Amenaza

Estos son los seis países que temen el zarpazo de Rusia si a Putin le va bien en Ucrania

La guerra ucraniana ha despertado el recelo en países vecinos, la mayoría ex soviéticos, ante una posible invasión rusa

Imagen del escudo transnistrio y al fondo la estatua ecuestre de Alexandr Suvórov, el legendario general ruso que fundó Tiráspol, en la plaza central de la capital de la autoproclamada República de Transnistria
Imagen del escudo transnistrio y al fondo la estatua ecuestre de Alexandr Suvórov, el legendario general ruso que fundó Tiráspol, en la plaza central de la capital de la autoproclamada República de TransnistriaIgnacio OrtegaAgencia EFE

Vladimir Putincalificó hace años la caída de la Unión Soviética como “la gran catástrofe geopolítica del siglo XX. Toda su presidencia desde el año 2000 persigue el desafío de reconstruir nuevamente los cimientos de la gran potencia que históricamente Rusia ha sido. La ideología que inspira al inquilino del Kremlin integra elementos del nacionalismo zarista y del imperialismo soviético, una mezcla que infunde temor y respeto entre los países de la órbita ex soviética.

Diversos gobiernos vecinos del este de Europa creen tener la certeza de que tras la invasión de Crimea Putin quiere reinstaurar la grandeza de un país que por extensión e historia ha vivido durante siglos siendo un imperio. Una victoria rusa en la guerra de Ucrania daría alas al sueño de los nacionalistas rusos que quieren ver a su país nuevamente liderando la geopolítica mundial.

Hay una serie de países que históricamente han formado parte de la Rusia zarista y del imperio Soviético que están en el punto de mira de Moscú y que temen ser atacados si Putin sale victorioso de este conflicto. Así lo cree el presidente Volodimir Zelenski, quien este viernes afirmó que “la invasión de Ucrania por parte de Rusia fue pensada solo como un comienzo”. Estos son los seis países vinculados a Rusia que están en el radar del presidente ruso.

Estonia, Lituania y Letonia

Estonia, Lituania y Letonia son los estados más débiles, por su baja demografía y su territorio tan pequeño. Además, tienen una experiencia terrible con respecto a su vecino ruso. En junio de 1940 fueron invadidos y ocupados por la Unión Soviética; también fueron invadidos por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. A partir de 1944 formaron parte de la URSS hasta el colapso del imperio en 1991. Durante los años del yugo ruso, los Bálticos fueron inundados de trabajadores rusos. En 1991 recuperaron su independencia y comenzaron a trabajar para ingresar en organizaciones internacionales. Fue así como se integraron en la OTAN (en 2004) y en la Unión Europea.

En Estonia y Letonia un 30% de la población es rusa y vive sobre todo en las zonas del este, junto a la frontera con Rusia. Los conflictos sociales entre las poblaciones rusas que fueron a Estonia y Letonia durante la era soviética son frecuentes. Desde medios rusos se habla de una política rusófoba. Además, las minorías rusas de estas repúblicas consideran que viven aisladas.

En países como Estonia se vive con gran preocupación lo que sucede en Ucrania. Existe el miedo en buena parte de su población de que Rusia pueda invadir sus territorios si lo de Ucrania sale bien. En los tres estados bálticos hay en torno a un millón de personas de etnia rusa. La excusa de Putin para invadir Ucrania fue precisamente “proteger” a los rusos étnicos del este de Ucrania. Hace unos meses hubiera sonado como algo descabellado, pero el zarpazo ruso se siente ahora más probable que nunca, pese a que las tres repúblicas gozan de la protección especial de la OTAN.

Moldavia (Transnistria)

Transnistria -con casi medio millón de habitantes- es una región encajada entre la República de Moldavia y Ucrania controlada actualmente por separatistas prorrusos. Este territorio moldavo se autoproclamó república independiente tras una guerra que se desató en 1990 y que terminó en 1992. Solo es reconocido como país por un puñados de estados como Osetia del Sur o Abjasia que a su vez no son reconocidos por casi nadie. Por eso se le suele llama “el país que no existe”. En su suelo hay miles de toneladas de armas heredadas de la Unión Soviética. Tiene, además, moneda y pasaporte propio, así como bandera, himno y selección nacional. Se trata de uno de los objetivos terrestres más deseados de Putin, como ha dejado claro esta semana un alto mando militar ruso al asegurar que la prioridad de Moscú es establecer un corredor que conecte Mariupol con Transnistria. Moscú ya tiene allí tropas, así que no resultaría difícil un asalto como el iniciado en Ucrania el 24 de febrero. Además, no es un miembro de la OTAN, como sí son los países Bálticos. Más argumentos: Transnistria pertenece a la denominada Novorrusia, que evoca el nombre de la región histórica de Nueva Rusia. Por último, en el pasado sus autoridades han declarado su deseo de integrarse a Rusia.

Finlandia

Finlandia cayó bajo el dominio ruso en 1809 y durante la segunda mitad del siglo XIX experimentó un proceso de rusificación entre su población. Tras la revolución bolchevique de 1917, el parlamento finlandés proclamó su independencia de Moscú. Sin embargo, en la Segunda Guerra Mundial mantuvo dos conflictos bélicos con la Unión Soviética, entre 1939 y 1944, en las que decenas miles de soviéticos murieron en territorio finlandés. Tras la contienda, Finlandia encontró la manera de ser un país neutral y llevarse bien con Rusia, lo que le permitió impulsar un comercio bilateral con su antaño enemigo. Tras la invasión de Ucrania, el parlamento finlandés debate una posible adhesión a la OTAN, algo que, según encuestas recientes, sería apoyado por una mayoría de finlandeses.

Georgia (Abjasia y Osetia del Sur)

Rusia reconoce Abjasia y Osetia del Sur (dos territorios de Georgia) como repúblicas independientes desde 2008 después de que fuerzas rusas expulsaran a tropas georgianas. La población que vive en estas dos regiones se consideran étnicamente rusas y tienen pasaportes rusos. En 2008, en medio de las tensiones separatistas, la OTAN abrió la puerta a Georgia para que ingresa en la Alianza Atlántica, como sucedió con Ucrania, una idea que enfureció al presidente Putin, que considera ese hipotético ingreso como una amenaza a la seguridad nacional de Rusia. Sin embargo, no parece probable que Moscú esté interesado actualmente en lanzar una invasión sobre dos pequeños territorios que ya apoyan abiertamente al Kremlin.