Política

Dos espectros en las Cinco Llagas: Sor Úrsula y el adelanto

Bosquet aún confía en «poner el cascabel al gato» con la reforma del reglamento

El Grupo Socialista se retrató en el Parlamento. EFE/José Manuel Vidal.
El Grupo Socialista se retrató en el Parlamento. EFE/José Manuel Vidal.Jose Manuel Vidal.EFE

En plena mañana, la luna aún se asomaba sobre las Cinco Llagas. A las 11:33 colocaban las botellas de Lanjarón en los estrados. De los primeros en llegar a la bancada del público fue Antonio Guerrero, presidente de la asociación homónima de atención temprana. Media decena de ujieres departían sobre la organización de los invitados. «Javier Arenas en el 13». El 13 de agosto de 2013 es el día que declaró en a la Audiencia Nacional junto a Álvarez-Cascos, ambos como testigos tras las acusaciones de Bárcenas. En el Parlamento, presuntamente, estaba el ex vicepresidente del Gobierno, quien en su día admitió que desconocía cuántos Javier Arenas hay en el PP. Marta Bosquet atendía a la TV bajo Hércules y sus columnas. Por las cuatro bóvedas de la antigua capilla del Hospital de las Cinco Llagas –donde cuenta la leyenda que mora el espectro de Sor Úrsula– se apareció de nuevo un nuevo fantasma: el adelanto electoral.

El debate se movió entre la necesidad del desfibrilador ubicado a mano izquierda y el extintor de la diestra. Bosquet, con una cruz negra, a esa hora todavía confiaba en sacar la reforma del reglamento, empeñada en «ponerle el cascabel al gato». La vicepresidenta del Parlamento, Esperanza Oña, se declaraba «más feliz que nunca». A las 11:56 se va llenando el Pleno. A las 11:58, el candidato popular en Sevilla, José Luis Sanz, saludó protocolariamente a Arenas. Sin alardes ni abrazos. A las 12:00, Bosquet llama al silencio: «Señorías».

A las 12:04, Juanma Moreno sube al estrado. Trece minutos tardó el presidente en referirse al Presupuesto en el discurso del Debate sobre el Estado de la Comunidad. Hay quien miró al desfibrilador. Los aplausos se repitieron una decena de veces. El discurso, bien estructurado y con anuncios de calado, tuvo momentos hipotensos. Un discurso tranquilo que le dio para golear. En el minuto 25 hubo una referencia indirecta al líder de la oposición en la sombra, Juan Espadas, ausente en la tribuna y que apareció, a modo de fantasma de la ópera, para un canutazo incendiario en respuesta al desplante previo del vicepresidente Marín, al que Moreno citó a la hora de alocución.

En el patio del Parlamento no había extintores. Al término del discurso, Moreno, en referencia a la pandemia, apuntó que «han sido 20 meses de dolor y desafíos» y animó a que «hagamos historia» mientras en la cara de Juan Bravo, que negocia unas cuentas que se dan por muertas antes de nacer, se reflejaba el pequeño Salvador de la penúltima de Almodóvar preguntando «Mamá, ¿tú crees que habrá algún cine en Paterna?». A lo que Jacinta (Penélope Cruz) contestaba: «Con que tengamos una casa me conformo, hijo mío». El debate, que prosigue hoy, acabó con la luna de nuevo en el cielo, como en un plano secuencia. Todo apunta a que viene «Dolor y gloria» paras las cuentas.