Comicios

Las elecciones en Andalucía serán antes de verano por el bloqueo de Vox

El horizonte de los comicios amenaza con abrir brechas irreconducibles en el Gobierno de coalición. En la «cocina» electoral socialista preocupa la habilidad que está demostrando el PP

Pablo Casado, Juanma Moreno y Alfonso Fernández Mañueco
Pablo Casado, Juanma Moreno y Alfonso Fernández MañuecoAlberto R. RoldánLa Razón

Las elecciones en Andalucía serán antes del verano. El presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, dejó de nuevo esta semana el aviso de que tendrá que llamar a las urnas si en febrero Vox y el PSOE mantienen su alianza de bloqueo sistemático. «No haré perder el tiempo a los andaluces».

La eventual disolución del Parlamento no será en febrero, ni justo después de las elecciones en Castilla y León, convocadas para el día 13. En Madrid tienden a ligar los dos procesos electorales como si fueran la misma rampa de lanzamiento de Pablo Casado hacia La Moncloa.

Pero desde la organización andaluza matizan que el resultado en Castilla y León no puede extrapolarse a Andalucía, ni tampoco la estrategia: «No tenemos nada que ver con una comunidad autónoma en la que el PP lleva más de 33 años gobernando y en la que la sociología es completamente diferente».

No obstante, el escenario con el que trabajan en el PP andaluz despeja el horizonte electoral en este curso político, justo para una primavera en la que el buen tiempo y el fin de las restricciones sanitarias, salvo que aparezca una nueva variante covid, esperan que les ayude a consolidar la victoria holgada que los sondeos les conceden.

El último CIS andaluz, el barómetro de diciembre del Centro de Estudios Andaluces, seguía señalando una victoria rotunda de los populares, aunque necesitarían a Vox para reeditar el Gobierno y alcanzar la mayoría absoluta.

Este clima electoral continúa elevando la tensión dentro del Gobierno de coalición. Y si Castilla y León ya ha roto la unión por varias costuras, el horizonte de los comicios en Andalucía, donde Pedro Sánchez se juega su ser o no ser después de la dura derrota de las elecciones autonómicas en Madrid, amenaza con abrir brechas irreconducibles entre los dos socios.

En este esquema entra en escena la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que es la primera interesada en apurar al máximo la coalición porque necesita tiempo, al igual que Podemos, para organizarse y recuperar terreno. En sus «satélites» confirman que la coalición no se romperá en ningún caso antes de las elecciones autonómicas y municipales del próximo año. Para la parte morada es fundamental seguir utilizando la plataforma del Gobierno para ganar espacio y colgarse medallas, aunque todas vengan del duelo con el PSOE.

De hecho, las críticas más duras contra Pedro Sánchez, como se ha visto en el pulso por Ucrania, han venido de Pablo Iglesias, que ya no ostenta ningún cargo político. Las crisis internas que colecciona el pacto entre PSOE y Podemos forman parte del ruido que los dos partidos necesitan mantener vivo de cara a sus respectivas parroquias, sobre todo en el lado morado. Podemos seguirá echando leña al fuego, sin romper la baraja ni forzar un adelanto electoral que en su agenda es visto como todo un suicidio.

Andalucía será un nuevo campo de pruebas electorales. Todo lo que está a la izquierda del PSOE busca su espacio, y trabaja dividido. En 2018 ya fracasaron en crear una alianza para reagrupar todo el voto de la izquierda y evitar que la fragmentación consolidase al PP de Juan Manuel Moreno.

En la «cocina» electoral socialista preocupa la habilidad que está demostrando el PP para imponer en la agenda aquellos temas que más les perjudican electoralmente en este primer semestre de curso. El amago de judicialización de los fondos europeos no es una cuestión menor, y no porque tenga consecuencias a medio plazo en la posición europea. El problema está en los recelos que introduce en el clima general de opinión en un año en el que el retraso en la ejecución de las ayudas de la UE hará que tampoco se perciban con fuerza sus efectos en la estructura económica.

Ésta es otra de las razones que obligan al PSOE a mantener como sea la apariencia de la coalición de gobierno. El ritmo de creación de empleo será bueno en este ejercicio, pero en Moncloa creen que el tiempo juega a favor de la recuperación, salvo que Bruselas sorprenda con un anticipo de la vuelta a la ortodoxia fiscal por la presión de países como Alemania. Sin problemas de liquidez, empieza a urgir más la inflación y no les asusta la subida de los tipos.

De aquí a que termine la Legislatura el gran combate entre el Gobierno y la oposición se librará en el campo de los fondos europeos y en materia fiscal. No hay consensos políticos como para que la mayoría de investidura pueda activar grandes reformas, y el calendario encadena cita electorales que obligan también al PSOE a desinflar la «mesa» bilateral de negociación con la Generalitat. Sólo ha servido para justificar los indultos a los líderes independentistas del «procés».

La armonización de los impuestos cedidos a las autonomías es otro charco en el que los socialistas tienen poco que ganar. El PP nacional hará bandera del discurso fiscal de la Comunidad de Madrid, que está en marcha también en otras autonomías de los populares, y que irá en el programa electoral de Casado. La armonización fiscal no sólo tiene un difícil recorrido constitucional, con las competencias cedidas a las comunidades, sino que, según barones del PSOE, «tampoco tiene mucho que dar en las urnas».

Tres años del «cambio» en la Junta

El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, celebró ayer los tres años que se cumplen del primer Gobierno del cambio en Andalucía. «Orgullosos de ellos. No lo hemos tenido fácil, pero demostramos que se podía gestionar mejor. Gracias por el esfuerzo y por defender siempre que lo primero son los andaluces y el diálogo». Este mensaje lo colgó en la red de Twitter con una fotografía de su consejo de gobierno, en el que en primera fila posaba su vicepresidente, Juan Marín, representante de Ciudadanos (Cs). El pacto andaluz es el único acuerdo entre PP y Cs que se mantiene todavía en vigor, y que da frutos en las relaciones entre las dos partes. Las encuestas también auguran un gris futuro a Cs en esta comunidad autónoma.