Incendio en Althorp: el santuario de Lady Di, atacado

El corazón de los príncipes William y Harry ha vuelto a sufrir un revés. Althorp Estate, la emblemática finca de los Spencer y lugar de descanso eterno de Diana de Gales, ha sido blanco de un ataque incendiario que ha conmocionado al Reino Unido. El hecho fue confirmado por Charles Spencer, hermano de Lady Di, quien no ocultó su indignación en redes sociales: "Estoy atónito. Una de las casas de campo fue aparentemente incendiada por vándalos. Es muy triste que alguien piense que esto es divertido".

El incendio ocurrió en la madrugada del 28 de mayo en una de las construcciones auxiliares del vasto terreno ubicado en Northamptonshire. Según el reporte de los servicios de emergencia, la propiedad -un antiguo granero- estaba desocupada y fue consumida por las llamas en cuestión de minutos. Aunque no hubo víctimas, el daño estructural obligó a su demolición por razones de seguridad.

Impacto emocional

Pero más allá del daño material, el ataque tiene un impacto emocional mucho mayor. Althorp no es solo una finca de 13.000 acres y una mansión de 90 habitaciones: es el epicentro de la memoria familiar de los hijos de Diana. Fue allí donde la princesa vivió su infancia tras el divorcio de sus padres, y es el lugar elegido para su sepultura tras el accidente de 1997 en París. Su tumba se encuentra en una isla en medio del lago Round Oval, protegida del acceso público y rodeada por la quietud de la naturaleza.

A lo largo de los años, tanto William como Harry han visitado el sitio con discreción. En sus memorias, Harry reveló que llevó a Meghan Markle en 2017 en una visita privada "cargada de emoción". Más recientemente, el duque de Sussex ha mencionado a su madre en su batalla legal por seguridad en el Reino Unido, afirmando que no quiere que "la historia se repita".

La finca, que abre al público en verano, es una mezcla de historia, arte y devoción. En sus salones cuelgan obras de Van Dyck, y su biblioteca alberga más de 10.000 volúmenes. Pero también es un espacio profundamente íntimo, donde el legado de Diana se mantiene vivo lejos del ruido mediático.

Este nuevo acto de vandalismo no solo atenta contra un patrimonio histórico, sino que reabre heridas familiares que nunca terminan de cerrar. A casi 30 años de su muerte, la figura de Diana sigue siendo un símbolo para sus hijos y para el mundo.