Ernesto Alterio y Paco León: una extraña pareja
Los actores trabajan juntos por primera vez en "Mari(dos)", el segundo largo de Lucía Alemany
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Después de su primer acercamiento al largo con un debut cinematográfico impregnado del tono y la mirada intimistas de una propuesta marcadamente autoral como "La inocencia", no deja de resultar llamativo el volantazo comercial por el que Lucía Alemany ha decidido apostar en su último trabajo, "Maridos". En esta comedia familiar de fácil digestión (muy alejada de la densidad narrativa de la cinta homónima de Cassavetes) con visos estéticos de neowestern alternativo, la cineasta catalana se acerca al surrealismo de lo costumbrista a través de un tándem interpretativo formado por dos bastiones de la comedia española como Paco León y Ernesto Alterio para poner sobre la mesa temas sociales actuales como la deconstrucción de las masculinidades tóxicas, la gestión de los celos o la reformulación de los modelos relacionales que tienen que ver con la familia.
"Para mí era muy importante dar un paso en la industria hacia el cine comercial"Lucía Alemany
Todo cabe en esta ensalada conceptual deliberadamente absurda y enclavada en un pequeño pueblo de la montaña, en cuyo proceso de realización, Alemany asegura haberse sentido "tremendamente afortunada de poder trabajar con ellos y muy segura de su generosidad" y fiel a sus propósitos creativos: "Me daba todo el vértigo del mundo lanzarme a esta aventura como directora pero no por si podía ir en detrimento de mi voz autoral, sino por si podía salir mal. Porque lo primero que pensé fue que yo no sabía hacer una comedia. Pero luego, estuve muy bien aconsejada, me explicaron de dónde venía esta comedia y para mí era muy importante dar un paso en la industria hacia el cine comercial. Tenía todos los elementos que yo necesitaba como directora y realmente, una vez hecha, creo que esta película tiene mucho de autoral, también porque he tenido la suerte de que me permitieran hacerlo", expone la directora en entrevista con LA RAZÓN.
A la hora de referenciar nombres que le sirvieran de inspiración para dotar al ambiente de ese halo de competitividad masculina espesa que reina entre los personajes protagonistas de Toni (Paco León) y Emilio (Alterio) –dos hombres que se conocen en extrañas circunstancias después de que sus respectivas mujeres (que resultan ser una sola, la misma) tengan un accidente tras producirse un alud en una estación de esquí y que están obligados a entenderse y a gestionar con madurez emocional el conflicto sentimental que este disparatado acontecimiento les plantea mientras Laura (la mujer "compartida") se recupera en el hospital–, Alemany señala ni más ni menos, que a un rey del fetichismo y las pistolas como Tarantino.
"La verdad es que el guion ya venía con unos referentes de comedia muy concretos tipo Wil Ferrell, Hermanos Farrelly o “Aterriza como puedas”, que son un poco lo que nos acerca a lo absurdo y al disparate, pero luego por otro lado, yo me fui por unos referentes que pudieran darnos un lenguaje cinematográfico potente. Quería hacer un western y en este sentido, Tarantino es el mejor. Me hice toda una enciclopedia de western, filmografía de Tarantino a muerte, Wes Anderson para crear un poco todo este mundo separado de la realidad o “La extraña pareja”, que nos ayudó mucho a la hora de que Paco configurara el personaje de Toni y lo dotara de esta histrionidad cercana al rol femenino y al mismo tiempo Ernesto se consolidara en la rudeza de la parte masculina", asegura.
"La corrección política ahora estrecha muchísimo la posibilidad de hablar sobre cualquier cosa, sigue habiendo miedo de no meterse en jardines o generar polémicas"Paco León
“Hablar hoy en día de lo desconcertados que pueden llegar a estar dos tíos cuya masculinidad se ve atacada por tener que compartir a una mujer y percatarnos de lo ridículo que puede llegar a ser eso me parecía bastante oportuno. La corrección política ahora estrecha muchísimo la posibilidad de hablar sobre cualquier cosa, sigue habiendo miedo de no meterse en jardines o generar polémicas”, apostilla León, cuyo personaje -con marcado y exagerado acento catalán- define como alguien que puede parecer “más sensible o con formas más femeninas” pero “también tiene un viaje de desconstrucción que hacer y mucha masculinidad tóxica aprendida. Los dos son hombres que se creen modernos, con profesiones liberales, urbanos, nada prehistóricos y en este sentido es interesante apuntar a este tipo de figuras para mostrar que también hay mucho falso feminista”.
Por su parte, Ernesto Alterio, que confiesa haber dibujado mucho y haberse fijado en los cínicos como sujetos filosóficos para moldear el papel de Emilio, defiende el humor como herramienta efectiva para hablar de temas que pueden resultar incómodos, ya que “la comedia tiene eso, es una especie de bálsamo que sirve para entrar de una manera silenciosa, discreta, como entrar por la puerta de al lado a ciertos temas que tratados de manera frontal resultarían más difíciles”. Y así, entre sarcasmos ladeados y exageraciones de género, a medio camino entre la deliciosa convivencia de roles antagónicos encarnados por hombres que ofrecía Wilder en aquel divertidísimo clásico que dificulta en exceso la tarea de elegir entre el talento de Jack Lemmon y el ingenio de Walter Matthau y la tensión atmosférica del Tarantino primigenio (entrecomillando esto último bastante), es donde se encaja esta enrevesada historia ligera de dos tipos unidos por un destino loquísimo.