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Cuatro eran las hijas de Isabel: desfile romántico de la realeza europea

Cristina Barreiro, profesora de Historia contemporánea en la Universidad CEU San Pablo, aprovecha su bagaje como historiadora para relatar la vida novelesca de unas mujeres de la Familia Real
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No conozco a muchos historiadores que en algún momento de su vida no hayan pensado en escribir una novela. La pasión por el objeto de estudio nos lleva a creer que los personajes y tramas que estudiamos en nuestra vida profesional son tan interesantes que merecen una novela, incluso una serie de televisión. Además, al buen historiador le gusta contar historias, por lo que es un impulso a veces irrefrenable. ¿Qué mejor que hacerlo sobre algo que se conoce? Un historiador, por otro lado, tiene una ventaja respecto al escritor, y es que cumple la primera regla de la novela históricac: documentarse sobre la vida pública y privada, las costumbres, los nombres habituales, la ropa y el lenguaje, que deben ser todos adaptados a la época. A partir de ahí existe una vía con mucho éxito: novelar la vida de personajes conocidos.
Esto es lo que ha hecho Cristina Barreiro, profesora de Historia contemporánea en la Universidad CEU San Pablo, trasladar el bagaje del historiador, la perspectiva que proporciona, el conocimiento detalle del ambiente, para relatar la vida novelesca de unas mujeres de la Familia Real. Ha tomado a las cuatro hijas de Isabel II: Isabel, Pilar, Paz y Eulalia. Barreiro nos presenta un cuadro que ofrece muchas luces, con un estilo exquisito y muy cuidado, envuelto en el aire romántico de las casas reales europeas del XIX y principios del XX, en un choque constante con el realismo sucio de la época.
La historia coral de cuatro mujeres transcurre entre el nacimiento de la Infanta Isabel en 1851 y la muerte de Eulalia en 1958. Más de un siglo de historia europea, porque su vida cambia cuando en septiembre de 1868 su madre es destronada y desterrada. Comenzó entonces una vida en Francia, en el exilio, marcado por la obsesión de su madre en restaurar el trono de los Borbones, y un padre que abandona la familia. Allí es donde conocen a Napoleón III y a su esposa, la española Eugenia de Montijo, una de las mujeres más bellas de la época, casi tanto como la condesa de Vilches, retratada por Federico de Madrazo.
Sus vidas se entremezclan con acontecimientos políticos y personales de vital importancia. En este sentido, por ejemplo, el intento de asesinato de Alfonso XIII el mismo día de su boda, el 31 de mayo de 1906, está contado con sumo gusto. No cae en el sensacionalismo, sino que permite al lector adoptar la visión de sus jóvenes tías, las hijas de Isabel, tan distintas a la gente corriente y tan de la época. Con esa mentalidad, la infanta Paz exclama: “Quienes hayan cometido semejante atrocidad no puede ser españoles” (p. 276). En la novela no hay presentismo ni reivindicación hagiográfica. La autora piensa históricamente, y así presenta el alma supuestamente “republicana y feminista” de la infanta Eulalia, que publicó en 1911 una obra titulada “Au fil de la vie”. “¿Es que esta hermana mía se ha vuelto loca?”, dijo la infanta Isabel, su hermana. Alfonso XIII lo tuvo claro: el libro no se distribuiría en España y Eulalia quedaba excluida de la corte.
Lo mismo ocurre con la salida precipitada de España en abril de 1931. Las páginas dedicadas a La Chata, enfadada con todo, diciendo “Jamás me quedaré en una España republicana”, nos ofrecen la otra perspectiva, más allá del gentío y las banderas. Y eso que nadie se atrevió a molestarla en su madrileño palacete de Quintana. El impacto de la mentalidad y vida propias del siglo XIX con el amanecer del XX debido a la Primera Guerra Mundial está bien reflejado. Es posible entenderlo porque la novela tiene una ambientación propia de serie británica, de “Sissi, emperatriz” o “The Crown”. Los vestidos, los peinados, los comercios, el tratamiento al servicio, el protocolo con el entorno social y la sorpresa por el cambio político. Por sus páginas desfila la realeza europea y los que la acompañaban, como la emperatriz Victoria y Luis II de Baviera. En definitiva, una novela ágil, con el don de evocar la época, que esperemos solo sea la primera de la autora.