Madrid

El Gobierno de Ayuso se rearma: discurso nacional frente a Moncloa y el independentismo

La presidenta intensifica el combate ideológico frente a Sánchez y sus socios con una reivindicación de la gestión de Madrid en materia sanitaria, educativa y fiscal

Las continuas pugnas entre Moncloa y Sol a cuenta de la gestión sanitaria de la pandemia, incluido el desdén del Ministerio de Sanidad a la estrategia con la que Madrid ha logrado aplanar la segunda ola; el «shock» que supuso el acuerdo entre el Gobierno de Sánchez y ERC para forzar, a través de la llamada armonización fiscal, a Isabel Díaz Ayuso a subir los impuestos; la ofensiva generalizada del PSOE, Podemos y el resto de socios de la coalición contra Madrid. El contexto al que han dado forma estas tres circunstancias ha impulsado la figura de Díaz Ayuso en las últimas semanas. Siempre bajo el foco, la presidenta madrileña, lejos de esconderse, ha impulsado una estrategia en la que el discurso nacional, a través de la reivindicación de su gestión en Madrid y la propia idiosincrasia de la región, y el combate contra el Ejecutivo de Sánchez y contra los independentistas se han configurado como ejes.

Basta echar un vistazo a la agenda de la presidenta esta misma semana. El martes, la inauguración del Hospital Enfermera Isabel Zendal fue la imagen del día. El Gobierno de Sánchez despreció la apertura del que es el primer hospital de pandemias de Europa, levantado en apenas tres meses y con capacidad para aumentar la asistencia de Madrid en más de mil camas. Moncloa envío a la secretaria de Estado de Sanidad. Ayuso, sin embargo, insistió una vez más en que el Zendal será un centro hospitalario abierto a las necesidades no sólo de Madrid, sino del conjunto del país.

Un día más tarde, la presidenta pasó a la ofensiva contra el independentismo catalán. Y, en particular, contra el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián. El dirigente independentista aprovecha con frecuencia sus intervenciones públicas para cargar contra Madrid y reivindicar el acuerdo alcanzado con Sánchez para acabar, según sus palabras, con el paraíso fiscal de nuestra región. Ayuso realizó entonces su ya célebre conversión en «zendales» –en alusión al nombre del hospital de pandemias– de los gastos del Govern catalán en partidas en favor de la ruptura con España: «Sólo en TV3 se gastan 303 millones de euros, lo que equivale a tres zendales... Los catalanes pagan al año 34 zendales en impuestos». El jueves, en la Asamblea, Ayuso puso en valor la política fiscal de Madrid: «No roba Madrid, no roba España, roban los independentistas. Y la sociedad catalana se ha dado cuenta. Las medidas fiscales y económicas que hemos puesto en marcha aquí nos han convertido en un paraíso, pero en un paraíso de libertad». El viernes, Ayuso presidió en Sol el tradicional acto con motivo del Día de la Constitución y redobló su compromiso «con la libertad, la Monarquía parlamentaria, el pluralismo político y la unidad de España».

Y ayer, volvió a rendir tributo a la Carta Magna del 78, esta vez en un acto del PP de Madrid. Aprovechó la cita para contestar al vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, que sólo unas horas antes había situado a los populares fuera del terreno democrático: «Un chavista, como es él, ha decidido quien está dentro o no de la democracia. Un chavista en España dice quién está o no en la democracia. Y esto es inaceptable y este tipo de políticos hay que apartarles». En este discurso, pronunciado precisamente a los pies del monumento a la Constitución levantado en el Paseo de La Castellana, Ayuso hizo autocrítica al señalar que la situación actual no es sólo responsabilidad de quienes buscan destruir los consensos de la Constitución: «Nosotros hemos dejado de defender lo normal, cuando hemos dejado de denunciar cualquier desmán contra las instituciones, de defender nuestras tradiciones, cuando no hemos vendido suficientemente los logros de nuestro país, cuando hemos estado pactando sobre debates estériles que no ayudaban a los ciudadanos». E hizo un llamamiento a combatir el discurso del «odio» que, a su juicio, abanderan la izquierda y los nacionalismos: «Es el momento cada vez más de arrinconarles porque son muchos menos, por muy revolucionarios o muy organizados que estén», añadió.