Matanza

Supernova, el festival de la muerte en el que Hamás asesinó a más de 260 personas

Con la matanza en el festival en el sur de Israel, los milicianos de Hamás han mostrado su verdadera cara.

La matanza cometida por el grupo palestino Hamás en el festival de música por la paz que, el sábado pasado, se estaba celebrando cerca del kibbutz Re’im, el cual bordea la Franja de Gaza, y al que acudieron miles de personas, tanto israelíes como extranjeros, pasará a la historia como una infamia a la atura de los crímenes más salvajes cometidos por organizaciones terroristas como Estado Islámico. Hasta ahora, el servicio de rescate de Israel, Zaka, ha recuperado 260 cadáveres, en su mayoría jóvenes indefensos, que fueron abatidos por el grupo de pistoleros que se abalanzaron contra ellos después de descender en parapentes.

Las imágenes grabadas por los asistentes muestran cómo, después de aterrizar en lo que parece una operación planeada al detalle, los milicianos de Hamás empezaron a matar a los asistentes indiscriminadamente. “Ni siquiera puedo explicar la energía que tenían”, contó la superviviente Maya Alper, de 25 años. “Estaba tan claro que no nos veían como seres humanos. Nos miraban con puro, puro odio”, añadió en sus declaraciones a los medios de comunicación.

Alper, la cual sirve como instructora de tanques en el Ejército israelí y estaba de permiso, describió la escena dantesca de cuerpos retorcidos y gente gritando e intentando escapar de las balas y explosiones. Consiguió esconderse durante seis horas mientras escuchaba “a hombres armados hablar en árabe justo a mi lado”, hasta que fue rescatada por el Ejército israelí. Otro de los supervivientes, Arik Nani, de 26 años y oriundo de Tel Aviv, quien había ido al festival a celebrar su cumpleaños, también narró la escapada: “Estábamos escondidos y corriendo, escondidos y corriendo en un campo abierto, el peor lugar donde uno podría estar en esa situación”.

Gay Levy, de 22 años, sobrevivió, pero, como muchos, tendrá heridas físicas y mentales de por vida. “Cuando escuchamos las balas, todos empezaron a correr”, declaró al canal CBS News. Los atacantes de Hamás le dispararon en ambas piernas y asegura que, quizás, no podrá volver a caminar. Sin embargo, salvó la vida de milagro: “Un terrorista parado frente a mí con un arma me exigió que le entregara su teléfono y el dinero”, pero no lo ejecutó como a tantos otros.

El infierno de la masacre en el festival todavía no ha finalizado. Los milicianos palestinos secuestraron a varios de los asistentes, como a la joven Noa Argaman, de 25 años, cuya abducción fue grabada y se ve cómo se la llevan en una motocicleta al grito de: “¡No me matéis!”. Como ella, otros siguen en manos de Hamás, que, seguramente, los usará como moneda de cambio para liberar algunos de sus miembros detenidos en las cárceles de Israel. El calvario del festival por la paz no ha terminado.