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Stephen Graham: «“Hierve” es lo más parecido a jugar una final de Champions que haré nunca»

El actor escocés protagoniza “Hierve” (”Boiling Point”), ya disponible en Filmin, sobre la toxicidad y las adicciones propias del mundo de la alta cocina británica
FILMIN
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Entre audición y audición, en el tiempo que le permitía la ajetreada vida de un actor amateur en Londres, Philip Barantini trabajó casi 12 años en el mundo de la alta cocina, llegándose a especializar hasta tal punto que tuvo que decidir si quería financiar su primer filme como director o fundar un restaurante junto a un socio. Por suerte para el cine, el realizador de Liverpool –al que como actor hemos visto en «Hermanos de sangre» o «Chernóbil»– se decantó por la dirección y en 2019 firmó «Hierve», un corto de un único plano secuencia protagonizado por su buen amigo Stephen Graham en el que exploraba las adicciones, la toxicidad y los agobios propios de los fogones cerca de las fechas navideñas. «Cuando llamé a Stephen (Graham) no estaba muy dispuesto a participar en el proyecto. Pero le expliqué que ahora mi intención era dedicarme a la dirección, fue sincero conmigo y creyó que, en ese momento, no nos convenía trabajar juntos. Cuando recibió el guion, no solo quiso participar en el corto, sino que ayudó en la financiación de lo que sería luego la película», explica Barantini desde las islas británicas a LA RAZÓN.
Así, apenas dos años y una pandemia después, Filmin estrena en su plataforma «Hierve», uno de los grandes éxitos de la temporada en el cine inglés, candidata en los próximos premios BAFTA y que ya le ha valido a Graham una estatuilla como Mejor Actor en los Premios Británicos del Cine Independiente. Graham, conocido por su papel en «This is England» (“Combo”) o en la reciente secuela de «Venom» (interpretará a Toxin en próximas entregas), atiende a este periódico casi perdido y sin apenas cobertura en su Escocia natal, pero sin un ápice de la mala leche que suele imprimirle a sus personajes.
-¿Cómo le ha tratado la pandemia a nivel profesional? Ha estado en “Venom: habrá matanza”, pero también en “Help” y en la próxima temporada de “Peaky Blinders”...
-He estado increíblemente ocupado, sí. Tienes razón. Siempre siguiendo todas las recomendaciones a nivel sanitario y cuidándome mucho, intentando vivir de la manera menos arriesgada posible respecto al virus. A eso hay que sumarle que muchas producciones que ya había rodado, porque 2019 fue un año con mucha carga de trabajo, están viendo la luz ahora y de golpe. Por eso la gente tiene la sensación a veces de que estoy en todos lados. No me puedo quejar, ni mucho menos.
-Hablemos de “Hierve”. Usted estaba ligado al proyecto desde que era un cortometraje, ¿cómo decidió subirse al carro? ¿Cuál era su relación previa con el director, con Philip Barantini?
-Él y yo hemos sido muy buenos amigos, casi mejores amigos, desde hace veinte años. Nos conocimos rodando “Hermanos de sangre” y desde entonces hemos cuidado el uno del otro. Antes del corto, él había hablado de la idea de trasladar su experiencia como chef a una película, pero no había podido materializarla nunca. Ambos sabíamos que en ese relato podía haber una historia interesante, sobre todo por cómo se lidia con la tensión en la cocina. Por eso a Philip (Barantini) se le ocurrió también rodarlo todo en un solo plano secuencia, para hacer partícipe al espectador de esa tensión. No es un artificio ni un capricho, es un elemento necesario en la trama. Rodamos el corto en apenas tres días, cuando Philip (Barantini) no había conseguido siquiera un agente como director, y así hemos llegado hasta aquí.
-¿Cuántas tomas fueron necesarias para lograr el plano secuencia de “Hierve”?
-La toma que se ve en la película fue la tercera, de un total de cuatro. ¿Por qué no la última? Porque simplemente la rodamos para que Philip (Barantini) se quedara tranquilo a nivel técnico. Antes de eso, por supuesto, hubo muchísimos ensayos. Recuerdo uno especialmente, sobre los movimientos de cámara, en el que parecía que estábamos actuando frente a un ballet de cámaras y técnicos. Fue bonito a su manera, y hay mucho más trabajo en la toma del que se pueda pensar. Ha sido lo más parecido a bailar que he hecho en una película, y de hecho cada escena tenía pasos asignados para que todo fluyera y no fuera una distracción para el espectador.
-Antes de preparar al personaje, y de conocer ese mundo de la mano de Barantini, ¿era usted consciente del estrés que supone el trabajo de jefe de cocina de un local de prestigio?
