Encuesta

Una de cada dos personas ha reducido la práctica deportiva desde el inicio de la pandemia

El sueño y la alimentación también han empeorado

Hombre corriendo por la calle mirando su reloj para ver su frecuencia cardiaca.
Hombre corriendo por la calle mirando su reloj para ver su frecuencia cardiaca.Rec

Pese a que tras el primer estado de alarma era más frecuente de lo habitual ver a gente hacer deporte por la calle, lo cierto es que muchos ciudadanos han optado por no ir al gimnasio al menos hasta que no estén vacunados, por lo que cada vez llevamos una vida más sedentaria. Así lo demuestra una encuesta realizada por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en la que han participado 1.707 personas de entre 25 y 74 años..

En concreto, en lo que se refiere a los hábitos de práctica deportiva (frecuencia, constancia, etc.), el 47% de los encuestados refiere que han empeorado. Una circunstancia especialmente común entre los mayores de 60 años y quienes residen en zonas urbanas.

Respecto a los hábitos de sueño (tiempo, calidad del descanso, etc.), la sensación de que han empeorado es común al 32% de los encuestados. Y los grupos de población más afectados corresponden a las personas de entre 40 y 59 años y a los desempleados.

La situación se repite en el caso de la nutrición. Los buenos hábitos en la alimentación (más equilibrada, saludable, etc.) han empeorado igualmente para un 21% de los ciudadanos, también con más frecuencia entre los desempleados. Aunque en este caso un 13% de los encuestados refiere que sus hábitos alimenticios han mejorado.

El deterioro de los hábitos de vida saludables afecta directamente a la salud, tanto física como mental. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sedentarismo es uno de los principales factores de muerte prematura, dado que incrementa el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, cáncer o diabetes. De ahí la importancia de compensar la falta de práctica deportiva con algún tipo de actividad física.

Del mismo modo que existen prácticas que contribuyen de forma significativa a combatir el insomnio, como mantener un horario regular del sueño, realizar actividad física de forma regular, evitar cenas copiosas o no mirar el móvil un tiempo antes de irse a dormir.