Juguetes rotos

De Mónica Cervera a Amparo Muñoz, las vidas rotas sesgadas por el éxito y la droga

¿Cómo se puede pasar del talento a a la adicción, del dinero a la miseria, de la fama al delirio? Analizamos con Miguel Fernández, autor de varias biografías, esta compleja conversión de algunas estrellas.

AMPARO MUÑOZ
AMPARO MUÑOZTiempo

Un traspié y la vida pasa de estar a un paso de recibir un Goya a la mendicidad y a dormir en un banco en la calle. De la comedia al drama. La noticia de la actriz Mónica Cervera ha conmocionado al mundo artístico. La que fue musa del director de cine Álex de la Iglesia practica la mendicidad en las calles de Marbella. Sentada en el banco que ha convertido en su vivienda dijo que no necesitaba nada de nadie: «Estoy bien como estoy. No quiero que me nombren la palabra televisión ni cine. Estuve ahí en su día, pero no pienso volver nunca, ni quiero que nadie me nombre nada de ese pasado. Lo único que quiero ahora es que Bienestar Social, con los que tengo una cita el día 25 de enero, me ayuden y me den una estabilidad».

Amparo Muñoz en "Dedicatoria"
Amparo Muñoz en "Dedicatoria"La RazónLa Razón

Es una «celebrity» más de las que acaban arrastrando una vida rota. Una de las caídas más estrepitosas y que más caló en la sociedad fue la de Amparo Muñoz, la Miss Universo que renunció a la corona tras el sinfín de abusos que sufrió por hombres poderosos. Este año se proyectará su vida en una docuserie de varios capítulos donde se narra una existencia llena de baches en el camino: drogas, propuestas indecentes y desamores que la llevaron a tocar fondo a la que fue la malagueña más guapa del mundo.

La ruina económica

Convertida en uno de los iconos de la Transición, en los ochenta Amparo se deslizó por la peligrosa pendiente del consumo de droga que, además de ocasionarle algún problema con la Justicia, la llevó a la ruina económica y al ostracismo profesional. Murió en su casa en 2011 vigilada de cerca por los paparazzi y aferrándose, a pesar de la enfermedad, a una vida que le habían arrebatado mucho antes.

«Amparo, la mujer que supo decir no», cuenta la historia a partir de la biografía de Miguel Fernández. La serie huye del morbo y profundiza en la persona presentando a la protagonista como precursora del movimiento «#MeToo», feminista, víctima y luchadora. LA RAZÓN habla con el autor de esta biografía. ¿Cómo se puede llamar juguete roto a la chica rebelde que rechazó el abuso de su jefe o la misma que se enfrentó a la organización de Miss Universo o al propio Carlos Saura? «Y yo preguntaría, además, por qué la llamaron juguete. ¿Juguete de quién? ¿Por qué roto? Me parece una expresión desafortunada que destila machismo. Amparo, como cualquier ser humano, tenía una tendencia natural a enfrentarse a la injusticia, a cualquier tipo de sometimiento. Alto y claro dijo no desde siempre y en multitud de circunstancias», responde. En «La vida rota», Fernández refleja cómo los medios abordaron con despiadada indiscreción sus problemas, llegando a inventar que la actriz padecía sida. Amparo no tuvo la suerte de Miguel Bosé, a quien, perjudicado con el mismo bulo, Mercedes Milá le dio su escenario para que aclarara todo y su carrera no se resintiese. «Ni siquiera en las peores circunstancias hombres y mujeres eran iguales en España en aquella época. Amparo sufrió las consecuencias de una noticia mal contrastada. No tenía detrás una multinacional que la defendiera en una crisis de reputación de esa magnitud. Era una mujer y estaba sola. Los prejuicios de la industria y la profesión la dejaron fuera de la profesión durante muchos años», detalla Fernández. Indica también que, afortunadamente, el paso del tiempo conlleva también una evolución. «Circunstancias, comportamientos y actitudes que la sociedad de una determinada época consideró como normales fueron después revisadas». En su opinión, Amparo supo afrontar su final con dignidad y entereza. De todo lo que le contó, se queda con una frase: «No todo lo que he vivido ha sido una mierda».

