Elecciones Estados Unidos
Por qué no hay jornada de reflexión en Estados Unidos
En un país en el que la libertad tiene tanto predicamento, limitar la difusión de mensajes políticos sería en la práctica imposible, además de un ataque a la Primera Enmienda de la Constitución
A diferencia de lo que ocurre en otros muchos países, Estados Unidos no tiene una jornada de reflexión antes de sus elecciones. En naciones como España, Francia, Italia, Argentina o México, el día previo a los comicios está reservado para que los votantes se tomen un respiro y descansen del martilleo diario de los políticos, sus promesas y sus descalificaciones al contrario. Por ello, los llamamientos al voto y la propaganda electoral, además de otras medidas más estrictas, están por lo general terminantemente prohibidos.
Sin embargo, esta circunstancia no forma parte del peculiar sistema electoral estadounidense, como se podrá comprobar de nuevo este lunes previo a las apretadas elecciones que dirimirán seguramente por un puñado de votos quién ocupará los próximos cuatro años el Despacho Oval, si la demócrata Kamala Harris o el republicano Donald Trump.
Una de las razones de la ausencia de la jornada de reflexión en EEUU es su fuerte protección de la libertad de expresión. La Primera Enmienda de la Constitución estadounidense garantiza este derecho, lo que impide al gobierno restringir la difusión de mensajes incluso en los días previos a la votación. Cualquier intento de limitar las declaraciones políticas durante este tiempo podría ser visto como una violación constitucional.
En concreto, esta Primera Enmienda tan invocada en Estados Unidos establece que "el Congreso no hará ninguna ley por la que se instituya una religión, o que prohíba el libre ejercicio de la misma; o que coarte la libertad de expresión o de prensa; o el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y a solicitar al gobierno una reparación de agravios".
Esta enmienda es una de las piezas centrales del Bill of Rights (Carta de Derechos) y garantiza varias libertades fundamentales, entre la que se encuentra como pieza troncal la libertad de expresión. Si aplicamos esto a las elecciones, como las que se celebran ahora en Estados Unidos, esta libertad permite que los ciudadanos, los medios de comunicación y los candidatos puedan hablar, publicar y difundir información sin restricciones gubernamentales, incluyendo en los días inmediatamente anteriores a la votación.
Por todo ello, imponer un periodo de silencio electoral podría ser visto como una forma de censura, ya que impediría a los partidos políticos, candidatos o incluso a los ciudadanos expresar libremente sus opiniones o realizar campañas en ese tiempo. En un país en el que los abogados tienen un papel tan determinante, cualquier intento de limitar estas expresiones está condenado a dirimirse en un proceso legal con pocas expectativas para el denunciante.
Jornada de reflexión: un concepto superado por las redes sociales
En cualquier caso, la propia figura de la jornada de reflexión y la prohibición de publicar encuestas de opinión en los días previos (una semana en el caso de España, por ejemplo) está cada vez más cuestionada por el propio ecosistema de la información, que hace que sea imposible impedir la difusión de mensajes electorales a través de internet y las redes sociales. En la práctica, imponer por decreto un apagón informativo resulta una quimera.
Por último, imponer una jornada de reflexión para todo el territorio estadounidense supondría un reto logístico difícil de abordar en un país con tantas regulaciones estatales. Cada estado tiene su propio conjunto de reglas y procedimientos electorales. En lo que sí coinciden todos es en un concepto de la libertad de prensa que defiende a capa y espada la libre circulación de información, el debate sin límites y la concepción del votante como alguien con suficiente madurez como para decidir sin necesidad de ponerle puertas al campo de la información electoral.
Esta no es, por cierto, la única particularidad del modelo electoral en Estados Unidos, que se diferencia de la mayoría, por ejemplo, en que los ciudadanos tienen la opción de votar de forma anticipada, tanto por correo como en persona, en muchas zonas del país, lo que hace que los colegios electorales ("centros de votación", según la denominación oficial) permanezcan abiertos incluso durante semanas.
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