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El heroico legado de Martín Álvarez Galán en la batalla naval del Cabo de San Vicente: así se forjan las leyendas de la Armada

Un 14 de febrero, pero de 1797, la escuadra española, con el Santísima Trinidad al frente, sufría una dura derrota en las costas de Portugal 
El heroico legado de Martín Álvarez Galán en la batalla naval del Cabo de San Vicente: así se forjan las leyendas de la Armada
El Infante don Pelayo acude al rescate del Santísima Trinidad en la batalla del Cabo de San Vicente del 14 de febrero de 1797.La Razón
Ángel Luis de Santos

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Tal día como hoy, un 14 de febrero, pero de 1797, las aguas del Atlántico frente al Cabo de San Vicente fueron testigo de un enfrentamiento crucial entre las flotas de España y Gran Bretaña. Enmarcada en el contexto de las Guerras Revolucionarias Francesas, esta batalla naval no solo definiría el rumbo de la Armada Española en la guerra, sino que también puso a prueba la resistencia del buque de guerra más imponente de su tiempo, el Santísima Trinidad, y la valentía de uno de sus tripulantes más ilustres: Martín Álvarez Galán.

Contexto histórico de la batalla

A finales del siglo XVIII, España y Francia formaban una alianza militar en contra del Reino Unido, en un intento por frenar la expansión británica y mantener el control de los mares. En este contexto, el teniente general José de Córdoba y Ramos comandaba una flota española de 27 navíos de línea con la misión de escoltar un convoy con destino a Cádiz. Sin embargo, la Armada Real Británica, bajo el mando del almirante John Jervis, interceptó a los buques españoles cerca del Cabo de San Vicente.
A pesar de contar con una superioridad numérica evidente, la flota española enfrentaba una organización deficiente y una preparación desigual entre sus tripulaciones. La falta de cohesión y comunicación dentro de la línea de batalla facilitó la estrategia británica, que supo aprovechar la falta de maniobrabilidad de los navíos españoles.

El Santísima Trinidad: la joya de la Armada Española

Uno de los protagonistas más emblemáticos de la batalla fue el Santísima Trinidad, un coloso de los mares construido en La Habana en 1769. Conocido como el buque de guerra más grande del mundo en su tiempo, contaba con hasta 140 cañones distribuidos en cuatro cubiertas, lo que lo convertía en una formidable fortaleza flotante. Su diseño y armamento lo hacían una pieza clave dentro de la flota española, aunque también tenía ciertos inconvenientes: su tamaño limitaba su capacidad de maniobra y su velocidad en combate.
Durante la batalla del Cabo de San Vicente, el Santísima Trinidad sufrió un feroz asedio por parte de varios buques británicos, entre ellos el HMS Captain, comandado por el entonces contralmirante Horatio Nelson. A pesar de la feroz resistencia de la tripulación, el navío quedó gravemente dañado, con su arboladura destrozada y su capacidad ofensiva reducida.

Martín Álvarez Galán: el héroe inesperado

En medio del fragor de la batalla, destacó la figura del infante de marina Martín Álvarez Galán, un soldado extremeño que encarnó el espíritu de resistencia y lealtad de la Armada Española. Cuando el Santísima Trinidad estuvo al borde de la rendición, con su pabellón a punto de ser arriado, Álvarez Galán se negó a permitirlo. Armado con su espada y su determinación, organizó la defensa del buque junto con otros marineros y se enfrentó cuerpo a cuerpo con los abordadores británicos.
Su resistencia fue tal que las fuerzas británicas, sorprendidas por la ferocidad de la defensa, optaron por replegarse temporalmente. Gracias a su valiente acción, el pabellón español se mantuvo izado hasta que llegaron refuerzos. Por su heroísmo, el rey Carlos IV le otorgó la Cruz de Distinción de Marina, convirtiéndolo en un símbolo del sacrificio y la valentía en la historia naval española.

Consecuencias de la batalla

A pesar de la heroica resistencia de algunos buques y marinos, la batalla del Cabo de San Vicente se saldó con una derrota para España. Cuatro navíos españoles fueron capturados por los británicos, y la flota, gravemente diezmada, tuvo que retirarse hacia Cádiz.
Para la Armada Real Británica, esta victoria reforzó su dominio naval y cimentó la reputación de Jervis y Nelson como grandes estrategas. Para España, la derrota evidenció la necesidad de una reforma en su armada, que se encontraba rezagada en comparación con sus rivales británicos.

Legado del Santísima Trinidad y de Martín Álvarez Galán

El Santísima Trinidad logró regresar a puerto tras la batalla, pero sus días estaban contados. En 1805, en la batalla de Trafalgar, volvió a enfrentarse a la Armada Británica y, tras ser severamente dañado, fue capturado por los ingleses. Sin posibilidad de ser remolcado a puerto, se decidió su hundimiento en alta mar.
El legado de Martín Álvarez Galán perduró a través del tiempo, y su nombre sigue siendo recordado en la Armada Española. En su honor, la Marina ha bautizado varios buques con su nombre y su historia se sigue estudiando como ejemplo de coraje y lealtad a la bandera.
La batalla del Cabo de San Vicente no solo marcó un punto de inflexión en la historia naval de España, sino que también dejó un legado imborrable en la memoria histórica del país. El Santísima Trinidad, a pesar de su trágico final, simbolizó la grandeza de la Armada Española en el siglo XVIII, mientras que la valentía de Martín Álvarez Galán sigue siendo un referente de heroísmo y lealtad.
Hoy en día, la historia de este enfrentamiento sigue siendo un testimonio de la importancia del sacrificio y el deber, valores que continúan vigentes en las fuerzas armadas y en la memoria colectiva de España.

