
Entrevista
Gloria Estefan: "No creo que sea posible que Trump aprenda a bailar conga"
La cubana más universal presenta 'Raíces', su primer álbum íntegramente en español después de dieciocho años

Receso dentro del maratón de entrevistas a las que se deja someter Gloria Estefan. Abandona el set por un momento para estirar las piernas. Justo en ese momento, Emilio llega por el pasillo. «¡Mi bebé!», suelta ella con ese dulzor que se le presupone, pero que sabe a auténtico, sin edulcorantes. Un beso fugaz basta para que aquel que contempla la escena verifique que lo suyo está a prueba de «tsunami». Se conocieron hace cincuenta años cuando ella se sumó a la banda que él lideraba, la ya legendaria Miami Sound Machine. Solo un año después se ennoviaron y, al siguiente, se dieron el «sí, quiero». Hasta hoy, cuando certifican con un pico que funcionan como pareja y triunfan como equipo. Basta escuchar «Raíces», el disco con el que vuelve a cantar íntegramente en español después de 18 años. Basta con repasar el llenazo en la Plaza de Colón el pasado domingo, como pregonera de la Hispanidad.
¿Sin Emilio no sería quién es? «Absolutamente. Yo jamás hubiera buscado esta carrera. Entré en el grupo que el dirigía por diversión. Estaba estudiando psicología y comunicaciones, por ahí iban los tiros. Además, jamás pensé que me iba a casar tan pronto, quería viajar, estudiar, hacer una carrera, pero creo que estuvimos destinados» confiesa a LA RAZÓN. Es más, se muestra convencida de que «fuimos como dos universos que se fusionan y hoy puedo decir que seguimos más juntos que nunca». «Mi relación con Emilio es algo único: lo que él me ha motivado en mil formas, lo que yo lo he motivado a él. Pero sí, si no estuviera...», deja caer sin permitir que la imaginación se apodere del final del pensamiento. O sí. «Cada uno creo que hubiéramos tenido éxito por nuestra parte, pero jamás hubiera sido lo que hemos sido en conjunto».

Con cien millones de discos vendidos a sus espaldas, la cubana más universal está segura de que no habría seducido a los gringos si hubiera renunciado a esas raíces a la que ahora evoca para colarse más arriba en la lista Billboard. «¡Jamás! Precisamente lo que nos dio el éxito en el mercado americano fue lo que nos hacía sonar distinto. Uno tiene que ser honesto. Mira, el público no tiene que entender de dónde vienes, pero palpan muy fácilmente si algo es verdad, si hay profundidad, si la música que están escuchando viene de un lugar real».
Por eso, con 68 años, ni por asomo piensa en jubilarse: «¿Jubilarse de qué? ¿De la alegría, de la creatividad? Es cierto que según el momento, uno hace cosas distintas. Por ejemplo, yo no he hecho una gira mundial desde el 2004 ni tengo planes de hacerlo. Prefiero escapadas como la de Tenerife en verano o en Madrid, llegar a diferentes lugares para volver a tocar los corazones de mis fans. Pero, ¿por qué dejar de crear cosas nuevas?».
A pesar de haber sido coronada como la reina latina, ni por asomo ejercer de monarca absolutista cuando se le pide mandar al cielo o al infierno al reguetón: «¿Quién soy yo para bendecir o no bendecir? Toda expresión musical y creativa debe tener la oportunidad. El reguetón lleva ya décadas, no es nuevo, ya es como un clásico. Ahí ves a la juventud buscando profundizar un poco más en los arreglos. Por ejemplo, el fenómeno Bad Bunny no se agota, sigue dándole y ha tenido uno de los años más grandes de su carrera. Me hace muy feliz que esté en la Super Bowl. Voy a estar ahí, aplaudiéndolo siempre».

Esta coherencia del ADN Estefan se torna en vehemencia cuando se le insinúa que cantar en esa ‘Cuba libre’ que anhela se pudiera quedar en utopía inalcanzable: «Ese sueño de una Cuba libre nunca se muere. No sé si lo llegaré a ver, porque las cosas se atrasan, pero para mí profesional y personalmente, cantar en una Cuba libre sería lo único que, en realidad, me quedaría por hacer». A la par, reconoce que «hoy lo que menos necesitan es un concierto, lo que necesitan es libertad de expresión, libertad de poder darle de comer a sus familias, de poder soñar con una vida mejor». «Si algún día pudiera celebrarlo con ellos, por supuesto que lo haría», añade, con un compromiso adquirido en la distancia: «Rezo por los cubanos diariamente».
Trump y «Conga»
La Estefan afronta con buen humor cuando se pone encima de la mesa ejercer de profesora de danza con Donald Trump: «No le he visto bailar, pero no creo que sea posible que aprenda a bailar ‘‘Conga’’». Pero el gesto le cambia cuando en el diálogo surge la cuestión migratoria: «Tengo miedo por primera vez en mi vida. Cuando veo que las libertades poco a poco van siendo aplastadas, me asusta. Siempre van a buscar al que llegó último para que pague los platos rotos, pero estoy viendo algo que nunca he visto en mi país y realmente me preocupa».
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