
Hombre fit
Tenemos nuevo chico en el gym: la foto de Albert Rivera mazado y ajustado
Pillamos al expolítico en un trayecto Madrid-Málaga con un «look» alejado al que nos tenía habituados en política

Madrid, lunes al medio día. El AVE con destino Málaga comienza a llenarse de pasajeros con maletas ligeras y auriculares en los oídos. Entre ellos, un rostro conocido que parece otro. Jersey ajustado con los cuellos de una camisa blanca por fuera, pantalón azul impecable (y ajustado cual torero que fue de la política), cinturón y silueta tonificada. Es Albert Rivera. Sí, el exlíder de Ciudadanos, aquel que revolucionó la política con un cartel en el que posaba completamente desnudo para anunciar su candidatura al Parlament catalán en 2006.
Casi 20 años después, y tras haber pasado por las trincheras del poder, el naufragio electoral, un romance de portada con Malú y una vida familiar que ya no es, Rivera parece estar escribiendo un nuevo capítulo. Y tiene cuerpo ‑y actitud‑ de protagonista. Y no pasa desapercibido para quien escribe estas líneas, a pesar de los kilos de menos y los músculos de más. Todo de marca y bien ajustado. Un nuevo «look».
Desde su retirada de la política en 2019 (él lo llama «jubilación»), Rivera ha mantenido un perfil mediático bajo, pero estratégicamente medido. Tras abandonar la presidencia de Ciudadanos y cerrar la puerta a una carrera que fue tan meteórica como fulgurante, el abogado catalán optó por reconstruirse en los márgenes de los focos. Algunos lo vieron en despachos de abogados de prestigio, otros lo vincularon a iniciativas empresariales privadas. Pero la realidad es que Rivera estaba haciendo lo que muchos en su situación no logran: redibujar su identidad sin anclajes pasados.

Ahora, Albert ha encontrado en la vida más cotidiana ‑pero no por ello menos interesante‑ su nueva zona de confort. Lo dicen quienes lo ven frecuentar gimnasios boutique en la capital, cafés tranquilos en Chamberí y ahora, también, trenes rumbo al sur con ese aire de hombre que ha hecho las paces con su reflejo. Eso sí, sigue teniendo voz. Esta pasada semana, lamentó en Vigo el «cortoplacismo, el partidismo, la polarización y el sectarismo» de la política actual, pidiendo «consensos» y una «mirada larga», en una conferencia organizada por Management Activo, llevada a cabo en el Hotel Attica 21 de Samil. Vamos que está, sin estar.
De Malú a la madurez
Si en lo político vivió ascensos y caídas, en lo sentimental no ha sido menos. La pareja, que vivió su relación con una mezcla de discreción selectiva y esporádicos gestos públicos, se convirtió en padres de una niña en plena pandemia. Pero, como tantas historias nacidas en medio del huracán, también terminó. Los mensajes de Malú en el escenario tras su ruptura eran toda una letanía de intenciones y de mensajes soslayados al hombre que un día la enamoró. La separación con la cantante no fue escandalosa, pero sí definitiva. Hoy, ambos rehacen sus vidas por separado, siempre con el foco puesto en su hija en común. Rivera, además, es padre de otra niña fruto de una relación anterior. Dos hijas que, según su entorno, han sido claves en esta etapa de reconstrucción personal. «Está centrado en ser padre y en cuidar su salud física y mental», asegura una fuente cercana.

Verlo el lunes en el AVE, con ese «look» tan alejado del político encorbatado que ocupaba las portadas hace una década, no es anecdótico. Es parte de una narrativa más amplia. Albert Rivera no solo ha cambiado de estilo de vida, ha transformado también su imagen. Su cuerpo, ahora visiblemente trabajado, habla de disciplina, propósito y ‑sí‑ de una nueva vanidad, mucho más controlada, pero igualmente consciente. No hay nada casual en esos pectorales que se adivinan bajo el jersey azul marino, ni en esa barba bien recortada que sustituye al rostro lampiño de sus años parlamentarios. Comenzó su carrera política quitándose la ropa para mostrar vulnerabilidad y valentía, y ahora, lejos de los estrados, vuelve a exhibirse ‑esta vez vestido‑ como un hombre nuevo, más seguro, más dueño de sí mismo. Incluso hablando con sus compañeros de viaje, en la cafetería del vagón del tren de Pedro Sánchez con total libertad de criterio.
La pregunta que muchos se hacen es: ¿a qué se dedica realmente Albert Rivera en 2025? Trabaja en el sector privado como asesor y conferenciante, y mantiene relaciones cercanas con altos ejecutivos del Ibex. Lejos del ruido, pero no del poder. También ha coqueteado con formatos televisivos, aunque siempre como tertuliano o invitado. Y según algunos rumores que circulan en círculos editoriales, podría estar preparando un libro de memorias no tanto políticas, sino personales. Y si el cuerpo es un templo, Albert Rivera ya ha puesto la primera piedra. Ahora, toca ver si vuelve a levantar algo más que admiración. En el mencionado evento de Vigo se le preguntó si iba a volver a la política y declaró a Ep, haciendo un guiño al poeta Félix Grande que «al lugar en el que fuiste feliz, no deberías tratar de volver», zanjó.
La vida de la madre de su hija, Malú
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