Opinión

Las Cabañuelas del PIB y la inflación

La revisión, sin precedentes por su magnitud, del PIB del segundo trimestre hecha por el INE obligará también a la ministra de Hacienda a revisar los borradores de Presupuestos

El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, durante una rueda de prensa que ofreció en Santa Cruz de La Palma
El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, durante una rueda de prensa que ofreció en Santa Cruz de La PalmaRamón de la RochaEFE

Nadia Calviño hizo lo que pudo, pero tampoco ella había sido enviada a luchar contra los elementos. Pedro Sánchez, entre La Palma y Nueva York, algo debía intuir –o saber–, pero confiaba en que la tragedia del volcán, con todo su espectáculo paralelo, hiciera de árboles que ocultan el bosque. Ya lo explicó Ortega, en «Adán en el Paraíso»: «Hay tantas realidades como puntos de vista». El martes, la vice Calviño anunció que la economía española crecería un 6,5% este año y que en diciembre recuperaría todo lo perdido en la crisis de la pandemia. El Banco de España que gobierna Pablo Hernández de Cos matizó esos datos el mismo día y a la misma hora. Es el toma y daca entre el Gobierno y una institución, que es independiente y ejerce esa independencia aunque en Moncloa a veces provoque sarpullidos.

Minucias aparte, aunque importantes, había consenso generalizado en la buena marcha de la economía española. María Jesús Montero, ministra de Hacienda, ultimaba también estos días, apoyada en esos datos, los Presupuestos para 2022, que serán los de más gasto de la historia, aunque Yolanda Díaz y los suyos, «indepes» de todo pelaje y el PNV de Urkullu todavía pedirán más y quizá lo consigan.

Óscar Arce, director general de Estadística del Banco de España, algo con la boca pequeña para no ser agorero, pero desde la duda del experto, también advirtió el martes de algunas incertidumbre en el horizonte, incluida la inflación. «Para investigar la verdad es preciso dudar», sostenía Descartes. Sánchez sabía que tendría que aguantar el paripé público, pero también era consciente de que sus socios de Gobierno y sus apoyos parlamentarios no tienen más remedio que aprobar los Presupuestos, aunque le hagan sudar como anuncia Gabriel Rufián, el mismo que se define como antes de izquierdas que «indepe».

Todo fluía con una cierta normalidad hasta que, el jueves, el Instituto Nacional de Estadística (INE), que preside el catedrático Juan Ramón Rodríguez Poo, soltó el bombazo. El PIB del segundo trimestre no creció el 2,8%, como indicaban las primeras estimaciones, sino un 1,1%, nada menos que 1,7 puntos menos. Una desviación nunca vista en la historia de un organismo tan prestigioso como riguroso, aunque sometido a las incertidumbres estadísticas. No hay precedentes de que el INE haya filtrado ni adelantado datos. Tampoco ha ocurrido esta vez, y las previsiones, un par de días antes, de la «vice» Calviño lo avalan. Sin embargo, la corrección es tan grande y acarrea tantas consecuencias que sorprende que nadie intuyera nada.

La revisión del crecimiento de la economía española en el segundo trimestre obligará a corregir las previsiones de todo el año y a reelaborar los borradores e Presupuestos. Tras la actualización del PIB, los cálculos del Gobierno no dejan de ser más que unas Cabañuelas –en este caso económicas– que, aunque muy populares, no dejaban de ser más que un método predictivo, de origen judío, del tiempo. El 6,5% que esperaba el Gobierno que creciera el PIB este año está en cuestión y también el más modesto 6,3%, que calculaba el Banco de España. Además, la rebaja del crecimiento de la economía en el segundo trimestre genera, de forma automática, que el porcentaje de deuda aumente y también el del déficit público.

Las nuevas cifras hacen inviable que la economía española recupere las de 2019, antes de la pandemia, este mismo año, como predecía Nadia Calviño, aunque la opinión más generalizada entre los expertos es que no se conseguiría hasta mediados de 2022 o el segundo semestre. Ahora, quizá haya que esperar todavía más y hará que España tarde un año más que la media de los países de la Unión Europea en recuperar todo lo perdido durante la pandemia.

A todo eso se une la incertidumbre, cada vez mayor, de la inflación que, al final del segundo trimestre ya estaba en el 2,7%, en septiembre llegó al 3,3% y se prevé que pudiera alcanzar el 4% en noviembre. Inflación más elevada y crecimiento mucho menos vigoroso, un cóctel que podría ser peligroso sobre todo si se empieza a ponerse fin al manguerazo monetario del Banco Central Europeo. El INE no hace previsiones, pero su revisión del PIB, sin precedentes, convierte en Cabañuelas muchas de las previsiones económicas.

El BBVA vuelve a hablar de fusiones, pero con condiciones

El consejero delegado del BBVA, el turco Onur Genç, ha retomado la posibilidad de que el BBVA participe en fusiones, aunque habla, claro, de condiciones interesantes para la entidad, algo que cambiaría las posiciones mantenidas hasta ahora por el presidente Carlos Torres y cuya opinión podría no coincidir con la de su segundo. En el recuerdo cercano queda el intento fallido de fusión entre el BBVA y el Sabadell, eso sí, antes de la pandemia que lo ha cambiado todo.

Más ajustes de plantilla y nueva organización del trabajo

La digitalización y las exigencias regulatorias del sector –la normativa en definitiva– generarán nuevos puestos y nuevas formas de organización del trabajo, según el informa “The Future of Banking Jobs”, elaborado por la fundación Funcas. El estudio prevé que habrá más fusiones y más ajustes en el sector bancario, sobre todo fuera de España. Apunta también que, más allá de la digitalización y de la regulación, el futuro del empleo en el sector bancario dependerá de lo que llama «factores exógenos y extraordinarios» como los cambios demográficos –sobre todo el envejecimiento de la población–, las excepcionales condiciones monetarias o las nuevas formas de competencia. Además indica que la recuperación posterior a la crisis dependerá de la zona geográfica en la que opere cada banco.