Regreso

Una nueva Melania entrena su vuelta a la Casa Blanca

Mientras Donald Trump confía en la victoria, su esposa se siente preparada para dejar huella en la historia

Melania Trump arrives at Phoenix Sky Harbor International Airport, in Phoenix, Ariz.
Melania Trump arrives at Phoenix Sky Harbor International Airport, in Phoenix, Ariz.Carolyn KasterAgencia AP

A la espera de una decisión judicial definitiva, la campaña presidencial de Donald Trump ya está en marcha. El Tribunal Supremo de Míchigan, un estado clave en las presidenciales de 2024, rechazó el miércoles la denuncia que buscaba evitar que el magnate dispute las primarias estatales del Partido Republicano. El fallo, que viene precedido de varios anteriores en este sentido, supone una victoria legal para él y un aviso para su mujer, Melania Trump.

Hasta ahora, la exprimera dama estadounidense se ha caracterizado por sus silencios, su hermetismo, su rostro hierático y una sonrisa a veces inquietante. Son rasgos que contrastan con la personalidad expansiva de Trump, que emerge sin cautela colérico, alegre, melancólico, flemático o arrebatador, según la ocasión. Si volviese a la Casa Blanca, esta vez la exmodelo de origen esloveno sería una mujer nueva. Al menos, así lo ha hecho saber. Su deseo es dejar huella, igual que hicieron algunas de sus antecesoras, defendiendo causas sociales, abanderando campañas o creando sus propias fundaciones. Tiene el precedente de Barbara Bush, que impulsó la alfabetización, Nancy Reagan, seguramente la primera dama más influyente dentro y fuera del país, o Rosalynn Carter, a cuyo funeral asistió el pasado noviembre. Precisamente fue esta última la que inventó la figura de primera dama al cambiar el rol tradicional de acompañante a figura activa en la política del país.

Donald y Melania Trump, a su llegada al resort de Mar-a-Lago tras dejar la Casa Blanca
Donald y Melania Trump, a su llegada al resort de Mar-a-Lago tras dejar la Casa BlancaCARLOS BARRIAREUTERS

Durante la presidencia de su esposo, desde enero de 2017 a enero de 2021, Melania no se limitó a ser mera anfitriona en la Casa Blanca, pero pesó el hecho de que nunca deseó que su marido ocupara la presidencia. Impulsó alguna iniciativa social, como la lucha contra los opiáceos o el ciberacoso a menores. Sin embargo, en sus apariciones públicas siempre conseguía que trascendiese más la forma que el fondo. Su gesto cabizbajo, incluso mohíno, o la retirada de la mano de su marido impedían que se revelase esa otra naturaleza más amable y cálida. Tampoco estuvo muy acertada en los estilismos que escogió para algunos actos, como el abrigo de 46.000 euros en un viaje a Italia, los tacones para visitar la zona afectada por el huracán Harvey o, sin ir más lejos, el abrigo de tweed gris que vistió en el funeral de Rosalynn Carter. Muy estiloso, pero disonante con el luto riguroso del resto de las primeras damas.

La nueva Melania será el resultado de las horas pasadas. Su intención es intensificar sus apariciones en los actos diplomáticos de alto nivel. Ha dejado atrás sus pasos de principiante y puede relajar sus obligaciones maternales, ahora que Barron es un joven de 17 años que supera los dos metros. Su presencia en las exequias de Carter, a pesar del detalle de la vestimenta, y su reciente discurso en la ceremonia de naturalización de ciudadanos en los Archivos Nacionales le han servido para saber que puede unir su nombre al de aquellas que han dejado huella en la historia por méritos propios.