Poca sorpresa en Canadá tras el anuncio de su primer ministro, Justin Trudeau, de que dimite tras casi una década al frente del Gobierno. Los rumores de que podría retirarse sonaban con fuerza desde hacía días tras hacerse públicos los resultados de las encuestas de opinión en las que no salía muy bien parado. Además, ha perdido la confianza de la mayoría de los diputados de su propio partido, y según publicó el periódico “The Globe and Mail”, su intención era despedirse este miércoles. Finalmente, ha adelantado su marcha dos días.

Dejando al margen los asuntos de política que pueden leer en otras secciones de este periódico, en EGOS se pone el foco en cuestiones más baladíes pero que también han hecho de Trudeau uno de los líderes más conocidos alrededor de todo el globo. La primera, su irrebatible atractivo. De hecho, en 2015, el año de su elección como presidente, la versión canadiense de la revista “Vogue” lo incluyó en su lista de “10 alternativas no convencionales al hombre vivo más sexy”, una posición que no ha cambiado mucho casi diez años después.

Más allá de su casi metro noventa de altura, sus ojos verdosos, su sonrisa dulce, su cabellera poblada y perfectamente ondulada o la tonificada musculatura que ha dejado ver en más de una ocasión, todo capricho de la genérica, Trudeau también debe su sex appeal al carisma con el que durante años no solo se ha ganado el apoyo de sus conciudadanos, sino también el de otros líderes mundiales. Mantiene una estrecha relación con Emmanuel Macron, con el que derrocha complicidad en las cumbres en las que coinciden, dejando para el recuerdo imágenes que rápidamente se viralizan en las redes sociales por la carga homoerótica que algunos se empeñan en ver en ellas.

Para su desgracia -la de los internautas más lascivos-, Trudeau ha pasado buena parte de su vida adulta casado con Sophie Grégoire, con la que compartió casi 20 años de matrimonio. Con ella tuvo tres hijos y durante mucho tiempo fueron paradigma de la perfecta familia canadiense, pero en agosto de 2023 sorprendieron al mundo tras anunciar, sin que nadie lo sospechara antes, su divorcio.

Nunca trascendieron las razones o más detalles sobre la separación, salvo que se produjo “tras muchas conversaciones difíciles”, pero la polémica no tardó en asomar su fea cara tras publicar el periódico “The National Post” que el divorcio se anunció cuando Grégoire ya estaba saliendo con otro hombre, un conocido cirujano plástico, el doctor Marcos Bettolli.

Desde entonces, a Trudeau no se le ha conocido una nueva pareja y pasa gran parte de su tiempo libre con sus hijos. Soltero de oro, es posible que ahora necesite un hombro sobre el que llorar para superar su dimisión. Pretendientes no le faltan, desde luego.

Su polémico “striptease”

Corría el año 2013 cuando los rivales políticos de un joven Trudeau viralizaron a través de las redes sociales un vídeo en el que aparecía, dos años antes, realizando un “striptease” muy puritano para recaudar fondos para una asociación benéfica, la Fundación Canadiense del Hígado. “¿Puede realmente dirigir la economía de Canadá?”, se preguntaban desde el partido conservador.

Pero lo único que consiguieron fue que la popularidad de Trudeau se disparara y que las donaciones a la Fundación Canadiense del Hígado, aumentaran en los días posteriores. “Sin duda, hemos recibido una cantidad inesperada de atención en los últimos días”, dijo Melanie Kearns, vicepresidenta de la fundación, al “National Post”.