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Se acepta 'facha' como animal de compañía

En el ensayo «Ellos, los fascistas» Javier Rodrigo y Maximiliano Fuentes plantean la banalización y desviación del término 'fascismo'
José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange EspañolaTiempo
La Razón

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Sospeche si a usted últimamente no le han llamado facha –a su frutero se lo dijeron anteayer por un asunto relacionado con el precio del kilo de la fresa de Conil, y a su tía abuela Ricarda el pásado sábado a la salida de Cortefiel–, porque, entonces, probablemente usted sea un facha de verdad. Y si encima es usted de los que van repartiendo carnés de facha, pues apague y vámonos. Escribo esto en relación al libro «Ellos, los fascistas» (Deusto), obra de los historiadores Javier Rodrigo y Maximiliano Fuentes, donde plantean la banalización, dado su reiterado uso, y la desviación respecto a su significado original de los conceptos «fascista» y fascismo»: ligados en su concepción a un movimiento político de corte socialista-autoritario liderado por Benito Mussolini en la Italia de los años veinte y treinta del siglo XX. ¿Quién piensa hoy en los camisas negras para referise a Donald Trump como fascista? ¿Quién apelaba al pensamiento de Ramiro Ledesma Ramos para motejar a Albert Rivera de «falangito»?
Este ensayo, cuyo subtitulo reza «la banalización del fascismo y la crisis de la democracia», intenta responder a «por qué el abuso del pasado impide entender el presente». Hablan, claro, de ese comodín que es el fascismo, fruto de la pereza mental, que los españoles –más flojos todavía– redujimos a «facha» –que es nuestra manera casera y cariñosa de llamar al vecino totalitario y exaltado nacionalista de m...–. Pero cabe preguntarse, volviendo al tuétano del concepto si acaso nuestro falangismo fue equivalente al fascismo italiano, exportado allende Los Alpes. Una respuesta interesante es la que ofrece el flamante Cervantes Álvaro Pombo en su novela «Santander, 1936» por boca de sus personajes: «A Cayo Pombo Falange le parece una superchería. Una teatralización de la política. Una imitación desangelada del fascio redentor italiano». Y su hijo Álvaro responde: «¡Hay quien dice que los falangistas españoles no somos ni fascistas siquiera!».
—¿Pues qué sois?—, pregunta el padre.
—¡Falangistas! Somos falangistas españoles.