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Regreso a La Oreja de Van Gogh

Amaia Montero y su familia, desbordados por la presión mediática: "Esto nos pasa factura a todos"

La cantante vasca valora emitir un comunicado tras la oleada de rumores sobre su regreso a La Oreja de Van Gogh, mientras su entorno pide respeto y silencio

Amaia Montero, en una imagen de 2015 larazon

Amaia Montero nunca ha sido indiferente al juicio público. Brilló en los escenarios, cayó en silencio, regresó y ahora, de nuevo en la diana, su mundo parece tambalearse. La artista donostiarra vive días de agitación emocional y mediática, envuelta en una espiral de rumores que apuntan, sin respiro, a su posible regreso a La Oreja de Van Gogh. Pero lejos del glamour nostálgico que evoca la banda, el ruido ha sido ensordecedor.

Fuentes cercanas a la cantante confirman que Amaia estudia publicar un comunicado con el que zanjar la tormenta. No para reconquistar titulares ni alimentar el morbo, sino para blindarse. En un gesto poco habitual en el mundo del pop, se mantiene al margen del aluvión de llamadas y mensajes. No atiende números desconocidos, apenas responde a periodistas afines. Y si habla, será una única vez y con contundencia. El hartazgo es total.

Respeto

Su entorno más cercano también acusa el desgaste. La familia Montero se encuentra al límite. Idoia, hermana y principal apoyo emocional, lanza un grito de auxilio desde la discreción: "Esto nos pasa factura a todos", dice con voz contenida, en una escueta conversación con 20minutos. Ni declaraciones, ni aclaraciones. Solo una petición: respeto.

La situación se ha vuelto más frágil tras el inesperado eco de Cayetana Guillén Cuervo, cuyo comentario en redes agitó aún más un caldo de cultivo ya inflamable. El regreso de Amaia a los escenarios -tras su aparición sorpresa en un concierto de Karol G- fue leído como una resurrección artística. Pero en lugar de aplausos, se ha encontrado con una caza informativa que amenaza con hacer tambalear su recuperación.

En las oficinas de su discográfica tampoco hay respuestas. Se mueven con cautela, conscientes de que la línea entre promoción y exposición puede desdibujarse peligrosamente. Aun así, el motor artístico sigue encendido: Amaia prepara dos nuevos singles en solitario que verán la luz antes de que acabe el año. Una promesa silenciosa de que la música, al menos, sigue latiendo.

Mientras tanto, la artista -siempre entre el mito y el misterio- busca reconstruirse lejos del bullicio, deseando que ondee, por fin, una bandera blanca. Porque detrás de cada portada hay una persona. Y en el caso de Amaia Montero, esa persona está pidiendo, sin rodeos, que la escuchen en silencio.