Sin rumbo
La filosofía «slow life» y otras incongruencias de Garzón: la patronal del juego está entre los clientes de Acento
Su fichaje frustrado le deja practicando muy cómodamente el modo de vida que defiende su esposa
Alberto Garzón es un hombre de principios. A lo Groucho Marx. Si estos no gustan, tranquilos, en la chistera hay alguno más. ¿Cuántos? Quizá él mismo se sorprenda, después de lo ocurrido esta semana, cuando llegue hasta el fondo y vea que casi todos los tiene ya vendidos. Veinticuatro horas después de conocer su fichaje por la consultora Acento, anunció que renunciaba a causa de la polémica generada en la propia izquierda. ¿Las razones? Sus cacareados principios. Y puede que no dejen de jugarle otras malas pasadas ahora que sale al mercado.
Acento Asuntos Públicos es una sociedad limitada que fundó el exministro socialista José Blanco y cuenta con varios expolíticos en su nómina de empleados. Fue el propio Blanco, consejero delegado de la firma, quien desveló el fichaje de Garzón como asesor en temas de geopolítica. Poco después, dio un paso atrás. Fuentes cercanas destacan a LA RAZÓN que, entre los clientes de esta compañía, está Anesar, la asociación española que agrupa desde 1982 a empresarios de salones de juegos y recreativos. Garzón fue el azote del sector durante su cargo como ministro de Consumo. Además de animar a los municipios de España a poner coto a las casas de apuestas, prohibió emitir publicidad de operadores de juego fuera de la franja de madrugada.
La consultora asesora también a otras empresas que podrían chocar con las causas que el exministro abrazó durante su tiempo en el Gobierno. Ajeno a cualquier escrúpulo, Garzón, según las mismas fuentes, merodeó por las oficinas del Paseo de la Castellana, en Madrid, durante los días siguientes a su cese político. Se dejó tentar por sus puertas giratorias con la promesa de que Acento crearía un departamento para él, bajo el nombre Prospectiva Geopolítica, en el que figuraría como director, a pesar de que no existiría nadie más que él.
Esto desató cierto malestar entre los trabajadores «juniors», que llevan tiempo recibiendo negativas a sus peticiones de mejora salarial. También Pablo Iglesias disparó fuerte: «Creo que hay opciones más decorosas para un comunista que alquilar tu experiencia como ministro (porque eso es lo que pagan) a una consultora dirigida por exministros del bipartidismo que vende sus servicios a empresas privadas».
Después de esto, el exministro ha lamentado «las dinámicas tóxicas de la izquierda». Y añade: «Si algo he aprendido es que la política es una trituradora de personas».
Las cuentas domésticas
Su frustración no enturbia la vida hogareña en su casa de Rivas Vaciamadrid, donde vive con su mujer, Anna Ruiz, y sus tres hijos. El pequeño Robin (un nombre unisex) nació hace poco más de un año. Por cierto, en uno de esos hospitales de titularidad pública y gestión privada contra los que él arremete. Principios. La situación para el exministro es decepcionante, pero no alarmante si echamos cuentas. El político, que dejó la cosa pública en noviembre de 2023, después de no concurrir a las elecciones en las listas de Sumar, pidió cobrar la indemnización por cese a la que tiene derecho durante dos años como alto cargo del Estado. Se trata del 80 por ciento del sueldo que cobraba como ministro y puede recibirlo durante el mismo tiempo que lo ocupó, con un máximo de dos años. Le corresponden, por tanto, alrededor de 5.000 euros durante 24 mensualidades, ya que, según el Portal de Transparencia, su sueldo el último año fue de 77.478,24 euros.
Por otra parte, Anna, médico de familia, ha retomado su trabajo tras la baja por maternidad. Si sabemos más de la vida íntima de Alberto Garzón es gracias a esta singular doctora, experta en mezclar en la ciencia de la medicina con el aquelarre.
Se define a sí misma un «poquito bruja», por lo que no se ofenderá si su esposo le pide sacar la bola de cristal o lo que quiera que emplee en sus sesiones para echarle una mano en la búsqueda de empleo sin tener que ir despedazando sus principios.
Anna, su mujer, médico con intuición bruja multiplicada
Las redes sociales son la principal mirilla por la que asomarnos a la vida privada de Alberto Garzón. Frente a la discreción del expolítico, Anna destapa sin pudor sus asuntos más íntimos. Desde el sexo, o más bien falta de sexo, y la salud mental a los cambios en su imagen corporal. Sus problemas con la crianza ocupan un lugar favorito. La maternidad, dice, le ha permitido conocer una nueva Anna: «con mi nueva sensibilidad, mi nueva fuerza, mi intuición bruja multiplicada y mi sabiduría».
Después de varios años animando (o desanimando, según el día) a sus seguidores con sus golpes de ingenio, la esposa de Garzón anuncia que cada vez le cuesta más estar presente. Su vida personal está en plena revolución y siente que su cuenta está perdiendo esencia. En esa desgana confiesa «maternar es jodidamente agotador, te consume, te reclama, te cambia completamente por fuera y por dentro y, lo peor de todo, ocurre en un sistema en el que estamos solas». Y concluye: «No quiero que el sistema me respete. Yo quiero tumbar el sistema».
✕
Accede a tu cuenta para comentar