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¿Merece convertirse el techno en patrimonio mundial de la Unesco?

La petición surge de diferentes y reputados DJs de techno de Berlín, una de las capitales por antonomasia de este género musical

La DJ de origen belga Amelie Lens es una de las reinas internacionales más aclamadas de este género contracultural
La DJ de origen belga Amelie Lens es una de las reinas internacionales más aclamadas de este género contraculturalEdicion7La Razón

¿Qué relación tienen el Misterio de Elche, la samba brasileña o la caligrafía china con el techno de Berlín? Pues que los primeros son patrimonio cultural de la Unesco y el último aspira a serlo. Esto es al menos lo que pretenden diversos grupos culturales, muchos de ellos afines al Love Parade, al salir en defensa de un movimiento que dio sonido, luces y contexto a la caída del Muro y la apertura a nuevos horizontes democráticos ya consolidados. Es indudable que el techno es casi religión en Berlín. Ahora, los artistas que hay detrás del festival Love Parade, los DJs pioneros en el género y los empresarios de los clubes más importantes de la capital alemana creen que el respaldo del organismo de la ONU es vital para asegurar el futuro, ahora amenazado, del género musical contracultural.

Una imagen de Amelie Lens disfrutando en una de sus sesiones
Una imagen de Amelie Lens disfrutando en una de sus sesionesfacebookLa Razón

Los ritmos mecánicos del techno surgieron del metálico ruido acompasado y sincrónico generado en las plantas industriales de Detroit a mediados de la década de 1980. Cuando cayó el Muro, los berlineses adoptaron el género como la banda sonora perfecta para la reunificación. Fue el sonido de una nueva era histórica que también llevó aparejado el florecimiento de las áreas más deprimidas de la capital. Los búnkeres abandonados, las plantas de energía y las fábricas en el este de la ciudad fueron transformados en clubes para generar un movimiento contracultural singular e influyente. Sin embargo, los buenos tiempos parecen lejanos y ahora las organizaciones crecidas en torno a su sonido y estética luchan por su preservación. El covid y la gentrificación amenazan la supervivencia de aquel “Berlín libre, salvaje y creativo”, como dijo el DJ Alan Oldham a The Observer. “La protección de la Unesco contribuiría en gran medida a mantener ese viejo espíritu”, declaró.

Bajo el lema “Rave the Planet”, diversas personalidades y plataformas están presionando a las autoridades alemanas para convertir el techno berlinés en patrimonio cultural inmaterial de la Unesco al entender que cumplen el requisito de ser “prácticas, expresiones, saberes o técnicas transmitidos por las comunidades de generación en generación”. “La protección de la Unesco ayudaría mucho a contemplar la cultura del tecno y de los clubes como una fuerza social legítima con valor histórico y digna del apoyo del Gobierno, y no solo como música de acompañamiento para drogas hedonistas”, asegura Oldham. Ahora le corresponde a la Unesco decidir si ve el techno como arte que preservar o simple complemento.