Opinión

La gota china

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso de los DiputadosAlberto R. RoldánFotógrafos

La gota china consistía en colocar a un reo tumbado boca arriba, de modo que le cayera sobre la frente una gota de agua fría cada cinco segundos. A los pocos días acababa con la vida del preso.

El efecto de una sola gota en la piel es irrelevante, pero cuando se repite el proceso los daños son irreversibles. Algo similar ocurre en política cuando los errores se acumulan, golpeando todos en el mismo lugar. A lo largo del periodo de Gobierno de Sánchez, las noticias, negativas en su mayoría, se han ido sucediendo y golpeando en la credibilidad del líder socialista.

Los virajes saltimbanquis sobre asuntos de Estado como la Ley de Amnistía, la reforma del Código Penal o los acuerdos con Bildu, los procesos de investigación judicial que afectan al entorno personal y político del presidente y la colonización de instituciones como el CIS, RTVE, el Tribunal Constitucional o la Fiscalía General del Estado…son la gota china que afecta a la fiabilidad de Sánchez.

La idea de que el líder socialista cede ante las presiones de Puigdemont a cambio de sus votos en el Congreso de los Diputados y de que lo primero que le entregó al independentismo es la ruptura de la palabra dada a los ciudadanos en temas importantes es el daño principal. Que la corrupción está instalada en la alcoba presidencial es el otro foco de erosión. En la misma línea se puede interpretar el hecho de que Bruselas haya puesto freno al uso del catalán en la UE. La falta de consenso interno y el tufillo a coyuntura interna no son asuntos que gusten en Europa a la hora de tomar estas decisiones.

El resultado lógico de todo esto es lo que señalaban algunas encuestas publicadas este fin de semana, un desgaste electoral importante del PSOE, que se traduce en medio millón de votos que se trasvasan al PP.

El problema para el Partido Socialista es que no se trata de una fuga coyuntural, sino que este tipo de cambios en el electorado son permanentes hasta que se produce un cambio de gobierno.

La otra mala noticia para Sánchez es que ya no le queda mucho colchón de votos del que compensar. El granero de Sumar y Podemos está esquilmado, por el centro es por donde está teniendo la fuga y la estrategia de movilizar a la izquierda apelando al miedo a Vox se desmantela a medida que los sondeos le dan una ventaja más clara a Núñez Feijóo.