Reunión histórica
El encuentro Trump-Putin con distintos objetivos
Mientras Putin ganaba tiempo para conquistar el Donbás, Trump advertía de consecuencias «muy severas» si no se negociaba la paz
A punto de reunirse en la Base Conjunta Elmendorf–Richardson (Alaska), en un encuentro histórico, el presidente Donald Trump y Vladimir Putin han llegado con objetivos contrapuestos, y sin la participación de Ucrania. Trump, que le había prometido a sus socios europeos buscar el fin de la guerra en Ucrania y ellos le habían dejado claro que modificar las fronteras de este país no era negociable, llegó a la cumbre con mensajes ambiguos sobre las expectativas tras haber ido rebajando las posibilidades de lo que podría conseguir.
Han sido días de mucha diplomacia entre bambalinas con un Trump que a ratos se mostraba confiado de que esta reunión pusiera fin al conflicto, pero con otros momentos en los que parecía recordar que ya en el pasado, Putin le demostró su volatibilidad.
Para Trump era importante salir de esta reunión con algo que celebrar después de la frustración que ha sentido, viendo como su homólogo ruso lo manipulaba. Por su parte, Putin llegaba a Alaska tras hacer una parada en territorio ruso, en la región oriental de Magadán, con otra idea en la cabeza: congraciarse con su homólogo norteamericano y ganar tiempo para conquistar militarmente el Donbás y evitar sanciones, arrastrando a EE UU a un proceso de negociación interminable que mientras dure le garantizará que no se intensifiquen las represalias. Moscú también quiere reafirmar su dominio sobre Kiev, con el ojo puesto en ampliar su control sobre la totalidad de Lugansk y Donetsk. No había más que analizar la indumentaria con la que llegó al encuentro el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergey Lvrorv, quien se mostró hermético a la hora de opinar sobre las expectativas de la cumbre, pero que lanzó un mensaje inequívoco con su jersey. En él estaban bordadas las letras «CCCP», las siglas en cirílico de la antigua Unión Soviética, a la que Ucrania perteneció en su día.
En los últimos días, el líder ruso también ha estado elogiando el esfuerzo de Trump por poner fin a la guerra, insinuando que durante la cumbre, Moscú y Washington podrían llegar a un acuerdo sobre el control de armas nucleares. Además, la guerra se está alargando más de lo que el Kremlin esperaba y esta cita era una oportunidad para tratar de alejar a EE UU de Ucrania, debilitando así las fuerzas de su enemigo.
La delegación procedente de Moscú incluyó un equipo de profesionales empresariales y al líder norteamericano también le acompañaron sus dos principales asesores económicos, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, y el de Comercio, Howrad Lutnick. Un buen síntoma de negociación, pero Trump ya había dicho en sus redes sociales a primera hora que, a pesar de que le parecía excelente que el Kremlin estuviera abierto a mejorar los lazos económicos, no se avanzaría en esta cuestión hasta que acabara la guerra.
A la comitiva estadounidense también se sumaban los dos asesores que más han trabajado con Trump para poner fin al conflicto ruso-ucraniano: el secretario de Estado, Marco Rubio, y el enviado especial, Steve Witkoff, que la semana pasada se reunión con Putin en Moscú. Los acompañaba además el director de la CIA, John Ratcliffe, y el principal redactor de discursos de Trump, Ross Worthington, además de su secretaria personal, Will Scharf, encargada de la gestión de los documentos que firme el presidente.
Se espera que la reunión en Alaska, territorio que en el pasado estuvo bajo dominio ruso, comenzara a las 11:30 de la mañana hora local (las 15:30 en Washington y 21:30 horas en España). Según el secretario de prensa ruso, Dmitry Peskov, se preveía que el encuentro durara, al menos, entre 6 y 7 horas. Peskov también reveló que la parte rusa esperaba que la reunión fuera «fructífera». Afirmó que las conversaciones individuales entre Trump y Putin «se llevarán a cabo con la participación de asesores», algo diferente a la información que llegaba de los medios de comunicación norteamericanos, que el viernes por la mañana apuntaban a un encuentro inicial entre ambos mandataros acompañados únicamente de los intérpretes. La agenda que se había dado a conocer revelaba que al terminar estaba previsto que se unieran cinco funcionarios de cada delegación. Se esperaba también que hubiera una rueda de prensa con los detalles de la cumbre, pero no estaba claro si la realizarían de manera conjunta.
Antes de poner rumbo a Anchorage desde la Base Conjunta Andrews a primera hora de la mañana del viernes, Trump lanzaba un mensaje en sus redes sociales: «¡¡¡HAY MUCHO EN JUEGO!!!.», y ya a bordo del Air Force One aseguraba ante los periodistas que no se reunía con Putin «por mi salud. No lo necesito. Me gustaría centrarme en nuestro país, pero hago esto para salvar muchas vidas». Añadió que, si Putin no acepta poner fin a la guerra, las consecuencias serían «muy severas».
A bordo del mismo avión, y pocos minutos después, aseguró que no viajaba a Alaska para negociar un acuerdo en nombre de Ucrania, a quien no se le ha permitido asistir a esta cumbre; su objetivo era lograr que Putin se sentara a la mesa. Resaltó que no sabía si el acuerdo para poner fin a la guerra se produciría este viernes. “No sé si será hoy, pero no estaré contento si no es hoy. Todos han dicho que no podrá ser hoy. Solo digo que quiero que paren las muertes». Preguntado por el periodista Bret Baier de Fox News sobre cómo esperaba que vaya la cumbre con Putin, el magnate republicano dijo que espera que salga «muy bien. Y si no, me iré a casa rapidísimo». También se mostraba al tanto de lo que ocurría en el campo de batalla mientras él se dirigía al encuentro: «Él cree que le da fuerza para negociar», aseguraba refiriéndose a Putin y a los ataques rusos sobre Ucrania previos a las conversaciones. «Hablaré con él sobre esto más tarde», aclaró.