Transporte

Así es Klein Vision, el coche volador que realmente vuela

El Klein Vision, un prototipo nacido en Eslovaquia, voló durante una media hora y luego se “transformó” para circular por carreteras normales.

Klein Vision
Klein VisionKlein VisionKlein Vision

Llevamos hablando de coches voladores desde (casi) siempre, con prototipos más o menos imaginativos que de vez en cuando asoman, proponiendo soluciones fascinantes, cayendo (no en sentido figurado) en el olvido. Porque aunque unir el mundo de los aviones con el de los coches es ciertamente fascinante, hay un mar (o cielo, en este caso) entre el decir y el hacer.

Y, sin embargo, hay quien sigue intentando traer a casa resultados de cierta importancia, como el Klein Vision, un coche volador de origen eslovaco que hace unos días recorrió una corta distancia en el aire, convirtiéndose después en un coche (muy especial). Un transformador en carne y hueso, un viaje corto con un panorama inimaginable con Stefan Klein al volante, cofundador de la empresa y siempre con la idea de construir un coche volador. Esta vez parece haberlo conseguido, pero el éxito de la prueba es sólo el primero de los muchos pasos que hay que dar antes de dar el “visto bueno” a la producción en serie.

 

La nueva prueba se realizó entre los aeropuertos de Nitra y Bratislava, a unos 60 km de distancia. Se trata de un trayecto que llevaría aproximadamente una hora en coche (son todas carreteras estatales), a menos que su coche no vuele. En ese caso, el tiempo se reduce a unos 35 minutos, desde el despegue hasta el aterrizaje, volando a una altitud de unos 2.500 metros.

Si un coche normal tiene que pasar estrictas pruebas de choque antes de salir a la venta, un avión tiene que cumplir aún más requisitos. Y al ser un híbrido, el Klein Vision tiene que ocuparse tanto del transporte sobre ruedas como del aéreo. El objetivo es tener el vehículo dentro de unos años, con un peso no superior a 800 kg.

Pero, ¿cómo es exactamente el coche volador de Klein? Definirlo como “bonito” es difícil, pero desde luego no le falta encanto y, a diferencia de los muchos conceptos vistos en los últimos tiempos, no se limita a parecerse a un gran dron, manteniendo intactos los aspectos de un avión ultraligero. Exactamente igual que su rival (y a menudo llamado) Terrafugia Transition. Sin embargo, a diferencia del concepto americano, el Klein Vision, una vez en el suelo, esconde las alas dentro de la carrocería (o fuselaje) y retira el timón trasero.

El resultado es un deportivo no especialmente agraciado, con un alerón trasero más que exagerado, ruedas traseras carenadas y un habitáculo para dos personas. Una cabina que refleja plenamente la doble alma del coche volador: elementos circulares analógicos frente al conductor, monitor táctil en el centro.

En la parte trasera se encuentra el propulsor, impulsado por un motor BMW de 160 CV (en el futuro podría ser de 300) capaz de alcanzar 300 km/h en el aire, con una autonomía de casi 1.000 km.