
Psicología
Silvia Severino, psicóloga: “Las emociones como el rencor, el miedo o la culpa pueden acumularse y afectar a tu bienestar”
La psicóloga advierte sobre los efectos de la “basura emocional” y propone seis pasos para liberar las emociones que, si no se gestionan, pueden afectar la salud mental y física

A lo largo del día acumulamos más cosas de las que imaginamos: trabajo, preocupaciones, prisas, pendientes… y también emociones. Según la psicóloga Silvia Severino, muchas de esas emociones: el rencor, la culpa, el enfado o el miedo quedan sin procesar y terminan convirtiéndose en una carga invisible que deteriora nuestro equilibrio emocional. “Las emociones desagradables no desaparecen por arte de magia; si las ignoramos, se acumulan y afectan a nuestro bienestar”, advierte en uno de sus últimos vídeos subido en redes sociales, donde invita a “no acumular basura emocional”.
El concepto no es nuevo, pero la psicóloga lo traduce a un lenguaje accesible: del mismo modo que acumulamos objetos innecesarios en casa, también podemos llenar nuestra mente de pensamientos y sentimientos no resueltos. Dejar que se acumulen puede alterar el sueño, el estado de ánimo e incluso la salud física. Estudios como el publicado por la American Psychological Association confirman que la supresión constante de emociones intensifica los niveles de estrés y se asocia con mayores tasas de ansiedad, hipertensión o fatiga crónica. Silvia Severino propone seis pasos para liberar estas emociones negativas.
1. Reconocer las emociones
El primer paso, explica la psicóloga, es reconocer lo que sentimos. No se trata de negar ni de reprimir, sino de observar con honestidad. “No las ignores. Vívelas y entiéndelas”, recomienda. Ese proceso de validación es clave: nombrar la emoción permite identificar qué la provoca y qué parte de nosotros necesita atención.
2. Aceptar las emociones sin luchar contra ellas
Después llega la aceptación, un punto que muchas veces cuesta más que el reconocimiento. Aceptar no significa conformarse ni justificar lo que duele, sino dejar de luchar contra ello. “No te juzgues y no te castigues”, insiste Severino. En psicología, aceptar la emoción se asocia con una mejor regulación emocional y una menor reactividad fisiológica: en otras palabras, quien acepta lo que siente sufre menos desgaste.
3. La gratitud como antídoto
Una vez reconocidas y aceptadas las emociones, Silvia propone practicar la gratitud. Puede parecer un gesto menor, pero los beneficios están ampliamente documentados. Diversas investigaciones de la Universidad de Berkeley muestran que escribir a diario tres cosas por las que uno se siente agradecido mejora el bienestar y reduce síntomas de depresión hasta en un 30 %.
La psicóloga recomienda escribir en un diario “las cosas por las que estás agradecida o tus logros personales”, una práctica que entrena el cerebro para fijarse más en lo positivo que en lo negativo. “Es una estrategia para centrarte en lo que sí tienes, y no solo en lo que falta”, explica.
4. Aprender a poner límites
El cuarto paso tiene que ver con algo que muchas personas confunden con egoísmo: establecer límites saludables. “Aprender a decir no a las personas o situaciones que no nos nutren es una forma de autocuidado”, sostiene Severino. Poner límites no solo protege la energía emocional, también mejora las relaciones, porque permite comunicarse desde la autenticidad y no desde el resentimiento.
5. Actividades que generen bienestar
El siguiente consejo es dedicar tiempo a actividades que generen placer o calma, desde caminar al aire libre hasta bailar, pintar o leer. No se trata de distraerse, sino de crear espacios de bienestar real. Estos momentos, recuerda la psicóloga, “aumentan la serotonina”, el neurotransmisor vinculado a la felicidad y la estabilidad emocional.
6. La meditación y el trabajo constante
El sexto paso es meditar a diario. Según Severino, la meditación ayuda a reconectar con uno mismo y a analizar el día con serenidad: “Es mi manera de aquietar mi mente, calmarme y poder analizar qué cosas me han aportado y cuáles no”. La ciencia respalda esta idea: investigaciones del National Center for Complementary and Integrative Health muestran que la práctica regular de mindfulness reduce los niveles de cortisol (la hormona del estrés) y mejora la concentración y el sueño.
Pero la psicóloga insiste en que ninguna herramienta sustituye la terapia profesional. “No es magia ni sustituto de tratamientos médicos. Es un complemento que ayuda si decides trabajar en ti”, recuerda. El cambio emocional, dice, llega cuando dejamos de esperar soluciones externas y nos implicamos activamente en nuestro propio bienestar.
“Más que buscar sanar, busco tener paz interior”, concluye Severino. Su mensaje resume una filosofía sencilla pero poderosa: las emociones no se eliminan, se gestionan. Y hacerlo con conciencia, gratitud y límites claros puede ser el primer paso hacia una vida más equilibrada.
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