Política

Warren contra Madrid

A Warren todo esto le puede salir mal, pero no olvidemos que de varios contratiempos ha salido antes ileso

Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, atrajo todas las miradas con esta noticia que llevó nuestro periódico a portada: «El Gobierno apoya el impuesto contra Madrid que exige Puig. Escrivá se suma a la ofensiva contra Ayuso y defiende compensar el efecto capitalidad».

Tras el escándalo consiguiente, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, salió a desmentir a su compañero, asegurando que la propuesta «ni está en la agenda del Gobierno, ni lo va a estar nunca». El pequeño problema es que por supuesto que está en la agenda, y va a estar allí siempre. Hay dos pruebas convincentes de ello. Una es la subida del gasto público, y la otra es la insistencia de la izquierda en la «armonización fiscal», que para los madrileños significa pagar más impuestos. Todo el mundo lo sabe, y de ahí que la estrategia de Warren y sus secuaces sea arrojar mucha tinta para neutralizar el coste político de dicha armonización/sablazo.

El objetivo de la izquierda es impedir que el fiasco electoral que cosechó en Madrid en 2021 se repita en 2023 en España, y acabe con el poder de Warren. Ante la dificultad de recuperar en solo dos años el voto perdido en Madrid, Warren decide sacrificar esta pieza, aunque procurando que se note lo menos posible, y utilizar el capital político que pierde en la autonomía madrileña para tapar vías de agua en otros lares. De ahí va lo de enseñar la patita secundando el mensaje antimadrileño de Puig, que encaja bien con los independentistas catalanes y la ultraizquierda de toda laya, claves para conservar a Warren en el Palacio de la Moncloa. La jugada es sin duda arriesgada, porque depende de que muchas españolas se traguen el cuento de la «capitalidad» y el «dumping fiscal» de Madrid, y crean que el Gobierno dizque progresista las va a proteger fiscalmente, cuando pretende birlarles sus carteras.

Para esa operación la izquierda desarrollará una campaña de propaganda, que insistirá en los bulos fiscales de rigor: en España se pagan pocos impuestos, la competencia fiscal es mala, solo se trata de castigar a las infames «rentas altas», y demás mentiras.

A Warren, repito, todo esto le puede salir mal, pero no olvidemos que de varios contratiempos ha salido antes ileso. Y, además, no parece que tenga otra alternativa.