HBO
“Secretos de un matrimonio”: ¿Se puede hacer “woke” a Ingmar Bergman?
HBO España estrena, a razón de capítulo por semana, una de sus grandes apuesta de la temporada televisiva de la mano de Jessica Chastain y Oscar Isaac
En 1973, superadas cinco décadas de vida como uno de los autores más propios del cine contemporáneo, el director sueco Ingmar Bergman decidió dar un paso más en su desnudez fílmica y preparó una serie para la televisión pública de su país. De corte crepuscular, a veces agrio y a veces tierno, pero siempre sincero, Bergman estrenó sus “Secretos de un matrimonio” en forma de seis episodios y, en una maniobra hasta pionera dados los tiempos que corren, luego volvió a la sala de montaje para reconstruir esa pareja rota en forma de largometraje. Liv Ullman y Erland Josephson, actores fetiche del sueco, jugaban una partida de tenis con diálogos hirientes, cariñosos y adultos sobre la propia institución del matrimonio, la monogamia, el sexo y los cuidados durante un período que abarcaba diez años de relación.
Sin las idílicas puestas de sol de la Isla de Fårö, pero con unos Jessica Chastain (“La noche más oscura”) y Oscar Isaac (“Ex Machina”) soberbios como la pareja protagonista, HBO recupera la idea de Bergman -desactualizada y “naftalienta” en apenas medio siglo de posmodernidad-, y la reviste de las nuevas interpretaciones de la sexualidad y los roles de género para adaptarse a los tiempos. A razón de capítulo por semana, con cinco episodios en total, la plataforma ha puesto la nueva versión en manos del director israelí Hagai Levi, creador de “En terapia” y la exitosa “The Affair”. Y decimos “nueva versión”, y no “reboot” o “remake”, más allá de por puro empeño académico, porque la serie de Levi solo es heredera del texto de Bergman en cuanto a su puesta en escena, más propia del teatro en directo que de la televisión, y no tanto en lo estrictamente temático, que ahora abarca desde la emasculación del hombre “beta” súper-intelectualizado hasta las dinámicas del poliamor o la emancipación femenina de corte neoliberal.
Oda a los restos del naufragio
Con el músculo interpretativo de Isaac y Chastain, capaces de hacer brillar la mini-serie incluso cuando parece que Levi se enamora de ellos y los enclaustra en planos abstractos, de profundidad de campo nula y colores pastel, la nueva “Secretos de un matrimonio” no pretende engañar a nadie y espanta el olor a cerrado desde su primer episodio. No se trata tanto de una reforma a la totalidad de Bergman como de analizar en clave “woke” la misma tesis del texto original: ¿Dónde se acaba el amor? No cuándo, ni por qué, si no dónde, en qué lugar de ese mapa geográfico de los sentimientos que construye el guion, mirada a mirada, daga verbal a daga verbal, se pierde el cariño –y hasta el respeto- por aquellos que una vez lo fueron todo para uno.
Es probable que para la cinefilia anquilosada –y por qué no decirlo, reaccionaria-, la interpretación de Levi del derrumbe metafísico de la institución del matrimonio en Occidente sea demasiado tremendista. Y también es probable que corran a señalar el uso del lenguaje inclusivo o la presencia de un elenco diverso racialmente, antes que a alabar la acertada medición de la pérdida de potestad social del “cornudo” o cómo Levi se aparta de las visiones condescendientes de la niñez en el divorcio. Allá donde Bergman se preguntaba por el qué hicimos mal, Levi se pregunta por el qué vamos a hacer bien. Sin poner en duda la superioridad del original, sobre todo por hacer la pregunta en un contexto mucho menos propicio y con “apenas” 150.000 dólares de presupuesto frente al mastodonte de HBO, la nueva “Secretos de un matrimonio” no solo destaca como la primera ficción televisiva en romper con las vergüenzas de la COVID (mascarillas de bambalina mediante), si no que bien se puede entender como la mejor serie del año.
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