Pitingo: “A Irene Montero le cantaría una buena bulería de Cádiz irónica, puñetera, graciosa”
El artista onubense ensaya con pericia los últimos ajustes musicales de su homenaje a Chabuca Granda, que tendrá lugar mañana en el madrileño patio central de Conde Duque
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Confiesa el de Ayamonte en mitad de nuestra festiva conversación marcada por la asfixiante canícula que desprende el microclima de una pequeña terraza de un restaurante de Tres Cantos elegido para el encuentro, que a finales de año se irá a vivir a Punta Cana con su familia por la proximidad de lugares tan profesionalmente jugosos para un artista como Estados Unidos o Hispanoamérica. Pero Pitingo siente español cada pelo de su cuerpo y de momento, aprovecha estos días en Madrid para exprimir los ensayos de un homenaje musical a la gran Chabuca Granda que tendrá lugar mañana en el patio de Conde Duque, dentro de la programación estival de los Veranos de la Villa. Mientras su hijo Manuel escucha atento y sentado, con la curiosidad blanca de la inocencia marcada en la cara y un incipiente fervor madridista asomando por el escudo de su camiseta las respuestas de su padre, nosotros aprovechamos para charlar con el artista sobre la radicalidad imperante en redes sociales, la valentía innovadora de figuras con solera como Patanegra o “El Lebrijano” dentro del flamenco, la personalidad atrayente de Chabuca, el desvirtuado significado de españolidad o el olor del verano.
P. ¿A qué huelen, suenan y saben los veranos de Pitingo?
R. Huelen a dama de noche, que es el olor de mi tierra, Ayamonte. ¿A qué saben? A pescaíto frito, que me gusta también mucho. Y suenan a muchas cosas, a todas las músicas del mundo. Suena a flamenco, a góspel, a música latina.
P. ¿Cuál ha sido su relación con la música de Chabuca Granda?
R. Si te soy sincero, similar a la de todo el mundo. Conocía “La flor de la canela”, “Fina estampa”… También sabía algunas cosas del folclore peruano, pero no profundamente la discografía de Chabuca ni su historia. Cuando los Veranos de la Villa me ofrecieron este proyecto, al principio dije que me lo tenía que pensar. Contactamos con el guitarrista de Chabuca, Lucho González (lleva con ella desde los 17 años) y cuando él empezó a explicarme la vida de ella y el porqué de cada canción, la historia real que existía detrás de cada tema, dije: sí quiero. Ahora mismo, como yo digo, estoy “enchabucao” perdido, no te puedes imaginar lo que me ha cautivado esta mujer. Además también me puse en contacto con una gran amiga suya y compañera de piso, Susana Vaca, una cantante mulata exquisita y maravillosa que me contó cosas de ella y su carácter: era una mujer con mucha personalidad, muy adelantada a su tiempo. Ya no se trata de hacer un homenaje a Chabuca con este concierto, sino de descubrir quién es. Perú es uno de los pocos sitios de Latinoamérica que no conozco pero a través de sus canciones he conseguido imaginar las calles por las que ella caminó y los sentimientos que experimentó.
P. A pesar de nacer en una familia burguesa y considerarse más bien conservadora, ella gozaba de grandes amistades con políticos y escritores progresistas como César Calvo o Antonio Cisneros. ¿Actualmente es posible confraternizar con el que piensa distinto?
R. No (risas). Por mi parte no hay problema. Yo tengo mis amigos, mi gente e incluso mis músicos que piensan de forma diferente a como puedo pensar yo políticamente, que creen en religiones distintas y proceden de diferentes culturas y nos llevamos bien. Pero ahora mismo la cosa es complicada, y ya no el simple hecho de poder ponernos de acuerdo, sino conseguir respetarnos. Para mí la palabra más importante es el respeto. Y Chabuca efectivamente venía de una familia burguesa y nunca tuvo problemas a la hora de mezclarse con gente de la alta sociedad, con gente más desfavorecida, con todos. Tuvo una época revolucionaria, luego se dio cuenta de que ese espíritu no iba mucho con ella y finalmente decidió optar por el respeto y por hacer una música bonita. Es curioso porque la desprestigiaron por relacionarse con políticos, cuando en realidad los artistas es algo que hemos hecho siempre, lo que pasa que algunos no lo dicen.
