PP
Órdago del PP a Vox: tendrán que votar nuestros gobiernos en solitario
Primera reunión de la dirección. Y primera llamada a Ayuso a aceptar las listas de unidad en su congreso.
La dirección del PP dice encarar el nuevo año electoral con la premisa de que podrá esquivar la dependencia de Vox y una hipotética exigencia de este partido para entrar en los futuros gobiernos autonómicos si las urnas les conceden representación suficiente como para poder presionar a la lista más votada. En Castilla y León y Andalucía, la lista que todos los sondeos colocan en cabeza es la de los populares.
Pero el PP se sacude esa sombra, que genera incertidumbre en bastantes ámbitos del partido, por la vía de «vender» que en el diseño de su estrategia electoral tienen ya previsto el camino para sortear la supeditación a un pacto de gobierno con Vox.
Las elecciones autonómicas de este año, y las demás reválidas autonómicas y municipales en toda España del 23, serán un test para medir sobre el terreno la fortaleza que los sondeos desmocópicos conceden a Vox. Su tirón nacional no se ha correspondido hasta ahora con una fuerza parecida en las elecciones autonómicas y locales porque el partido no tiene la misma implantación que PP o PSOE.
Esta nueva remesa de elecciones puede ser también el ensayo de una nueva política de negociación del partido de Santiago Abascal, en la que, una vez que Ciudadanos se ha quedado en el camino, y no podrá entrar en la ecuación, haga valer sus votos para conseguir una cuota de poder que anime a su electorado ante las próximas elecciones generales: en el sentido de hacerles ver que sus votos pueden llegar a condicionar los gobiernos del PP desde dentro.
La dirección del PP tiene respuesta a esta hipótesis. Dicen que Vox no entrará en sus gobiernos y que todos sus candidatos gobernarán en solitario porque si Vox aprieta para conseguir una coalición de gobierno, se someterán a la investidura y obligarán a Vox a retratarse y a cargar con la acusación de «votar con la izquierda y ser los responsables de que no gobierne el centro-derecha».
Este movimiento ya lo ha estado utilizando el PP durante esta Legislatura. Y en la mayoría de los casos le ha servido para rebajar la presión de Vox y cerrar acuerdos más ventajosos para su posición, aunque siempre se cuidaran de dejar una puerta abierta para que la otra parte pudiera salvar la cara. Vox tendrá que decidir si pasa por el aro, o cambia de estrategia y opta por la vía de copiar los gobiernos de coalición que puso en marcha Ciudadanos (Cs), siempre que las urnas les dejen margen para explorarla. La negociación de los gobiernos de coalición se ha demostrado un fracaso para la formación naranja, lo que, en el ejercicio de autocrítica que ahora hacen de aquel proceso que pilotó Albert Rivera, justifican en la cesión de todas las Presidencias de los gobiernos al PP por negarse a pactar nada con el PSOE.
Vox tampoco tiene margen de moverse en la geometría variable, pero también es cierto que la caída de Cs implica que se quita de en medio uno de los obstáculos para plantearse, al menos, entrar en los gobiernos del PP.
En el calendario del nuevo curso también será un punto de inflexión importante el congreso del PP de Madrid. Génova confirmó ayer que los congresos pendientes se convocarán después de las elecciones de Castilla y León, y tiene que fijar la fecha con 45 días de antelación. La agenda para que entren todos los cónclaves pendientes en el primer semestre, incluido el de Madrid que está en última posición del ranking, se antoja complicada. Hay cierto pulso dentro de Génova entre la tesis de que no hay justificación política para que el congreso de Madrid no se celebre en el tiempo fijado, como así han confirmado hasta ahora oficialmente, es decir, como muy tarde en junio, y quien cree que debería retrasarse aún más con el argumento del calendario electoral. Ayuso se presentará al congreso, y el secretario general del partido, Teodoro García Egea, comenzó ayer el nuevo año con el recordatorio de que Casado quiere listas de unidad y que esa unidad debe ser la guía también en Madrid. Entre líneas, unidad quiere decir que Ayuso tiene que abrirse a compartir la dirección regional con la cuota del alcalde, José Luis Martínez Almeida, y con Génova.
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