Oriente Próximo
Preocupación y dudas ante el desafío hutí en el mar Rojo
Estados Unidos refuerza su presencia naval en la zona mientras los rebeldes yemeníes aseguran que seguirán atacando buques mercantes y territorio israelí
Mientras las Fuerzas de Defensa de Israel prosiguen bombardeando objetivos de Hamás en Gaza casi 80 días después, el riesgo de escalada en el mar Rojo se incrementa. Los rebeldes proiraníes de Yemen, más conocidos como los hutíes, no ceden en desafío tras el anuncio de la iniciativa estadounidense de desplegar una fuerza marítima internacional en aguas del golfo Pérsico –que contaría ya con el apoyo de más de veinte países– con el objetivo de mantener la seguridad en la zona y garantizar el comercio internacional.
Los sublevados chiíes –que controlan gran parte del norte y el oeste del territorio yemení– aseguran que no dejarán de atacar intereses estadounidenses e israelíes desde que comenzó la guerra en Gaza, como tampoco de bloquear a los buques propiedad de empresas de Israel o que se dirijan a este país. El movimiento denominado oficialmente Ansar Allah, que se traduce como «Partidarios de Dios», de adscripción chií zaidí, nacionalista, antisuní y antisionista, emergió a comienzos de los 2000, primero como opositor a Alí Abdalá Salé, que gobernó de manera autoritaria hasta su en 2012.
Mohamed al Bukaiti, miembro del brazo político de los rebeldes, insistía esta semana en que las citadas operaciones «no se detendrán» mientras «no terminen los crímenes de genocidio en Gaza», en referencia a la operación antiterrorista de las FDI contra Hamás en la Franja tras el 7 de octubre, «incluso si EE UU tiene éxito a la hora de movilizar al mundo entero». Un alto cargo del movimiento, Mohamed Ali al-Houthi, era más explícito aún en su amenaza: «Todo país que actúe contra nosotros convertirá a sus barcos en blanco en el mar Rojo».
El lanzamiento de la bautizada como operación Guardián de la Prosperidad, anunciada el pasado lunes por Washington, supondrá la ampliación de la fuerza marítima multinacional presente en aguas del Golfo ante los ataques –empleando drones y misiles– perpetrados en las últimas semanas por los rebeldes proiraníes contra buques mercantes y los lanzamientos de proyectiles hacia territorio israelí. Según las autoridades estadounidenses, que consideran a los hutíes «una amenaza global sin precedentes» que «requiere acción colectiva», se contabilizan ya más de cien ataques con drones y misiles contra diez buques mercantes en aguas del mar Rojo –por ahora ninguno de ellos ha causado víctimas–.
Temor a una expansión regional del conflicto
Por el momento, ante el temor de que el conflicto con epicentro en Gaza se expanda por todo Oriente Medio, Estados Unidos –que ha pedido a Israel que rebaje la intensidad de los bombardeos en la Franja– se decanta por la vía marítima en detrimento de la opción de bombardear directamente los almacenes de drones y misiles de los sublevados chiíes en territorio yemení –hasta ahora ni Washington ni ninguno de sus aliados lo han hecho–.
El mayor riesgo de la situación es que la ofensiva liderada por Estados Unidos acabe arrastrando directamente a Irán, patrocinador de un buen número de fuerzas proxy a lo largo de la región, en el conflicto. Teherán, que niega su implicación en los ataques perpetrados por los insurgentes en Yemen –como ya lo hizo con Hamás–, advertía la semana pasada a Estados Unidos de que tendría que enfrentarse a «problemas extraordinarios» si acababa desplegando una fuerza multinacional en aguas del mar Rojo.
Sin haya de sorprender demasiado, este viernes una información de The Wall Street Journal aseguraba citando fuentes de inteligencia occidentales que fuerzas paramilitares iraníes –destacadas en un buque «espía»– están proporcionado información sobre el tráfico marítimo en el mar Rojo a los hutíes, que los rebeldes emplean para sus ataques con drones y misiles. «Los hutíes no cuentan con la tecnología de radar para alcanzar a los buques», aseguraba una de las fuentes del citado artículo.
Además, una ofensiva bélica directamente sobre territorio yemení controlado por los rebeldes pro Teherán podría reactivar la guerra que libran desde 2015 la coalición liderada por Arabia Saudí en apoyo del Ejército yemení contra los hutíes después de meses de distensión y diplomacia derivados de la normalización de relaciones iniciada por Arabia Saudí e Irán, las dos potencias regionales patrocinadoras de cada uno de los bandos en el conflicto. A comienzos de 2022 el conflicto se había cobrado más de 377.000 vidas y obligado a desplazarse a cuatro millones más según Naciones Unidas.
El objetivo de la misión –en la que participarán Bahréin, Canadá, Francia, Italia, Noruega, Países Bajos, Reino Unido y Seychelles entre otros– no es otro que evitar la alteración del comercio marítimo internacional y mantener su seguridad en una de sus rutas principales. En las últimas fechas, varias compañías –entre ellas los colosos del transporte CMA CGM, Hapag-Lloyd, Maersk y MSC, que copan más de la mitad del comercio de contenedores a escala mundial, y la petrolera BP– han anunciado que suspenden sus operaciones en la zona o que desviarán a sus barcos a través de vías mucho más largas. Las posibles consecuencias son la interrupción en las cadenas logísticas y el incremento de los costes comerciales.
La citada misión quedará bajo mando de las Fuerzas Marítimas Combinadas, una alianza multinacional dedicada a defender las rutas marítimas internacionales, y concretamente de la Task Force 153 –establecida en abril de 2022–, que opera en el mar Rojo, el estrecho de Bab el Mandeb y el golfo de Adén. Aún se desconoce el plan concreto de acciones que llevará a cabo la coalición multinacional para tratar de contrarrestar la amenaza rebelde en un Oriente Medio a pique de la escalada.
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