P. Con según qué figuras a veces puede quedar feo... O al menos poco estético.
R. Depende. Yo por ejemplo he estado con Obama, con Rajoy… menos con el presidente actual, a todos los he conocido. Y no hay ningún problema, personalmente nunca lo he tenido. Cuando tenía 17 años canté para todos. Me pagaban y yo cantaba. Para el PCE, para el Festival Republicano, con José Meneses, para Felipe González…para mucha gente. Yo iba allí a cantar, no a hablar de política.
P. “Te lo llevaste todo, el poncho, la guitarra, el verso, la palabra…”, reza uno de los versos del tema “Chabuca Limeña”. ¿Ha sentido en alguna ocasión que le arrebataban la palabra?
R. Alguna vez sí lo he sentido, sí. Pero nunca el pensamiento. Me pueden arrebatar la palabra, pero nunca el pensamiento.
P. Los Veranos de la Villa han vuelto a apostar este año por un programa cultural bastante rico y variado ahora que parece que la industria va saliendo poco a poco del letargo pandémico, pero ¿la clase política ha cuidado nuestro sector lo suficiente?
R. Sin duda no. De hecho sigue siendo el tema de conversación entre los artistas, ayer mismo en el ensayo lo comentábamos, porque parece que se están volviendo a cancelar algunos conciertos y yo pensaba, dios mío, es que hay mucha incoherencia en todo. No puede haber un avión o un metro lleno de gente y que nosotros no podamos cantar en algunos sitios. Tampoco se nos ha hecho caso y mira que nos hemos intentado poner en contacto con el ministro de Cultura, el anterior, muchas veces, pero ni caso. De hecho así le llamábamos: “el ausente”. Supongo que tendría cosas más importantes que hacer y se ve que la cultura no era su prioridad.
P. Ahora que menciona al anterior ministro de Cultura y teniendo en cuenta su estrecha vinculación ya no solo con el cante, sino con el baile, ¿qué nota le pondría a los movimientos sincopados del nuevo ministro, Miquel Iceta?
R. (Risas) ¡Uf, pues no lo sé! Creo que necesito un poquito más de tiempo para decirte algo. De momento no sé cómo va de ritmo ni cómo está de compás. Vamos a ver cómo mueve sus piernas y por dónde van sus pasos…
P. Si hay una herramienta que utiliza para desahogarse sin ningún tipo de miramiento, sin duda es Twitter. ¿Qué consecuencias le ha traído decir lo que piensa a través de las redes sociales?
R. Mira, hace tiempo una parte de la sociedad ya me etiquetó. Fue hace ya unos 12 o 13 años a raíz de mi participación en un concierto homenaje a las víctimas de ETA. Nos llamó Rajoy y fui encantado a Baracaldo con toda la banda y ya en ese momento me señalaron. A mí me daba igual el presidente que me llamara para acudir, fui porque soy hijo de Guardia Civil y porque viví muy de cerca todo lo de ETA. Iba a cantar para las víctimas, no para un narcotraficante. Si te soy sincero nunca he tenido nada en contra de la izquierda, nunca. Me gusta que existan toda clase de pensamientos e ideas. Pero lo que no me gusta nada es lo que está pasando ahora. Todo se ha radicalizado mucho y cualquier cosa que diga se saca de contexto. Personalmente yo no estoy de acuerdo con este Gobierno y lo he dicho alto y claro en más ocasiones y eso la gente lo tendría que respetar. Hay que diferenciar la idea que pueda tener Antonio fuera del escenario, de la que muestre Pitingo encima de uno.
