
Defensa
Rusia tiene un problema con sus misiles: produce tantos como dispara, ¿se ha estancado su producción?
La inteligencia militar de Ucrania apunta que Rusia lanza de inmediato todos los misiles que produce para la guerra, sin lograr formar arsenales, mostrando el elevado ritmo de su consumo en el frente

La agresión rusa contra Ucrania se mantiene a través de una campaña de ataques con misiles, cuyo objetivo principal, según informes de inteligencia ucraniana, no ha variado. Estas ofensivas combinadas buscan neutralizar los sistemas de defensa aérea ucranianos, así como su aviación y aeródromos.
Asimismo, se apunta a las estructuras de mando de las Fuerzas Armadas, las unidades militares en general, la logística y el complejo industrial de defensa del país agredido. Sin embargo, detrás de esta campaña persistente, la capacidad de producción de misiles del Kremlin se encuentra bajo una presión considerable, revelando una realidad incómoda para Moscú.
De hecho, Vadym Skibitskyi, subjefe de la Dirección Principal de Inteligencia de Ucrania (HUR), ha declarado que, si bien Rusia continúa produciendo y mejorando su arsenal, cada proyectil fabricado se lanza casi de inmediato. Esta dinámica impide la acumulación de reservas y evidencia que la capacidad industrial rusa no alcanza a cubrir las demandas impuestas por la contienda.
La compleja red de abastecimiento y sus flaquezas
Según fuentes como United24media, esta situación se ha observado de forma clara con los misiles de crucero Kh-101, los Kalibr y los Kinzhal, que son disparados tan pronto como están disponibles. Pese a esta limitación general, Moscú ha logrado un aumento notable en la producción de sus misiles balísticos y de crucero Iskander, un desarrollo crucial.
Por otro lado, para sostener este ritmo de fabricación y sortear las amplias sanciones internacionales, Rusia ha optado por establecer una intrincada red de adquisición. Se ha documentado que el Kremlin obtiene equipos de fabricación avanzados de países como China, Taiwán y Bielorrusia.
En este sentido, la evasión de los controles internacionales se efectúa a través de una cadena de intermediarios, una táctica que le permite mantener el flujo de componentes esenciales. Esta dependencia externa contrasta con sus propios intentos de desarrollo tecnológico, como la creación de un sistema de navegación de misiles que, según la inteligencia ucraniana, aún no ofrece la fiabilidad necesaria, lo que resulta en impactos sobre objetivos civiles.
En definitiva, la estrategia militar rusa, aunque implacable en sus ataques, se apoya en una base industrial que opera al límite de sus posibilidades, recurriendo a mecanismos de abastecimiento opacos para suplir sus carencias. Esta vulnerabilidad, junto a las limitaciones tecnológicas internas, marca un desafío persistente para el Kremlin en el sostenimiento de su ofensiva.
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