Conversaciones con los pulmones de la Tierra
Jörg Adolph adapta el “best-seller” de Peter Wohlleben, “La vida oculta de los árboles” y filma un estético y reivindicativo viaje por los secretos de los bosques alemanes
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En el último documental de Jörg Adolph, se puede sentir la rugosidad prehistórica de las cortezas de los árboles, se puede escuchar el rumor del aire juguetear entre las hojas secas que caen de sus copas, se puede, incluso, observar la luz entreverada que se cuela por las oquedades de los musgos aún a riesgo de quedarse ciego ante tanta belleza arbórea, la misma que de forma urgente nos interpela como humanos y nos interroga desde hace años a través de su particular lenguaje decodificado. Un idioma, el de la naturaleza, que el escritor Peter Wohlleben convirtió astutamente en best-seller a través de “La vida oculta de los árboles” y ahora el realizador alemán, volcado en la oficialidad del proceso creativo, traslada al terreno cinematográfico para reivindicar la importancia de salvar nuestros bosques y la necesidad de aprender a comunicarnos con nuestro entorno.
¿En qué momento empieza a pensar que las palabras con las que Wohlleben construye el libro merecen convertirse en imágenes?
En mi caso, el punto de partida es siempre el encuentro con una persona, el interés que despierta en mí y la curiosidad acerca de sus próximas acciones. Cuando empecé a buscar el material para esta película estuve sentado en la cocina de Peter Wohlleben tomando té y comiendo pan con queso. En ese momento me di cuenta de que realmente era una persona interesante y que podría pasar un año a su lado. Pero lo que despertó mi curiosidad no fue su gran obra, sino la suya anterior, “Una elegía al bosque”, en el que Wohlleben relata la trayectoria de su vida desde sus tiempos en la universidad, su trabajo como guarda forestal y funcionario hasta convertirse en activista de la protección del bosque. Una transformación muy interesante. Entonces ya me vinieron a la cabeza las primeras ideas concretas para posibles imágenes. Wohlleben no es solo una persona que escribe, sino que está todos los días en el bosque, dirige una academia del bosque y hace miles de cosas que una persona normal difícilmente podría abarcar. Su pasión es tan contagiosa que he querido retratarle como un auténtico defensor de la naturaleza. Y desde el punto de vista cinematográfico, también he querido mantener mi independencia trasladando, de forma inteligente y sorprendente, el contenido del libro a la película.
Asegura el escritor en el documental que no le preocupa la naturaleza porque “siempre se regenerará sola. Solo sería bueno que siguiéramos allí cuando lo haga”. Pese a la urgencia climática, ¿comparte ese optimismo?
Lo cierto es que lo que ya está destruido tardará mucho tiempo en recuperarse. Por ejemplo, muchos suelos de bosque se han dañado por el uso de cosechadoras (las llamadas harvester) de tal forma que no se podrán recuperar hasta después de la siguiente época glacial. Peter Wohlleben piensa en períodos muy largos, en lo que la naturaleza se regenerará seguramente. Como suele decir Peter, los bosques existen desde hace 300 millones de años, los humanos, desde hace 3 millones de años y los guardabosques, desde hace 300 años, es decir, en la mayor parte del tiempo, la naturaleza ha sabido arreglárselas sola. La naturaleza en sí es perfecta, solo que la forma en la que la tratamos es indignante.
Al combinar el formato documental en este caso, con imágenes de la propia naturaleza, ¿diría que está explorando nuevas vías creativas dentro del lenguaje cinematográfico?
Mmm en realidad, no lo creo. No se trata de una película experimental, sino que queríamos hacer una película que pudiera ser vista por mucha gente. Para mí, son dos lenguajes cinematográficos que no se combinan muy a menudo. Por un lado, tenemos la observación documentada, y por el otro, la parte de una película sobre la naturaleza, es decir, extractos del libro con fotografía de Jan Haft, uno de los mejores cineastas de la naturaleza del mundo. Soy director de documentales con toda mi alma. Y aquí todo está abierto, no hay puesta en escena y nunca sabes lo que puede ocurrir. Creo que en una película sobre la naturaleza se utilizan demasiadas recetas preconcebidas que, con toda su belleza, sus formalidades y efectos, se hacen rígidas. Además, nuestras imágenes no tienen función explicativa. Existen grados de libertad entre la imagen y el sonido mientras que la música y el montaje son totalmente autónomos. Me ha parecido importante que Peter Wohlleben leyera sus propios textos, en vez de encomendárselo a un locutor profesional. Son esas pequeñas decisiones estéticas las que, en su conjunto, cambian profundamente el efecto de las partes de película sobre la naturaleza y crean, espero, una película lograda.
Su último trabajo, “Escuela de padres”, generó cierta controversia pública al considerarse un tema político y aunque en esta ocasión, se trata de árboles, el trasfondo vuelve a serlo. ¿Le aburre lo fácil?
La verdad es que “Escuela de padres” ha sido una experiencia extrema en lo que a las reacciones a la película se refiere, y no quisiera volver a pasar por ella. A Peter Wohlleben también le cayeron muchas críticas y difamaciones, sobre todo cuando sus libros empezaron a tener éxito. Nuestra película, rodada unos años después de su best-seller, solo es un pequeño anexo al debate. Y, de hecho, sería una mala película si no se quejara ningún guardabosque. Ahora quiero volver a hacer una película que no genere debate público y en este sentido espero que, mi proyecto actual, una película sobre dos protectores de pájaros, sea percibida como película para sentirse bien. ¿Qué se puede criticar en el mundo de los pájaros? Son pájaros, y pueden hacer lo que quieran.
Si algo tiene de especial este documental es su carácter inmersivo. Casi puedes sentir el tacto de la corteza y escuchar la caída de las hojas. Como director, ¿le da miedo que se pierda progresivamente la experiencia inmersiva de las salas de cine?
Pienso que las experiencias cinematográficas intensas solo se pueden vivir en el cine. En la pantalla de televisión o incluso en el móvil desaparece la sutileza y se quedan solo los contenidos. Las producciones para la gran pantalla se hacen con mucho más cuidado, el sonido y la imagen requieren un montaje muy intenso con el fin de crear esa percepción especial. Lo que me parece aún más importante en el cine es la concentración en la pantalla sin distracciones, así como el hecho de experimentar una vivencia social al ver la película. Esto no se puede sustituir. Sin cines no puede haber arte cinematográfico. Lo considero especialmente válido para un documental que, en televisión, se ve casi exclusivamente bajos criterios periodísticos.
¿Cómo definiría el planeta que estamos dejando en herencia?
Me temo que las futuras generaciones van a sentir mucha rabia por lo que hicimos. Todo parece indicar que, para ellas, no habrá justicia climática ni intergeneracional. Valorarán nuestras actuaciones como ignorantes, egoístas o tontas. Todo lo que se está reclamando ahora a través del movimiento “Fridays For Future”, nos afectará en mayor medida aún dentro de 30 años porque con la política y los estilos de vida actuales no podremos frenar la crisis climática ni la desaparición de especies en el mundo. No podremos alcanzar el objetivo de 1,5 grados fijado en el Acuerdo de París sobre el cambio climático. No obstante, me ha sorprendido la buena acogida que han tenido los libros de Peter entre los jóvenes. Durante una manifestación en el bosque de Hambach se ha visto lo importante que ha sido el libro para muchos ocupas de bosques. Es decir, estamos observando un cambio de mentalidad. Hay muchos proyectos ambientales y buenas iniciativas que son cada vez más numerosas y son el primer paso hacia cambios positivos. Solo que todo va demasiado lento.