P. En su biografía se puede leer: “Español hasta la médula”. Hay quienes piensan que se es más español por llevar una pulsera con la bandera en la mano…
R. ¡Eso son tonterías! No estoy en absoluto de acuerdo con eso, no tiene nada que ver. Para mí ser español es estar enamorado de tu tierra, de tu patria, de la gente, de la cultura, de la diversidad. Ahora, me parece estupendo que alguien quiera llevar una bandera de España, ¿por qué no van a llevar una bandera de su país por dios?, si vas a Estados Unidos todo el mundo se siente orgulloso de mostrar la suya. Te voy a contar una anécdota. Nos vamos a vivir a Punta Cana a finales de año y en el colegio donde se va a apuntar mi hijo Manuel, una de las cosas que tenían que hacer los alumnos era cantar el himno de sus países correspondientes. Y claro yo pensaba, qué himno va a cantar mi hijo si no tiene letra (risas). Con eso te quiero decir, que es todo un poco absurdo. Cuando viajas tanto te das cuenta de que como España no hay nada y yo me siento 100% español, aunque ahora parece que decir eso parece de fachas. Hasta el último pelo de mi cuerpo es español, andaluz, gitano y payo.
P. ¿Participaría en un mitin de Vox?
R. No, pero ni de Vox ni de ningún partido. ¿Yo que hago cantando en un mitin? No no, para nada. Hombre, si me pagan mucho dinero sí (risas). Para darle de comer a mis gente y a mis 30 músicos, que somos muchos. Pero hablando en plata no. Algún partido que no ha sido Vox me lo ha ofrecido, no te creas, pero he dicho que no.
P. Ha sido especialmente crítico con Irene Montero y su gestión ministerial. ¿Le han entrado ganas de cantarle por bulerías?
R. ¡Uy! Le cantaría unas cuantas letras flamencas de la época, sí, pero sobre todo una buena bulería graciosa. No una bulería gitana, sino de Cádiz, con mucha ironía, puñetera, con nervio. ¿Sabes qué pasa? Qué veo tantas exageraciones y tantas cosas incoherentes… En mi familia hay muchísimas mujeres, muchas. Tanto gitanas, como no gitanas. Y todas ellas, mujeres trabajadoras, con estudios y carácter ven excesivas algunas cosas. Yo siempre he estado a favor de la igualdad, es más, me atrevería a decir que quizás he sido uno de los flamencos y de los gitanos con la mente más abierta en ese sentido. En mi casa hay un auténtico matriarcado, pero no entiendo nada de lo que está pasando. Escucho por ejemplo lo de todas, todos y todes y digo ¿esto qué es? A lo mejor dentro de unos años es normal, ojo. Pero ahora mismo en casa nos lo tomamos un poco a cachondeo.
P. Cambiando ligeramente de ritmo. Para gran parte de la generación millenial, parece que Rosalía ha reinventado el concepto del flamenco, ¿pero qué pasa con esas grandes figuras innovadoras como Camarón o Morente?
R. Rosalía ha exportado el flamenco al mundo y eso es algo realmente fantástico y admirable, pero yo le diría a la gente joven que vaya para atrás a la hora de descubrir a grandes revolucionarios del flamenco. Que se vayan al Lebrijano, que hizo un primer disco llamado “Persecución” (en homenaje a los gitanos perseguidos por Isabel la Católica), Lola y Manuel, Patanegra, Manolo Caracol incluso, que fue de los primeros que incorporaron la orquesta al flamenco, Arturo Pavón, un gitano muy antiguo que llevó por primera vez el piano al flamenco. Y luego por supuesto Camarón, Morente, Paco de Lucía… Como decía Enrique Morente, a quien he tenido el honor de conocer mucho y considerarlo mi padrino artístico: “Nosotros nos hemos partido la cara para que vosotros podáis hacer lo que estáis haciendo ahora mismo”.
P. Por cierto, siendo usted de Huelva y cogiendo prestado aquello tan famoso de la gran Rafaella Carrá, ¿es verdad eso de que para hacer bien el amor hay que venir al sur?
R. (Risas) Tiene su aquel yo creo. El sol, el calor, la gracia. Es diferente, pero yo creo que eso se puede hacer bien en cualquier lado. Pero es verdad que el hombre y la mujer del sur tienen esa calidez y ese salero único.