Emoción, sufrimiento, alegría en el Jueves Santo de Madrid

Silencio. Han sido dos años de silencio impuestos por la pandemia. Y uno más, 2019, por la lluvia. Ayer la espera llegó a su fin y había ganas. El corazón de la ciudad, a rebosar, la calle Toledo, por ejemplo, o la del Nuncio y Ortega u Gasset también, dieron buena cuenta este Jueves Santo de hasta qué punto los madrileños necesitaban reencontrarse con sus imágenes. Con Jesús el Pobre, con María del Dulce Nombre, con el Divino Cautivo, con Jesús del Gran Poder y con la Esperanza Macarena.

Y con silencio empezó la tarde. No importaba que el exterior de la Iglesia de San Pedro El Viejo estuviera lleno de gente. Con los balcones también hasta la bandera. Esperaban la salida de Jesús el Pobre. Y se hizo de rogar, hasta 20 minutos sobre la hora prevista. Un total de 48 anderos portaron el paso. La altura de la puerta de la iglesias convirtió, como cada año, ese momento inicial en uno de los más especiales y complicados del itinerario. «Muy cortitos los pasos». «El corazón aguanta esto y mucho más». «Estamos preparados para sufrir». Las instrucciones fueron precisas y la salida de la imagen, a pulso, se concreto sin sobresaltos. «El izquierdo más abajo». «El derecho». «Vamos a rezar un poco». «Un apretón final». «Muy cortito». «Al hombro».

Entonces sí, con Jesús el Pobre ya en la calle, el silencio de cuatro años, desde la Semana Santa de 2018, se acabó. Aplausos entre los acordes del himno nacional. También lágrimas. En la salida y en otros puntos del recorrido, como a su paso por la calle del Cordón. «Con dulzura». «Vámonos de frente». O en su espectacular llegada a la plaza de la Villa, también atestada de devotos deseosos de ver uno de los momentos más esperados de la Semana Santa madrileña. Allí el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida, realizó una de las muchas «levantás» de la tarde noche, con «el señor de Madrid» como protagonista.

A unos pocos cientos de metros de la calle del Nuncio, de dónde había partido Jesús el Pobre y María del Dulce Nombre, y unos minutos antes de las ocho de la tarde, la imagen de Jesús del Gran Poder comenzó a moverse, camino de su reencuentro con los fieles que se agolpaban a las puertas de la Colegiata de San Isidro. Y tras él, la Esperanza Macarena, acompañada por un puñado de sevillanos, de la Asociación de Amigos de la Música de Herrera. Y los contrastes. Túnica negra de cola, con ancho cinturón de esparto en el cortejo del Señor, y blanca de capa con antifaz de terciopelo de color verde en los tramos de la Virgen. «Al cielo. Vamos a demostrar lo que llevan ustedes dentro, son unos valientes. Es lo que llevamos cuatro años esperando». Valentía requiere, desde luego, llevar este paso porque la previsión de la hermandad contemplaba que el recorrido se prolongase hasta bien entrada la madrugada. «Cuando hay sentimiento no hay peso. Son momentos especiales». Emoción, sufrimiento, alegría. La Esperanza Macarena estrenó, además, techo de palio con la imagen de la patrona de la ciudad, la Virgen de la Almudena. El recorrido estuvo marcado por los «vivas» atronadores a la Virgen.

También vivió ayer un día de estreno, en el barrio de Salamanca, la procesión del Divino Cautivo, la talla elaborada por Mariano Benlliure. Porque, la de ayer fue la primera vez en la que esta imagen salió en andas, en sustitución de las ruedas.