Martín Álvarez Galán, el gran héroe de la batalla
Martín Álvarez Galán nació en el año 1766, en un pequeño pueblo de Badajoz llamado Montemolín. Durante sus primeros años de vida, ejerció el oficio paterno de carretero. Pero tras quedarse huérfano, decidió abandonar el pueblo y viajar hasta Sevilla para alistarse en el cuerpo de Infantería de Marina.
En sus primeros años como soldado pasó por muchas naves y participó en muchas escaramuzas, como en la reconquista de las islas San Pedro y San Antioco, o en el bloqueo y la toma de Tolón. Y desde muy pronto dio muestras de valentía y entereza durante el combate. De hecho, se le solicitó entrar en la élite de la Infantería de Marina: los granaderos. Que era la compañía de confianza del batallón... la que siempre iba en vanguardia y abría paso al resto de soldados. Pero no fue hasta el 14 de febrero del año 1797, cuando se le presentó la oportunidad de demostrar de qué estaba hecho.
Por aquel entonces, el joven soldado estaba a bordo de la nave ‘San Nicolás de Bari’, uno de los buques que integraban la escuadra del teniente general Don José de Córdoba y que entró en contacto con la flota británica al mando del general John Jervis. 
La batalla tuvo lugar frente al Cabo de San Vicente, en las costas del Algarve portugués. La flota española era bastante superior en tamaño y armamento, pero estaba muy desperdigada debido a un fuerte temporal. Sabiendo que no habría un mejor momento, Jervis aprovechó la situación y atacó con fuerza.
Al igual que ocurriría después en Trafalgar, los buques británicos aprovecharon la mala disposición de los buques hispanos para el combate, y mantuvieron la línea mientras pasaban entre los navíos españoles, soltando ráfagas a babor y estribor. Doblando así su potencia de fuego.
La estrategia inglesa puso en jaque -incluso- al Santísima Trinidad, que solo pudo salvarse por la actuación de Cayetano Valdés, al mando del buque ‘Infante Don Pelayo’. Se dice que el propio Valdés, viendo la humillante derrota que estaban sufriendo los españoles, amenazó con abrir fuego él mismo contra el Santísima Trinidad si su comandante osaba arriar la bandera en señal de rendición.
En total, la Armada española perdió ese día 8 de sus naves, cuatro de ellas fueron hundidas y las otras cuatro capturadas. Entre las segundas se encontraba el ‘San Nicolás de Bari’... y a bordo, Martín Álvarez Galán.
Antes de morir por las heridas recibidas, y viendo ya como inevitable el abordaje de las tropas británicas, el brigadier al mando del navío, Tomás Geraldino, le encargó a Martín la misión de defender y de mantener levantada la bandera del San Nicolás, en señal de que no había habido rendición alguna.
Los soldados ingleses del HMS Captain abordaron la nave. Y los infantes de Marina, arrinconadas en el castillo de popa, no flaquearon y cumplieron con su cometido hasta su muerte. Sin embargo, la rojigualda seguía izada. Pero el único que quedaba en pie para defenderla era el joven Martín Álvarez.
A pesar de las heridas, se negó a desfallecer. Un sargento británico llamado William Morris se acercó más de la cuenta, y Martín lo ensartó con su sable con tal fuerza que lo clavó en la pared. Y como ya no tenía fuerzas para recuperar la espada, echó mano de un fusil y siguió peleando... dando culatazos a todo soldado británico que osase acercarse a la bandera. Finalmente, y cuando el cuerpo a cuerpo ya había sido descartado, el soldado español fue abatido a tiros.
El capitán del HMS Captain, un tal Nelson, presenció la entereza del soldado español y ordenó envolver su cuerpo con la bandera de España que había defendido con tanta vehemencia. Pero al recoger su cuerpo, los soldados ingleses descubrieron que Martín aún seguía con vida. Por lo que fue atendido y desembarcado de urgencia.
Una vez se había recuperado de las heridas, recibió una misiva en la que se le ordenaba presentase ante al consejo de guerra que se había abierto en contra del teniente general José Córdoba y contra el resto de oficiales que habían dirigido la flota española en la derrota, ya que era el único español que podía dar testimonio de la captura del ‘San Nicolas de Bari’.
Durante el juicio, el general Núñez Gaona se dirigió a Martín y le preguntó: “¿Se encontraba (usted) en el navío ‘San Nicolás de Bari’ con ocasión de rendirse este barco a los ingleses?”. Martín lo negó. Confundido, el general le pidió que aclarase si efectivamente era tripulante del navío. Y Martín respondió afirmativamente. “Entonces, ¿por qué niegas haber estado en el ‘San Nicolás de Bari’ con ocasión de rendirse a los ingleses?”, le preguntó el general. A lo que Martín contestó: “Porque el ‘San Nicolás de Bari’ no se rindió, sino que fue abordado y tomado a sangre y fuego”.

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