Andrea Levy
La “táctica Levy” o cómo utilizar la moda como arma política
La concejala del PP ha roto con el «monótono» estilo de los políticos y le pasa factura en las redes sociales
Siempre nos quejamos de la manera en que visten nuestros políticos. Prueba de ello es el sinfín de artículos de prensa que les recriminan la monotonía de sus trajes, les critican su obsesión por no destacar entre sus colegas o incluso su escaso interés por cómo visten, cuando lo cierto es que un poco de color podría hacer incluso más interesante su discurso. Yo también me encuentro en ese grupo que rápidamente les señala con su dedo acusador en cuanto se hacen mal el nudo de la corbata o no consiguen combinar bien un estampado. Pero quizá esta opción por la discreción se entienda mejor cuando observamos cómo en la arena política hasta la ropa puede ser un arma arrojadiza.
Es lo que le está sucediendo a Andrea Levy. Algunos aprovechan su «personalísima» concepción de la moda para criticar a la concejala de Cultura del Partido Popular en el Ayuntamiento de Madrid. Ya sea su físico, sus formas o ella en general, todo parece venir bien cuando de lo que se trata es de intentar dinamitar el prestigio del contrario.
Esta semana, sin ir más lejos, hemos visto cómo Levy tenía que hacer frente a las críticas de Iban García, secretario federal ejecutivo de Cultura y Deporte del PSOE, que criticaba a la popular no tanto por su gestión al frente de su concejalía, sino por el jersey que había decidido llevar a la recepción de los emisarios de los Reyes Magos celebrada en la Plaza Mayor de Madrid: «Anda que si los llega a recibir Carmena de esas trazas…», firmaba el socialista en Twitter. Levy, rápidamente, respondía en la misma red acusando de machista la publicación de García.
Lo cierto es que esta no es la primera vez, y no parece que vaya a ser la última, que Levy tiene que hacer frente a todo tipo de críticas por su manera de vestir. Hace unas semanas le sucedió algo similar cuando acudió al estreno de «Don Giovanni» en el Teatro Real de Madrid. Conjuntada con una camiseta gris y una falda tubo de lentejuelas, recibía un gran número de comentarios positivos tanto por su gestión como por su «look». Pero también hubo quien deseó empañar el momento. Algunos usuarios de las redes sociales aprovecharon ese momento para criticar no solo su estilismo, sino también su físico, ya fuera diciéndole que parecía embarazada o que estaba «más rellenita». Levy no tuvo problema, tampoco esta vez, en contestar a esos comentarios: «Tenéis bastante mal gusto. Tener más o menos tripa no es un embarazo. ¡Sinvergüenza!», replicaba a un usuario del polémico portal «Forocoches» que le felicitaba por su «estado».
No podemos olvidar tampoco que, gracias a este uso de la moda como arma, Andrea Levy ha generado varias polémicas políticas. Tras un rifirrafe con la concejala socialista Mar Espinar en la comisión de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, la popular terminó diciendo: «Me gusta el collar de arte precolombino que lleva, solo le deseo que no le haga daño cervical por lo grande que es». En este sentido sería justo señalar también que la disputa entre ambas venía de lejos, ya que Espinar llegó a decir que Levy «se ponía cariñosa en el despacho con un cantautor». Y aquí puede radicar ese conservadurismo político a la hora de vestir: no des munición a tu adversario para la crítica, no sea que este la utilice en tu contra.
Dejando a un lado estas disputas, no se puede negar que Andrea Levy está desempeñando un papel muy interesante en la moda. Frente al común de los políticos que apenas se atreven a innovar, la concejala de Cultura de Madrid ha decidido convertirse en un faro de tendencias, como en su día lo fue Carmen Alborch. Arriesga con nombres como Ágatha Ruiz de la Prada, de la que es una de sus mejores embajadoras, pero también apuesta por otros creadores. En su armario posee piezas de Moisés Nieto, Ulises Mérida y Juan Duyos, entre otros, y es, además, de las que más se anima a lucir zapatos de tacón.
Faceta “influencer”
Se ha convertido en una ejemplar usuaria de las redes sociales, desde las que no solo da a conocer su labor política, sino que también aprovecha para etiquetar a los diseñadores que firman las prendas que lleva o, incluso, animar al consumo de cultura en su ya muy comentado espacio semanal «Domingo cultural».
Levy es joven y está claro que pertenece a una nueva generación de españoles que tienen una concepción menos encorsetada de la política, y eso se puede ver de manera palpable en cómo ha llegado a Madrid para revolucionar el armario del Ayuntamiento.
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