La crónica de Marta Robles: Un año de guerra en Ucrania, que no se acaba...

Lunes

En el día en el que una joven polaca dice ser Madeleine McCann, presentando como pruebas sus coincidencias físicas (dos pecas en la pierna, la pupila derretida y convertida en mancha y un iris de cada color) –una tontería porque en la era del CSI todo se demuestra con una prueba de ADN-, la editorial británica Puffin tiene que dar marcha atrás en su interés de dejar castrada y cambiada la obra de Roald Dahl y excluir de ella a los “gordos” o a los “feos”. La rebelión contra tal censura ha sido tan enorme (se ha pronunciado hasta Salman Rushdie), que no les ha quedado más remedio que mantener la versión original; eso sí, la del “lenguaje inclusivo”, los eufemismos de talante woke y los textos amputados y corregidos también se publicará. Por esta vez, el original sobrevive, pero acechan quienes se creen con tanta superioridad moral como para modificarlo todo, como ya vaticinaron en su día Orwell o Huxley. Y ya que hablamos de superioridades morales, la que siente Macarena Olona al hablar de VOX es innegable. Por eso dice haberse ido, claro…Pero la entrevista con Évole, donde ha querido aparecer tan misteriosa y desvelar tantas oscuridades de su expartido, daría para preguntarle: “Macarena ¿no sabías nada de esto cuando liderabas la campaña andaluza? Y si hubieras tenido un buen resultado, ¿contarías lo que estás contando?”.

Martes

Tercer paciente curado de VIH. Se trata de un hombre de 53 años que lleva ya cuatro años libre de la infección gracias a un trasplante de células madre. Que el SIDA se pueda curar es casi un milagro. Cuando allá por 1983 se le dio importancia a la enfermedad, casi recién aparecida, tras contagiarse Rock Hudson -que murió en 1985 en medio de una gran conmoción social-, se consideró una especie de castigo divino a drogadictos y homosexuales que poco más adelante se extendió a todo tipo de parejas y cambió las relaciones. El sexo (además de la droga) podía matar. El mensaje no podía ser más aterrador. Tampoco más moralista. Y dejó estigmatizados a tantos enfermos y muertos por el SIDA como Freddie Mercury, Anthony Perkins, Nureyev, Jaime Gil de Biedma…

Miércoles

Me gusta ver en las portadas de las revistas del corazón a Manuel Díaz “El Cordobés” tan feliz tras abrazarse con su padre. Le ha costado más de media vida conseguir ese reconocimiento. “Nunca es tarde si la dicha es buena”, dice el refrán. También me gusta ver a la familia Sainz-Vázquez de Castro en la boda de la pequeña Anita, preciosa vestida de novia y flanqueada por los dos Carlos campeones, por su hermana Blanca y por su madre, esa mujer fantástica que es el bastión de una familia perfecta a la que da gusto ver en este tiempo de familias rotas. Lo que hubiera dado la Infanta Cristina por que la suya lo fuera antes y después de deshacerse, cuando, según Pilar Eyre, le toca pagar pensión a Iñaki Urdangarín a cambio de su silencio...

Jueves

El bullying de las gemelas de Sallent que se tiraron por la ventana era conocido por todos. Los padres hablaron con los responsables del colegio pero nadie hizo nada. ¿El motivo de los ataques? Que hablaban con acento argentino, que una de ellas se había cortado el pelo y quería que la llamaran Iván… Precisamente esta segunda fue quien se rindió ante la vida y decidió tirarse por la ventana. Su hermana saltó con ella porque no quería dejarla sola, aunque quería vivir. Y de momento sigue viva, aunque muy grave. Duele su dolor y su suicidio. Y también avergüenza.

Viernes

Se cumple un año de la guerra de Ucrania y se ha ido allí hasta el Tato. Desde Pedro Sánchez hasta Susanna Griso. La presentadora de Espejo Público lleva una semana haciendo entrevistas y comprobando que los ucranianos mantienen su rutina diaria frente a la sombra de Putin y a la guerra. Han ido otros muchos reporteros, pero Susanna es tan espectacular que cuando cuelga alguna foto del viaje en Instagram siempre hay algún tonto a las tres que la acusa de postureo. Poco conocen a Susanna, que pasa millas del postureo y tiene el alma de reportera de calle intacta, pese a años y años de plató. Más allá del presidente y los periodistas, la guerra de Ucrania, esa que casi no se nota salvo cuando suena alguna alarma, sigue dejando víctimas. Se cuentan más de 18.000 civiles y ocho millones de refugiados. Y no se ve el fin. ¿Occidente presionara a Kiev para llegar a un acuerdo con Moscú? ¿Habrá un choque entre Rusia y la OTAN? Todo son hipótesis en una guerra semiestancada.