Infierno en la acería

«Vivo»: los SMS de los espartanos de Azovstal a sus familias

Mykola, un ex soldado del Ejército ucraniano que se integró en la Brigada Azov tras la invasión rusa, resiste en la acería de Mariupol de una forma épica

A handout picture made available by Regiment Azov press service shows an injured Ukrainian serviceman in a shelter at the Azovstal Iron and Steel Plant in Mariupol, Ukraine.
A handout picture made available by Regiment Azov press service shows an injured Ukrainian serviceman in a shelter at the Azovstal Iron and Steel Plant in Mariupol, Ukraine.EFE/EPAREGIMENT AZOV PRESS SERVICE

«No queremos fama ni recompensa. El lujo de la lucha es nuestro pago. Es más dulce para nosotros morir en la batalla. Que vivir encadenados como esclavos mudos». Este himno de los nacionalistas ucranianos del S.XX se viralizó gracias a un vídeo grabado en los laberintos de Azovstal. Allí, en la oscuridad de los búnkeres, Kateryna, una militar de 21 años, está cantando junto a sus compañeros y abrazando su kalashnikov. A pesar del agotamiento y las condiciones inhumanas, los soldados sonríen. «Quiero reunirme con él, pero le prometí salir de aquí», dice la defensora de la guardía de la Fronteras, Valeria («Nava») y cuenta su historia de amor trágico en otro vídeo. Valeriya y su esposo Andriy estuvieron felices muy poco tiempo. Se casaron el 5 de mayo, el día de aniversario del regimiento Azov, le hizo un anillo de papel de aluminio. Tres días después, las tropas rusas le mataron en uno de los intentos de asalto. Dice que en Azovstal, en Mariupol, hay muchas historias como la suya. «Por lo menos su alma salió de este lugar infernal, donde están sufriendo tanto nuestros compañeros heridos», comenta Valeria y se rompe a llorar.

En Ucrania, les comparan con los 300 espartanos y dicen que la batalla por Azovstal entrará en los libros de historia. Mientras tanto, sus familiares no los quieren como los «héroes muertos» y lo único que esperan es que salgan vivos del «infierno». Escriben numerosas cartas al presidente Volodimir Zelenski, a las organizaciones internacionales... La respuesta del Gobierno ucraniano sigue siendo la misma: «Seguimos con el proceso de negociaciones que es muy duro».

«Parece, que estoy en un ‘’reality show’' infernal, donde nosotros, los militares, estamos luchando por nuestras vidas aprovechando cada oportunidad para salvarnos, y... ¡El mundo entero solo está viendo una historia interesante! Dichos guiones se utilizan en películas y series. La única diferencia es que esto no es una película y no somos personajes ficticios», escribió en su Facebook Sergiy Volyna, 30 años, el comandante de la 36 brigada de infantería marina del Ejército. Él lideró la operación que permitió a una parte de su brigada salir del círculo ruso y reunirse con Azov y los restos del Ejército ucraniano en la planta.

Siderúrgica sitiada
Siderúrgica sitiadaAntonio Cruz

Kateryna tiene el nombre militar «El Pájaro», estudió para ser vocalista en su ciudad natal de Ternopil. Según la información publicada en los medios ucranianos, además del canto le apasionan las motos, y es una activista cívica. En 2021, tras terminar el curso de asistencia médica se unió al Ejército «para proteger a su patria» sin decir nada a sus padres «para no preocuparles». Sus amigos se enteraron de que estaba en Azovstal por el vídeo con el himno. Unos días después empezaron los rumores de que Kateryna había fallecido. Para refutarlos, los compañeros grabaron a Kateryna, riendo. Al responder a sus comentarios sobre que se ha convertido en una estrella mundial, contestó: «¿Qué estrella? Las estrellas son las que se queman. Y nosotros viviremos eternamente. Tanto como Mariupol, y como Ucrania».

«Pero los que compartían información sobre Kateryna no se dieron cuenta de cómo se sintió su familia, o los compañeros dentro de Azovstal», comenta Oksana, voluntaria y esposa de un soldado de Azov. Su novio Mykola, 39 años, veterano del regimiento Azov, es el compañero de «El Pájaro». Cuando empezó la guerra, se unió a la parte de Azov que luchaba en Kyiv. Después de la liberación de la capital, decidió unirse para reforzar la defensa en Azovstal. La situación en Mariupol a principios de abril ya era crítica.

«¿Me estáis preguntando sobre las relaciones en el regimiento? Se fue a Mariupol porque sus compañeros necesitaron ayuda… Sabía la situación y lo que estaba pasando. Y se fue sin dudar. Porque sus compañeros lo necesitaron. No pudo hacer otra cosa», dice Oksana y añade que, para ellos «molon labe», no son solo palabras, y «la vida de un luchador» es su estilo de vida. Tanto como sus compañeros de Azov que estuvieron en batalla por Donbás, Mykola sabía que algún día la guerra saldrá de las fronteras y estaba preparándose «para defender a su patria» aunque desde 2017 ya no formaba parte del Ejército. Ahora, se conecta a internet una vez cada tres-cinco días empezando con un mensaje «Vivo». No todos los soldados en Azovstal tienen móviles. Cuando uno de ellos está conectado manda un «+» a todas las familias de sus compañeros. Oksana no quiere hablar con Mykola de la guerra «para que pueda “salir de allí” para esos pocos minutos que están hablando». «Cuando acabe la guerra y él regrese nos vamos a ir las montañas de los Cárpatos que tanto le gustan. Vamos a disfrutar el silencio y la tranquilidad», augura Oksana.

Galina, la hermana mayor de Sergiy, de 40 años, que está en Azovstal dice que las mujeres de los militares mantienen el contacto. Sergiy, lleva en el Ejército toda su vida –desde los 16 años– y ahora está en la guardia nacional. Galyna comenta que algunas madres y esposas también dejaron de comer para llamar la atención de la situación en que están sus maridos e hijos.

«Ya no hablamos de semanas. Lo de la comida es duro: un paté para diez personas. Pero lo más peligroso es que se les está acabando el agua…», admite Galina que observa cómo su hermano menor cada día «envejece» a pasos agigantados. Ella dice que lo más critico y más importante para los que quedaron dentro de la planta de Mariupol es no perder la presencia del espíritu y la fuerza de voluntad para aguantar hasta que les saquen de allí. La acería se ha convertido en un símbolo de la numantina resistencia de los ucranianos frente a las tropas invasoras rusas. El conflicto se está convirtiendo en una guerra de desgaste como la agonía de la planta demuestra al mundo.