Waldo, otro ángel caído

El granadino Waldo de los Ríos, que pasó a la historia como el compositor que acercó a Beethoven al gran público con el éxito «Himno a la alegría», fue otro ángel caído. Nadie entiende todavía cómo un artista con una carrera plagada de logros, como «La Yenka», «El tamborilero» popularizado por Raphael, «Las flechas del amor» de Karina o «Soy rebelde» de Jeanette, o cómo siendo el ojito derecho de Stanley Kubrick, que le llamó para que compusiera la banda sonora de «La naranja mecánica», acabara suicidándose con una escopeta. La incógnita recorre el minucioso trabajo de reconstrucción de la tormentosa vida de este músico imprescindible que ha realizado Miguel Fernández con el título «Desafiando al olvido». El autor nos sitúa en los últimos meses de la vida del compositor. Lo describe agotado y preso de una depresión. Con los somníferos y el alcohol acompañando sus solitarias jornadas en medio de constantes dietas de adelgazamiento. El 28 de marzo de 1977 lo encontraron tumbado en la cama de su lujosa mansión en la urbanización madrileña de Conde de Orgaz, con una escopeta entre las manos y la foto de un joven del que se había enamorado.

Mónica Cervera es la revelación de "Crimen ferpecto", la última película de Alex de la Iglesia
Mónica Cervera es la revelación de "Crimen ferpecto", la última película de Alex de la IglesiaAgencia EFE

Tenía 42 años y se encontraba solo. Todavía agonizaba cuando trasladaron su cuerpo al hospital La Paz. ¿Por qué esta existencia arrancada? «Rota por la homofobia, por la sinrazón y, como Amparo, rota por el éxito. Hay que ser muy fuerte, tener mucha seguridad emocional, para evitar que el éxito destruya una vida. Un éxito tan descomunal como el «Himno a la alegría», interpretado en versión pop y convertido en un éxito mundial, de dimensiones desconocidas en la España franquista, fue un torbellino para él. Nunca estamos preparados para el éxito y sus efectos sobre cualquier persona pueden ser irreparables».

Como otras muertes violentas, la de Waldo generó una investigación policial y se especuló con la posibilidad de un asesinato. Su biógrafo aportó diligencias judiciales, datos clave del informe sobre la inspección ocular remitido al juez y la versión de los forenses sobre el suceso. Durante meses, el músico, que frecuentaba tertulias y bares de ambiente gay hasta altas horas de la madrugada, recibió llamadas telefónicas amenazantes. La prensa del corazón informó de la detención de un par de personas, a las que nunca se llegó a acusar de nada. Como reza la leyenda, De los Ríos vivió deprisa, murió joven y dejó un bonito cadáver.

La fragilidad del sex symbol

Al igual que Mónica Cervera, Nadiuska, actriz y modelo alemana que se mudó a Barcelona en la década de los 70, llegando a convertirse en una de las sex symbol más importantes de la Transición española, también acabó en la indigencia. En diez años rodó la friolera de 30 películas y su fama subió hasta la cúspide, aupada por los ojos más felinos que hasta el momento habían brillado en el celuloide español. Después de tener graves problemas económicos, que arrastraron a una situación límite, la actriz que un día lo tuvo todo fue diagnosticada de esquizofrenia tras ser víctima de toda clase de abusos.

NADIUSKA
NADIUSKATiempo

Ahora Atresplayer, ha creado una serie documental, «El enigma Nadiuska», dedicado a la mayor estrella del cine de destape, que muestra cómo terminó viviendo en el aparcamiento de un área de servicio de la localidad de Alcolea. Comía lo poco que le daban en un hostal cercano y dormía al raso después de haber sido una de las figuras más importantes de la escena del cine en nuestro país. Olvidada por su entorno, pudo salir de la indigencia a través de Pablo Romero, un médico que la reconoció en el parking y la llevó a un hospital de Guadalajara. De ahí fue trasladada a un psiquiátrico, aunque dos décadas después poco o nada se sabe de su vida.

Paralelo a este caso de vida sesgada por el destino, está el de Sonia Martínez. Saltó de presentadora infantil al mundo de las drogas. Su carita dulce fue un icono en la década de los 80 en TVE y de la noche a la mañana terminó viviendo, contra todo pronóstico, en la indigencia. La vida se cebó con ella después de que aparecieran unas imágenes suyas en topless en una playa de la isla de Ibiza, donde se encontraba rodando una serie alemana. Su publicación en la revista «Interviú» provocó un gran revuelo en esa España que no compartía que una presentadora infantil mostrara sus pechos. Y la cadena pública la apartó del formato que estaba presentando en ese momento.

El alto precio de un «topless»

Demandó al ente y, tras readmitirla, Sonia presentó «La bola de cristal» en sustitución de Alaska. Pero el programa se canceló poco después y ella se quedó sin trabajo. Esto la llevó a sufrir fuertes depresiones, a convertirse en una adicta a la heroína y a vivir en la pobreza más absoluta. Pero lo peor estaba por llegar. En 1990 le comunicaron que era portadora del virus del VIH. Un año después, se convirtió en madre, pero le arrebataron la custodia de su hija al seguir en el mundo de las drogas. Finalmente, en 1994, la presentadora fallecía a los 30 años a causa del sida.