
Misa
Del Palio al Anillo del Pescador: símbolos del inaugurado pontificado de León XIV
Dos importantes atributos con los que León XIV ha iniciado su pontificado, asumiendo la guía espiritual de la Iglesia ante líderes de más de 150 países
La Misa de Inicio del Pontificado del Papa León XIV o la “Celebración Eucarística por el Inicio del Ministerio Petrino del Obispo de Roma”, como reza el libreto de la ceremonia, supone el comienzo de ese ministerio y del mandato de un soberano temporal electivo, el del Estado de la Ciudad del Vaticano. Por lo primero, se ha celebrado con el acto más importante en el que puede participar un católico: la Santa Misa, renovación incruenta del sacrificio redentor del Calvario. Por lo segundo, asisten representaciones de 150 Estados, católicos o no, reconociendo la importancia del Vaticano, no por su poder económico ni por su extensión geográfica, sino como referente moral.
“Tu es Petrus, et super hanc petram aedificabo Ecclesiam meam”, nos cuenta San Mateo que dijo Jesús. León XIV, obispo de Roma, es Pastor de la Iglesia. Por eso se le impuso sobre la casulla el Palio, ornamento litúrgico de lana de cordero, evocando al Buen Pastor, y simbolizando que sobre sus hombros recae el peso de la grey católica y coloca a la oveja perdida. Algo -llevarnos simbólicamente unos a otros sobre los hombros- recordado por Benedicto XVI al inicio de su pontificado. También representa la sucesión apostólica ininterrumpida y la petición de Jesús Resucitado a Pedro de apacentar a sus ovejas. El cordero -en latín “agnus”- es por lo que los palios, que usan los arzobispos metropolitanos, son bendecidos el 21 de enero, fiesta de Santa Inés –“Agnes” en latín-, el 21 de enero en una capilla del Palacio Apostólico. Hasta 2015 eran impuestos en Roma por el Papa. Están adornados con seis cruces negras, símbolo de las heridas de Cristo, bordadas en seda. Además, lleva tres alfileres denominados “acicula” representando los clavos de la Cruz de Cristo.

El Anillo Petrino (Anulum Piscatoris), recuerda la profesión del primer Papa quien -creyendo a Cristo- sacó las redes de la pesca milagrosa. Lleva la imagen de San Pedro pescando, circundado por el nombre de León XIV. Le ha sido colocado por el Cardenal Tagle. Los papas lo llevan siempre, salvo en Viernes Santo, y excepto cuando ofician las exequias de un cardenal. Desde el siglo XVI, tras el fallecimiento del pontífice, el camarlengo lo da al maestro de ceremonias que lo deforma con un martillo de plata y marfil. Se utiliza para sellar bulas papales y breves apostólicos. Pero también simboliza la misión papal de autenticar la Fe del Pueblo de Dios. Cuando los fieles besan el anillo pastoral no lo hacen en acto de sumisión a la persona, sino en signo de obediencia y homenaje a la Iglesia y a la autoridad episcopal derivada de la otorgada por Cristo a sus apóstoles. Hasta Pablo VI se usó la tiara, de uso abandonado aunque no abolido, tres coronas superpuestas que significan que el Papa es padre de príncipes y reyes, rector del orbe y vicario de Cristo.

Desde 1877 se usaba la tiara palatina, donada por la Guardia Palatina a Pío IX, aunque Pablo VI utilizó la regalada por la Archidiócesis de Milán. En la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, Juan Pablo II no menciona la coronación. La tiara, igual que las mitras episcopales, poseen ínfulas, sendas tiras que salen de su parte posterior. La expresión “tener muchas ínfulas” se refiere a quien adopta una posición de superioridad.
Algunos hablan de “entronización”. Muchos palacios de la nobleza romana tienen un trono mirando hacia la pared en espera de una visita pontificia. El trono papal se colocaba en el ábside de la basílica de San Pedro, bajo el vitral del Espíritu Santo. Luego se puso en el presbiterio frente al altar. Los papas usaron un trono móvil, la silla gestatoria, llevada por los sediarios pontificios. Juan Pablo I fue el último que la utilizó. Su “aggiornamento” es el conocido como papamóvil, más práctico, pero menos solemne, usado hoy también por León XIV.
El Papa, dentro de la Basílica, oró ante a la tumba de San Pedro acompañado por los patriarcas de las Iglesias Católicas Orientales. Se entonaron las Laudes Regiæ, se leyó el Evangelio en latín y griego, simbolizando a católicos de Occidente y Oriente. Estuvieron los Reyes de España, él de uniforme con el Toisón de Oro, la banda del collar de la Orden de Carlos III, y las grandes cruces de San Hermenegildo y del Mérito Militar. También de uniforme el Rey de los Belgas y el Gran Duque de Luxemburgo -éste con el collar de la Orden pontificia de Pio IX- y ellas usando, como la Reina de España o la Princesa de Mónaco, el privilegio del blanco. Dina Boluarte, presidenta del Perú, Macron, presidente de Francia, Frey John Dunlap, príncipe gran maestre de la Orden de Malta, con la cruz blanca de puntas que simboliza las ocho bienaventuranzas, Vance, vicepresidente de Estados Unidos,… todos celebrando jubilosos el inicio de un pontificado que se augura benéfico para la Iglesia y el mundo.
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