Biografía

Todos los hombres que amaron a Ira de Fürstenberg

Aunque se casó dos veces, la primera con 15 años, el resto de su vida se permitió querer y dejarse querer con libertad

Ira de Fürstenberg
Ira de FürstenbergGtres

Ira de Fürstenberg, fallecida a los 83 años en su residencia de Roma, amó con la misma intensidad con la que vivió. En Madrid, Ronda, París, Marbella, Roma, Gstaad, Mónaco o Venecia. Los 60 los celebró en Belgrado y los 80 en el Palacio de Liria. Amó y vivió tal y como imponía su carácter vitalista, divertido, mundano y creativo. Pero nunca perdió la cabeza. Y eso que, sin apenas ser consciente, en 1955, con solo quince años se vio casada con el príncipe Alfonso de Hohenlohe. Del matrimonio nacieron sus hijos Hubertus y Christopher. Se enamoró y le pareció adecuado casarse y ser madre, llevar una casa. "¿Qué en medio de todo surgió la jet set y yo me vi de lleno en su epicentro?", reflexionó al repasar su biografía. Fue quizá su gran contrasentido, puesto que quel matrimonio propulsó la Marbella dorada.

Alfonso de Hohenlohe y su esposa María Luisa en su finca de Ronda (Málaga)
Alfonso de Hohenlohe y su esposa María Luisa en su finca de Ronda (Málaga)EFE

Play boys, aristócratas y ricos empresarios

La diferencia de edad, quince años, y la inmadurez adolescente resultaron insalvables y en 1960 Ira, ya separada, se casó de nuevo en Reno. Esta vez con Francisco Baby Pignatari, un millonario brasileño que hizo honor durante su breve vida conyugal a su fama de playboy. Eso, además de sus cenas solitarias en Brasil y la incapacidad del esposo para cumplir sus deseos de ser madre de nuevo, rompió la paz conyugal. Tras la disolución del matrimonio en Las Vegas, Ira se mudó a París y decidió que amaría libremente. Convirtió su apartamento en lugar de encuentro de gente influyente y fiestas que atraía a lo más granado de la sociedad parisina. Se dejó amar destacados banqueros, aristócratas y empresarios.

Achille Lauro Jr., descendiente del fundador de la Flota Lauro, una de las más poderosas de todos los tiempos, y una de las mayores fortunas del sur de Italia.

Se había jurado no volver a pasar por el altar y esto le permitió una asombrosa libertad en aquella época en la que la mujer aún debía reverencia al esposo. Importantes realizadores, como Franco Zerriferlli, se la disputaron como actriz. También José Frade la contrató en 1970 para un vodevil que tituló No desearás al vecino del quinto, que protagonizó junto a Alfredo Landa. Ni siquiera ella se reconoció buena actriz, pero sí admitía que el cine le reportó muy buenos ingresos.

«NO DESEARAS AL VECINO DEL QUINTO»
«NO DESEARAS AL VECINO DEL QUINTO»larazon

Entre los hombres que la amaron se cita a Rainiero de Mónaco. Fallecida la princesa Grace, buscó consuelo en Ira de Fürstenbert y ambos forjaron un idilio casi en secreto que ellos prefirieron presentar como una bonita amistad. Además, el príncipe monegasco le ayudó en su faceta artística, cuando Ira empezaba con el diseño de joyas y objetos artísticos. Siempre le recordó como un hombre generoso y simpático, pero callaba cuando le preguntaban si habría cambiado su viudez por ella. Las malas lenguas dicen que Carolina vetó el posible matrimonio de su padre con la alegre aristócrata.

Rainiero de Mónaco, el príncipe Alberto y Carolina durante el funeral de Grace Kelly.
Rainiero de Mónaco, el príncipe Alberto y Carolina durante el funeral de Grace Kelly.larazon

Con Roberto Federici, el arquitecto que salió después con Carmen Martínez-Bordiú, pasó cuatro años. Según declaró, le parecía un tipo atractivo, el arquetipo de macho alfa con el que la convivencia resultó desastrosa. En la lista de hombres que pasaron por su vida cabe señalar también a Gunter Gras, otro multimillonario y coleccionista de arte y de mujeres. Fotógrafo de profesión, conquistó a Brigitte Bardot y en 2011, con 78 años, quiso acortar el sufrimiento de la vejez quitándose la vida.

Y además de los hombres que la amaron, fueron muchos los fotógrafos que inmortalizaron su belleza. Desde Cecil Beaton, con 14 años, a Francesco Scavullo, Willy Rizzo, Henry Clarke, Irving Penn y Helmut Newton. Todos menos su favorito, Richard Avedon, todo un icono cultural en Estados Unidos.

Ira cumplió su promesa de no volver a contraer matrimonio, pero eso no le impidió amar. Sin compromiso y sin ataduras. "Decidir tu vida es un lujo", sentenció.