Opinión
Exijamos Justicia
Denunciemos los mimos sin disimulo a los terroristas, a sus colaboradores, a sus cómplices, a los de las nueces
Bien, empecemos por el final:exijamos justicia. Exijamos que se haga lo posible por impartir la justicia debida a las víctimas del terrorismo. Exijamos que se haga lo imposible por restaurar lo que ya sabemos que no se hizo bien durante tanto tiempo. Hagamos lo posible por remendar nuestro bochorno más grande como sociedad democrática: desamparar a los que fueron asesinados en nuestro nombre. Bien, dejémonos de tiempos nuevos, de escaramuzas morales, de resiliencia, de concordia, de pacificaciones. Denunciemos los mimos sin disimulo a los terroristas, a sus colaboradores, a sus cómplices, a los de las nueces. ¿De verdad sigue costando tanto mirar hacia el lado de las víctimas? Ellas no ganaron nada en esta batalla, perdieron lo más grande que se puede perder, y es por eso que deberían ser merecedoras de atención preferente por parte de un Estado que las atendiera como un padre al más indefenso de sus hijos. Pero tenemos un Gobierno que se regodea publicitando que ha conseguido la paz de los terroristas, que todo terminó bien, que les tenemos en las instituciones y que eso es un logro, cuando lo que ha hecho es elegir el camino de vender sus principios y nuestro país a plazos. La derrota de ETA, que llena de humo la boca de los brillantes negociadores Zapatero y Egiguren, es parte de un acuerdo para engañarnos. Porque los que realmente ganaron fueron quienes se sentaron a negociar con los últimos Gobiernos socialistas de nuestro país y sacaron la gran tajada a cambio de “paz”. O sea, los terroristas: Paz, pero a cambio de impunidad. Este el argumento “del algodón” que inutiliza lo que grandilocuentemente se nos repite machaconamente para que nos quede como única y definitiva la idea: “hemos derrotado a ETA”. La evanescencia de conceptos nos rodea y hay cosas que ya no significan lo que significaban.
He encontrado esta semana una curiosa similitud en la utilización política de los conceptos DERROTA (RAE: Vencimiento por completo de tropas enemigas) y DEROGACIÓN (RAE: Abolición, anulación de una ley). Hasta tiempos recientes conceptos categóricos: No se derrota ni se deroga un poquito. Pero ya sí. Se vende derrotar una banda terrorista permitiéndole que entre en las instituciones para, incluso, apoyar al Gobierno y cambiando un par de artículos se vende la derogación de una compleja ley. Es decir, el verdadero acuerdo se esconde tras la denominación espuria del acuerdo.Nos tratan como tontos o como a votantes suyos, tanto da. La única negociación sana con unos terroristas debería haber contenido el requisito del esclarecimiento de los casos sin resolver. Eso sí que hubiera sido significado arrepentimiento. Es decir cambiar la expresión inane “reconocimiento del daño causado” por el “esclarecimiento real de cada uno de los asesinatos cometidos”. Ni un solo preso de ETA que haya pedido acogerse a beneficios penitenciarios ha revelado ni un solo nombre que pudiera facilitar resolver ni un solo asesinato de los que permanecen sin resolver. Ni siquiera los que salen en películas teatralizando una emotiva humildad y un rechazo, sospechosamente parcial, a lo que hicieron.
Líderes “agazapados”
Las diferentes “direcciones” de la banda terrorista saben perfectamente quién apretó el gatillo o el detonador, en todos los casi 400 asesinatos que siguen sin esclarecerse. Los 35 líderes de la banda, aún vivos, que ordenaban los asesinatos tienen mucho que contar, me parece a mí, sin embargo permanecen agazapados bajo el silencio de una sociedad pasando página. Solo el Gobierno parece perdonar esas omisiones, pero no, nunca, la sociedad decente ni por supuesto la justicia.
Según Dignidad y Justicia, aún se puede juzgar a jefes de ETA por asesinatos aún no prescritos y sin resolver utilizando el Derecho Penal español. ¿No resulta vergonzante que nuestro sistema no haya dado impulso a estas investigaciones y se haya tenido que recurrir al Parlamento Europeo en busca de auxilio? Es escasamente justificable, es más bien un escándalo, la inacción que parte de la justicia española ha manifestado durante años por algo que afecta no solo a las casi 400 familias, sino a la mismísima credibilidad de nuestro sistema democrático. Los que condenan a Franco castigándole con cambio de cementerio, buscando así una justicia retrospectiva, podrían encontrar una misión paralela, mucho más trascendente, reclamando esa justicia que aún hoy, sí, debería aplicarse contra auténticos generales exterminadores aún vivos, además de paseando en libertad por nuestro país.
Cinco años han pasado desde que la asociación Dignidad y Justicia interpuso la queja en el Comité de Peticiones del Parlamento Europeo por la falta DE diligencia del Estado Español en este asunto. Cinco años en los que la prescripción avanza imparable. No nos creamos nada que venga de unas instituciones que no han hecho lo suficiente por sus víctimas inocentes. No nos creamos un país suficientemente sano en términos democráticos, mientras la verborreica sensibilidad buenista no se plasme en cuestiones prácticas.
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Pasividad ante la tragedia