-¡Sí! Me gustaría pensar que solo algunos viven al límite como mi personaje y abusan de estupefacientes, pero investigando para el papel me di cuenta de que es un trabajo extremadamente estresante. No quise quedarme en lo que me había contado el director, porque podía resultar demasiado autobiográfico, y hablé con muchos chefs de Londres. Así es como incorporamos, por ejemplo, el detalle de la botella. Un jefe de cocina me contó que, durante mucho tiempo, escondió así su alcoholismo, camuflando su adicción con una botella típica de los gimnasios que nadie cuestionaba. ¡Todo el mundo creía que era agua! Creo que ese estrés es universal, y que en países que tienen una cocina de gran nivel como España también se puede entender. Por supuesto, no es una generalización y no creo que haya muchos chefs que consuman cocaína, pero sí entiendo el proceso mental que les podría llevar a ello.
-Me interesaba preguntarle por su trabajo con Vinette Robinson (Carly), que ha sido alabada por la crítica británica como corazón de esa cocina tan fría y tan dura. ¿Cómo se consigue llegar, casi al final de un extenuante plano secuencia, con esa energía y esa sinergia empática que ustedes dos logran?
-Muchas gracias, por la parte que me toca. Era un punto clave de la película, y de la trama, para entender la dualidad de mi personaje y, en cierto modo, la preocupación del suyo por ver cómo el mío va entrando en barrena. Nos lo tomamos, en realidad, como una obra de teatro. Todas las decisiones iban conduciendo a ese gran momento final que compartimos ambos. Vinette (Robinson) se entregó totalmente y es una de las compañeras más generosas con las que he trabajado, porque aparta todo su ego y pone su talento al servicio de la historia que se quiere contar, no al revés. Y hasta es agradecido física y emocionalmente, porque me permite salir del foco de la película durante unos minutos y afrontar el tramo final. Jamás había rodado algo así y creo que nunca estaré tan cerca de lo que siente un jugador del Liverpool cuando sale a jugar una final de Champions League.
-Antes hablábamos de su presencia en multitud de proyectos. ¿Qué debe tener un papel para atraer a Stephen Graham? ¿Qué busca?
-Principalmente, que sepa que detrás hay alguien con las ideas claras. No todo tiene que tener un poso artístico profundo ni ser un reto interpretativo. Por ejemplo, hay quien lo pondría en un escalón inferior, pero haciendo “Venom” me divertí muchísimo y sí me supuso un reto, tanto físico por algunas escenas de acción, como a nivel de exposición, dando entrevistas y moviéndonos por todo el mundo. Y el trabajo técnico de esas películas es impresionante. Es complicado rodar con un compañero mostrándose sus emociones y dejando espacio para la réplica, pero es todavía más complicado y todavía más reto hacerlo frente a un tío vestido de pelota de tenis gigante que se supone es un simbionte extraterrestre. Fue muy divertido, y me aporta exactamente lo mismo que trabajos en teoría más reconfortantes como actor. Me siento afortunado de poder estar en esas películas, en otras como “Hierve” o en trabajos más sencillos y terrenales, como en “Help” junto a la gran Jodie Comer.
-No sé si es usted consciente, pero si hay un país ajeno a Reino Unido donde “This is England” ha alcanzado un estatus de culto es España. No queda un solo “millennial” que no la haya visto. ¿Cómo recuerda aquella experiencia?
-Oh, vaya. No tenía ni idea. Es una película por la que mucha gente todavía me pone cara y me recuerda, y siempre tendré un recuerdo grato. Y, de nuevo, es otra de esas películas que actores a los que suponemos un registro más “serio” quizá dirían que no. Yo, al contrario, estuve muy cómodo. Fue la película con la que aprendí, de verdad, la artesanía que hay detrás del cine y a nivel interpretativo. Hay un antes y un después en mi carrera, claro, y la guardo en un lugar especial de mi corazón. Y también fue especial a nivel anímico, porque no dejo de ser un paleto que se fue a la gran ciudad a buscarse la vida y la película apelaba a esos corazones inquietos en su tesis.
-Antes de despedirnos, y ya que lo ha mencionado, tengo que preguntarle por el Liverpool del que es aficionado. ¿Sigue creyendo en los planes de Jürgen Klopp?
-Creo que lo estamos haciendo bien. No con un fútbol excelente, pero bien. El trabajo está siendo bueno y, realmente, hasta marzo no se puede saber cómo va a ser la temporada. Hace tiempo que Anfield no tenía un entrenador al que estuviera completamente entregado y Klopp ha traído esa paz. Estoy feliz por la marcha del equipo, Klopp es nuestro pastor y nada nos faltará.