que él hacía.
–¿Cómo era el trato de David hacia Rocío? ¿Presenció situaciones incómodas?
–Aquella relación era un desastre. Discutían mucho, él la insultaba. Estaba obsesionado con el físico. Siempre le decía a Rocío que estaba gorda, «mira cómo te estás poniendo», le repetía. Si ella ya tenía muchas inseguridades, con esos comentarios la machacaba. A eso, súmale que no era cariñoso con ella. David solo se mostraba cariñoso cuando había periodistas y fotógrafos alrededor, algo que no ocurría de puertas para dentro. A él le gustaba ir a su aire, pasaba mucho tiempo fuera y cuando volvía cabreado del trabajo lo pagaba con Rocío. Cuando llegó el tema de la multa, la situación se agravó más. El trato iba a peor.
–¿Cómo gestionaba Rocío esa situación?
–Ella era una cría que estaba enamorada. Otra persona le hubiese mandando a paseo. No hace falta que pegues a una persona para maltratarla, el maltrato psicológico es peor, yo creo que esta mujer tiene secuelas de lo que pasó entonces. También es cierto que no se puede achacar todo lo que le ha pasado a Rocío a su relación con David. Ella no le solía contestar por miedo, porque él tiene un temperamento muy fuerte. Se siente superior, y no solo con Rocío.
–¿Era infiel Antonio David?
–Él era un «tiracañas», siempre que salíamos de fiesta le gustaba tontear con otras mujeres, con Rocío delante, era un poco «sueltecillo». Yo nunca vi que llegara a consumar nada, pero, por ejemplo, si estábamos de fiesta e íbamos al baño, en el trayecto se iba parando con todas las chicas a ligar. Era su forma de ser.
–Rocío estuvo viviendo en su casa varias semanas, ¿cómo fue aquella época?
–Todo fue a raíz de una operación estética de Rocío. Ingresó en la Clínica Dexeus de Barcelona para hacerse una liposucción y una operación de pecho. Lo hizo por los comentarios despectivos que le hacía David sobre su físico. Ella quería contentarle, su deseo era agradar a la persona que tenía al lado. Pero, realmente, a David le daba igual lo que ella hiciera, se operara o no. Después de la intervención estuvo cuatro días ingresada y yo estuve todo el tiempo con ella. David venía de vez en cuando. Había mucha prensa y Rocío no quería que nadie se enterara de lo que había hecho. Salir del hospital fue una locura, tuve que meterla en la parte de atrás del coche para que no la vieran. Luego me la llevé a mi casa y allí estuvo 15 días, él también vivió en ese periodo conmigo. Rocío tenía las piernas negras, no podía ni caminar.
–¿También estuvo con Rocío después de su accidente de moto en Mataró?
–Claro, estuve con ella en el hospital y fui quien la sacó de allí. En aquellos momentos, David se comportó de manera muy fría con ella. No era cariñoso, le daba malas contestaciones. Cuando ella, por ejemplo, le pedía alguna cosa porque no podía ni levantarse de la cama, él le decía que qué se pensaba, que él no era su criado. David sabía que podía hacer lo que quisiera con ella.
–¿Con quién se desahogaba Rocío? ¿Le contaba sus miedos?
–Amistades no tenía, con quien más compartía era con nosotros, conmigo y con la que entonces era mi pareja, Dolores. A veces me decía que no podía más y yo le respondía que veía cosas que no me parecían correctas. Ella lloraba y no actuaba. Aguantaba, creo le tenía miedo. Se contenía por si le decía algo y a él le sentaba mal. Su respuesta siempre era que es que le quería mucho, pero nada más.
–¿Cuál es el episodio más incómodo que vivió con ellos?
–Fueron varios, lo más duro es cuando discutían y se llamaban de todo. Él decía cosas muy feas. Después de las discusiones, él se iba y ella se pegaba una panzada a llorar. David tenía un carácter muy fuerte. La agarraba del brazo, la zarandeaba y a veces, incluso, había empujones. Entonces yo le decía a David que se había pasado y él constaba que es que ella le sacaba de quicio. También recuerdo en una ocasión comiendo en un restaurante con amigos cómo él le lanzó una botella de agua encima a causa de algún comentario que había hecho. «Cállate», le decía. El protagonista tenía que ser él.
–¿Cambió la relación cuando Rocío se quedó embarazada?
–David se volvió un poco más agresivo, estaba cabreado todo el día, enfadado. La dejaba sola mucho tiempo. Él salía de fiesta y la dejaba en casa. Eso me lo contaba Rocío a mí. Mi novia de entonces era la niñera de la hija de ambos. Vimos como Rocío se hundía cada vez más.
–¿Vino Rocío Jurado a Argentona? ¿Era consciente de la situación de su hija?
–Sí, vino cuando se mudaron por tercera vez de casa a un chalet que, yo creo, pagaba la madre. Yo llevaba también a la Jurado en coche de un sitio a otro. Me decía: «Tony, estoy muy contenta de que cuides de mi hija». Era prudente y nunca me dijo nada, pero en la manera en que hablaba de David se veía que no se fiaba de él.
–¿Cómo acabó su relación con Rocío y David?
–Cuando ellos se fueron a Madrid me ofrecieron irme a trabajar con ellos allí, pero les dije que no porque mi vida estaba en Argentona. A partir de ese momento cortamos la relación. Alguna vez David me llamaba cuando venía a Barcelona para asistir a «Crónicas Marcianas», pero no llegamos a quedar. Sinceramente me da pena que cortaran así su relación conmigo.
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