Masculinidad

Hombre lobo en París: Macron saca su artillería pesada

En ocasiones se ha cuestionado su masculinidad. Ahora, ha optado por escenificarla y hasta exagerarla

La campaña presidencial francesa ha terminado como una carrera de dos pura sangre en la que no hay nada decidido. Macron ha tomado el atajo de la astucia fotografiándose en actitud descocada. Desplomado sobre un sofá de cuero y la camisa blanca tres botones desabrochada, deja que asome una pelambrera tan varonil que despacha de un plumazo a los hombres lampiños de «YouPorn». En pocos días, su torso velludo se ha vuelto en el mejor proyectil contra Marine Le Pen.

La imagen fue tomada por su fotógrafa oficial, Soazig de la Moissonnière, en Marsella, junto a otras que publicó en su cuenta de Instagram bajo el título «Un día con el candidato». En algunas aparece junto a su esposa Brigitte en actitud relajada. Precisamente en esta localidad una mayoría de votantes apostaron por Jean-Luc Mélenchon en la primera vuelta y Macron estaría tratando de evitar el voto en blanco. Ningún detalle es casual. Sus piernas descaradamente abiertas habrán hecho que alguna feminista española ponga el grito en el cielo. El «manspreading» –así se conoce el gusto por sentarse a sus anchas– sufrió el azote de Clara Serra en su tiempo como diputada de la Asamblea madrileña por considerarlo una forma de machismo que atenta contra la igualdad. Isabel Díaz Ayuso puso coherencia recordando que el despatarre es solo un modo de sentarse y punto.

Con su pose y tanto pelo, Macron encarna una idea de la masculinidad sin complejos, sin apellidos y sin cultura de la cancelación. El presentador de televisión Bertrand Chameroy bromeó con él en France 5 esta semana comparándole con el peludo cantante griego, ya fallecido, Demis Roussos. «Hacía mucho calor en Marsella», respondió divertido el presidente. Tanto en la foto como en su modo de justificarse, el presidente galo se muestra seductor, arrogante y socarrón, haciendo virtud del amor propio. Muy francés. De tanto penacho no cabe en el sofá, diría un gabacho. En España se partiría la camisa, como hacen los gitanos cuando se ponen sublimes. También los británicos creen que la foto tiene «su aquel».

Voto femenino

La periodista Samantha Brick ha escrito en el «Daily Mail» que es el golpe maestro definitivo para ganar la campaña y, aunque reconoce que el pelo siempre ha tenido mejor aceptación en la cultura francesa, no descarta que se convierta en el último grito de la moda masculina: «Necesita el voto femenino y a las francesas les encanta el pecho peludo. En secreto, a las británicas también. No solo lo encuentran masculino y sexy, también seguro y tranquilizador: todo lo que se espera de un líder».

Macron durante su campaña
Macron durante su campañaChristophe EnaAgencia AP

En las redes sociales las reacciones también han sido muy divertidas y algún usuario envidioso insinúa que tanto pelaje puede deberse a algún retoque con Photoshop. No es la primera vez que sus pelos son objeto de atención. En marzo de 2018, durante una visita a una escuela infantil, sus muñecas dejaron intrigados a los niños: «Tienes mucho pelo», le advirtieron. La virilidad del presidente ha conseguido subir el mercurio en la recta final de la campaña y, de paso, distraer la atención, con una sola imagen en la que ni siquiera el color mostaza del sofá es fortuito. En psicología, este tono es estimulante, tanto para el cuerpo como para la mente, y desencadena sensaciones cálidas y positivas.

En general, la pose encarna control y confianza, igual que cuando apareció con vaqueros, sudadera y barba de varios días, emulando el estilo bélico de Zelenski. Era un símbolo de coraje y audacia, cualidades muy valoradas en el ejercicio del poder. En ocasiones se ha cuestionado su masculinidad y ahora ha decidido escenificar su virilidad e incluso exagerarla. Siempre se ha declarado feminista y su matrimonio con una mujer 24 años mayor le aleja de la carga machista que se achaca, por ejemplo, a Putin.

El patito feo de la familia

Una vez estrujada la historia de amor de Macron y su esposa, Brigitte, y después de haber tenido que soportar los bulos en torno a si él es homosexual y ella transexual, las habladurías han encontrado un nuevo escenario: su familia. Según publican algunos medios franceses, de padre neurólogo y madre asesora médica, la vocación de filósofo y político del presidente sonó chirriante. Sus hermanos y primos también son médicos, por lo que él fue considerado durante mucho tiempo una especie de patito feo, según ha confesado una tía, farmacéutica, al «Daily Doctors».